El tranvía pasa por Burgos
Llega al Teatro Principal “Un tranvía llamado deseo” de la mano de Mario Gas y con Vicky Peña como la inmortal Blanche DuBois. Una de las obras más importantes del siglo pasado y de la historia del teatro norteamericano y también una de las más difíciles de representar por la excelente adaptación al cine que hizo Elia Kazan con Marlon Brando y Vivien Leigh como protagonistas. No he visto el montaje de Gas, aunque las referencias son buenas y el reparto potente con Ariadna Gil como Stella y una visión moderna del texto. Pero no voy a hablar de ello si no de la suerte de un dramaturgo que este año hubiera cumplido cien años si no se le hubiera atragantado el tubo de antidepresivos. Tennesse Williams es más popular por las adaptaciones cinematográficas de sus obras que por su propio teatro, sus maravillosos cuentos y piezas dramáticas, conocidas, poco reeditadas (salvo sus obras mayores como “El zoo de cristal”, “La gata…” y “Un tranvía…”) y en ocasiones hasta mal traducidas.
La vigencia de Williams es estremecedora aunque sus personajes pertenezcan a otra época y a un mundo distinto como es el profundo Sur de los Estados Unidos de mediados del siglo XX. Un mundo en descomposición pero visualmente excitante, lleno de calor y pasiones, que sigue dando mucho juego en la pequeña y la gran pantalla. Pero Williams, más que del Sur y sus pasiones, nos habló de la fragilidad psíquica, de la nostalgia, del choque entre la carnalidad y el puritanismo, de los caciques, del amor entre hombres y entre mujeres y, sobre todo, de la soledad, los ensueños y la desesperación. Del choque entre la realidad y la necesidad de sobrevivir. Leer a Williams no es un buen antidepresivo ya que sus obras son terribles y sus personajes siempre están al límite de sus fuerzas pero si son una llave mágica y poética para comprendernos mejor a nosotros mismos y trazar puentes que superen el odio, el racismo, el sexismo, el clasismo. Williams creía en el “socialismo humanístico”, tuvo una vida atormentada y casi tantos amantes como su peculiar heroína Blanche DuBois, pero sobre todo escribió mucho y bien sobre ese lado y en ese momento en que los seres humanos se quiebran y buscan desesperadamente un lugar donde esconderse. El “Tranvía” es grande porque sus temas de fondo: la soledad, la sexualidad, la mentira, el machismo, la locura, la comprensión y el dolor son temas intemporales.
Eduardo Nabal