Manifiesto de ALEAS IU en el Día de Lucha contra la LGTBIfobia
La homosexualidad empezó formalmente a ser considerada una patología por la Organización Mundial de la Salud en 1949, dentro de la categoría de “desórdenes mentales”. En 1989 deciden descatalogarla por las presiones del activismo gay y lésbico, que reclamaba una “normalización” de la homosexualidad rechazando su relación con las “desviaciones del género”. Así, se abre la puerta a la patologización a las expresiones no normativas del género, esto es, la transexualidad. Desde entonces, el 17 de mayo es considerado el Día Internacional contra la LGTBI-fobia.
La patologización de las identidades sexuales y de género no normativas tiene una influencia fundamental tanto en el establecimiento de la transexualidad como patología en el imaginario social, como en el mismo derecho. Véase por ejemplo la Ley 3/2007, llamada de “identidad de género” donde se exige un diagnóstico de disforia de género y haber recibido dos años de tratamiento como mínimo para efectuar cambios en el Registro Civil. Por eso es importante no olvidar que las personas transexuales y transgénero no tuvieron la misma suerte que el resto y en este día es imprescindible recordar que la patologización de las identidades transexuales y transgénero también es transfobia, como lo es la exclusión social en la que se encuentran muchas personas transexuales y transgénero, que muchas veces no se sienten representadas en muchas de las demandas de los principales colectivos LGTB, como puede ser el caso de las personas migrantes transexuales y tansgénero. La exclusión de las personas transexuales y transgénero es el resultado del funcionamiento del sistema neoliberal y patriarcal, que necesita de las exclusiones y opresiones para mantener el status quo actual con el fin de la acumulación de capital. Desde ALEAS IU abogamos por una completa despatologización de la transexualidad, sin que ello suponga la pérdida de absolutamente ningún derecho sanitario.
La LGTBI-fobia ha estado legitimada por una serie de consideraciones pseudocientíficas que diagnosticaban como “enfermas” a las personas que se desvían de la norma heterosexual, entendida esta como una norma legítima y natural. A las personas LGTB les tocó luchar no sólo para borrar esa marca de “enfermo/a” sino también contra aquellas consideraciones acerca del VIH que estigmatizaban aún más a las personas LGTB, tratadas como un grupo de riesgo, contribuyendo así a su criminalización y persecución. También contra la falta de respuestas de las instituciones hacia el pandemónium del VIH/SIDA, cuyas políticas tenían la filosofía del “grupo de riesgo, cáncer gay o castigo divino”. La lucha contra el VIH/SIDA también fue una forma de exponer los prejuicios que se tenían en torno a la sexualidad y a las prácticas de riesgo. Este año tenemos otra oportunidad de poner sobre la mesa que, según las últimas estadísticas, las infecciones van en aumento así como los recortes en prevención, como los realizados por la Comunidad de Madrid con el gobierno del Partido Popular. Una vez más, la crisis y los recortes en prevención del VIH nos afectan a todas las personas, independientemente de nuestra orientación afectivo-sexual. Exigimos al gobierno que no disminuya ni un céntimo de los presupuestos destinados a la prevención, y sí que deje de ayudar a bancos en quiebra que desahucian a personas sin casa. Además de la prevención, desde ALEAS creemos en la no estigmatización de las personas infectadas, que son eso, infectadas, y no contagiadas, por lo que urge un cambio en la nomenclatura oficial de la enfermedad para evitar las discriminaciones que ahora sufren las y los infectados.
Aunque se sigan financiando campañas contra el VIH desde el gobierno del PSOE, nos resulta incoherente que sea este mismo gobierno el que siga hinchando las arcas de la Iglesia Católica, la misma que niega el uso del preservativo como método eficaz para prevenir la transmisión de infecciones de transmisión sexual. Y no sólo niega la eficacia del condón, sino que también la Iglesia continúa haciendo política y participando en decisiones que nos afectan a todas y todos, creyentes o no creyentes, como en la financiación de campañas contra los derechos reproductivos de las mujeres o en la utilización de espacios públicos para sus fines confesionales. En estos meses se ha puesto sobre la mesa la existencia de capillas en muchas universidades públicas gracias a la denuncia realizada por compañeras de la Universidad Complutense de Madrid. Nos parece lamentable que la derecha haya conseguido criminalizar a estudiantes que lo único que hacen es luchar pacíficamente contra los privilegios de una institución que se declara abiertamente misógina, homófoba y tránsfoba. Consideramos que el gobierno debería ser coherente y acabar con los privilegios de los que goza la Iglesia Católica, y destinar los abundantes fondos que reciben a acabar con el desempleo y la precariedad.
Hoy deberíamos hablar de día contra la norma heterosexual y todo lo que ello implica. Esta norma se sustenta en un modelo productivo excluyente y necesita marcar como abyecto a todos aquellos cuerpos que se desvíen de dicha “normalidad”. Necesita mantener sistemas de opresión y de exclusión que deben ser destruidos si queremos realmente realizar una verdadera lucha contra la LGTBI-fobia y eso sólo es posible mediante planteamientos antisistema: anticapitalistas, antipatriarcales, antiheterosexistas y antirracistas. Ni un sólo recorte en prevención, ni una sola ley patologizante y ni un paso atrás en leyes como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ni el PP ni el PSOE nos robarán aún más.
La sexualidad es una construcción de la cultura y como tal, no ajena al interés del poder. Suena a ideología, pero es la realidad pura y dura.
Por tanto, no debemos aceptar uno de los argumentos recurrentes de los homófobos: que nuestra preferencia sexual es «contra natura». La naturaleza no es sabia, sino un proceso ciego. Los seres humanos, a diferencia de los demás animales sujetos a sus meros institos, somos seres a quienes se aplican las categorías morales de lo bueno y de lo malo: así que la actividad sexual -entre otras muchas cosas- no es algo «natural». Simplemente se ejerce con responsabilidad o sin ella. Y, como todo producto cultural, no tiene principios eternos sino variables. Los heterosexuales -apoyándose en otras construcciones o ficciones, como la religión y el poder político- impusieron su ficción: llegó la hora de que haya más ficciones y no solo la suya.
Hemos tenido noticias (la semana pasada), de nuevos casos de violaciones correctivas en Sudáfrica.
Que el manifiesto no haga mención a estos casos y sí exprese su apoyo a las activistas injustamente detenidas por el caso de la capilla, me parece que demuestra que estos grupos se miran el ombligo y no miran hacia problemas graves que tienen fuera los LGTBQI.