Reino Unido: defensores de “objeción de conciencia” por parte de trabajadores homófobos dicen contar con gran apoyo social
Según el Centro Legal Cristiano del Reino Unido, la sociedad británica estaría ampliamente a favor de reconocer el derecho a la “objeción de conciencia” a aquellos trabajadores que se nieguen a prestar servicios a la población LGTB. Las afirmaciones de esta organización religiosa se producen después de que la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos (EHRC, un organismo independiente), en un giro inesperado, anunciara recientemente su apoyo a los “compromisos razonables”.
Andrea Minichiello-Williams, del Centro Legal Cristiano, habría manifestado su sorpresa ante el anuncio a principios de mes por parte del EHRC de apoyar “compromisos razonables” en casos en que funcionarios y terapeutas se nieguen a proporcionar servicio a parejas homosexuales. Según Minichiello-Williams, “parece un giro de 180º. Esperamos que lo sea. Ahora toca esperar y ver si se confirma. Esperamos que se respete la conciencia de cada uno. En eso consiste la auténtica tolerancia. En este país hemos visto una deriva hacia la intolerancia y la coerción”. Además añadió que sus propuestas tienen un “apoyo absolutamente masivo” en el Reino Unido.
Al ser preguntada si, por ejemplo, a un trabajador racista se le debería permitir negarse a prestar un servicio a gente de raza negra o a parejas de diferentes razas, declaró que “la raza es algo totalmente diferente a la orientación sexual, a las prácticas homosexuales. Lo que resulta difícil [a los cristianos] es verse envueltos en cuestiones que consideran pecaminosas. Se trata de algo muy diferente, algo sobre la conducta, no la persona”.
Respecto al anuncio en concreto del EHRC, el director legal de la organización, John Wadham, declaró que alcanzar compromisos podría evitar procesos legales lentos y caros, y los comparó con leyes similares concebidas para dar cabida a personas con discapacidades: “La idea de introducir ajustes razonables para incluir las necesidades de una persona ha sido muy útil durante décadas contra la discriminación por discapacidad. Parece razonable aplicar un concepto similar para permitir que alguien pueda manifestar sus creencias religiosas”.
Los colectivos LGTB han criticado tales propuestas con fuerza, manifestando Stonewall su estupor ante el aparente giro radical. Propuestas, por cierto, que contrastan con decisiones judiciales como la de la Corte Suprema del Reino Unido, que ni siquiera llegó a tomar en consideración el recurso de Lillian Ladele, una funcionaria despedida por el Ayuntamiento de Islington (al norte de Londres) por negarse a registrar uniones civiles entre personas del mismo sexo (ya antes dos tribunales de apelación habían desestimado sendos recursos de Ladele).
Otros ejemplos de avances en el sentido de desestimar este tipo de pretensiones en otros lugares del mundo fueron la decisión de un tribunal canadiense, que consideró inconstitucional la «objeción de conciencia» ante el matrimonio entre personas del mismo sexo, o la de un distrito de Ámsterdam, que anunció reforzar el control de sus funcionarios para evitar que los “objetores” se negaran a celebrar dichos matrimonios.
Practicamente están diciendo que la discriminación sí vale siempre y cuando digas que son «creencias religiosas tuyas»; al rato no solo van a querer que su discriminación se les reconozca, sino además se darán el lujo de «demandar exitosamente» si alguién se defiende de sus discriminaciones. Al fin y al cabo solo para eso sirve la religión, el cristianismo, para que la peor esencia del ser humano siga encontrando cabida y aceptación social.
Para ponerlo fácil ¿Que pasaría si un pastafari se niega a atender a un cristiano porque sus creencias le parecen siniestras? ¿Los cristianos de igual modo aplaudirían, o se lanzarían contra el cuello de los pastafaris alegando «discriminación»? Creo que ya sabemos todos la respuesta, los cristianos solo ven discriminación (o se la inventan) cuando les conviene, pero es evidente que no luchan contra la discriminación, sino por fomentarla.
No se que sea el EHRC, si va por la igualdad en derechos humanos o sea un escudillo religioso, pero lo único que me queda claro es que esos tipos no tienen nada claro que tolerar la intolerancia genera intolerancia, e intolerar la intolerancia genera tolerancia. Así de simple funciona esa regla para construir un mundo mejor.
Que su decisión, si es que llega a repercutir, sea llevada a los juzgados, al parecer ellos han mostrado más sensatez. Tampoco me creo eso del «gran apoyo social»; falacias numéricas y mentiras son una de las grandes características del cristianismo.
Por cierto, no se como se sentirían las personas con discapacidad al comparar sus necesidades físicas, que no afectan a nada en nadie, con las «necesidades» de discriminar de los religiosos. Semejante comparación es vergonzosa e insultante para las personas con discapacidad.
¿En eso consiste la verdadera tolerancia? ¿En discriminar? Y todavía se creerán buenas personas…
Cuando sea mayor, voy a llamar a mis hijas «objeción» y «tolerancia». Y si tengo otra hija la llamaré «libertad», e impulsaré una ley para que pueda cambiarles los apellidos según el momento: «libertad de expresión, libertad de culto», «objeción de conciencia»…
Seré un poco cruel porque confundiré a mis hijas con ideas. Así nunca sabrán qué es innato y qué es culturalmente aprendido.
A mi hija, «objeción de conciencia» la recomendaré para un puesto en el registro civil. Llegaría siempre a casa contándome la última excusa para no trabajar y cobrar un sueldo. Un día serían los negros, otro las plantas de enredadera o los bolígrafos BIC.
Va a ser una vida difícil porque me pasaré prenguntándole: ‘¿algo que objetar?’ Y ella me dirá que sí; pero la respetaré porque justamente su actitud traerá un sueldo a casa.
Pero lo que más miedo me dará será la presión de sus hermanas.
Porque «tolerancia» será joven y no sabrá dónde están los límites de lo tolerable y además se dejará comer la oreja por muchos que la llamarán tolerancia cuando quieren decir discriminación.
Y «libertad» será incontrolable. Unos la amarán sin fisuras y otros le tendrán miedo. Y le hablarán de la libertad de tener miedo. Y ella tendrá que quererles a todos.
Sé que al final todo acabará en tragedia porque «libertad» matará a «tolerancia» y «objeción» no querrá saber nada del asunto.
Estaría bien que los funcionarios LGTB preguntaran a los usuarios si son católicos o cristianos, y en caso afirmativo, ejercer la objeción de conciencia. Veriamos que pasaba.
Esta gente olvida que aparte de su derecho de libertad religiosa, existe el del usuario LGTB para ser asistido por el Estado, al que ellos representan en ese momento y es su deber; que para eso han jurado o prometido (almenos aquí) la Constitución. Tambien olvidan el derecho de la libertad de los demás.
Curioso que todos estos creyentes tan llenos de conciencia para objetar a todo tipo de cosas no tengan ningún problema en aceptar dinero del colectivo LGTB, porque si debemos ser ciudadanos de tercera sin derecho a matrimonio ni a adopción ni a recibir servicios del estado si el funcionario de turno objeta, también deberíamos de pagar menos impuestos, digo yo. Sin embargo esa cuestión jamás la plantean, no veo que nadie proponga devolver una parte de ninguna prestación que reciba del estado porque el dinero pueda venir de contribuyentes LGTB.
Está claro que si este colectivo tuviera un apoyo real daría cifras y datos concretos de dicho apoyo «masivo», afortunadamente creo que se trata solo de una mamarrachada sin mayor importancia. Más que nada porque permitir que cualquier funcionario pueda objetar a todo lo que le dé la gana sería abrir la caja de Pandora y no creo que ni los homófobos quieran deslizarse por un camino tan resbaladizo.