Homoerotismo en la Capilla Sixtina, obra cumbre de Miguel Ángel
Interesante artículo del diario Público, que se hace eco de como Miguel Ángel Buonarotti encontró parte de su inspiración para pintar la Capilla Sixtina en los cuerpos masculinos de los clientes que frecuentaban los prostíbulos de la época, en los que se ejercía tanto la prostitución masculina como femenina.
«Los cuerpos masculinos, muy viriles, que componen el Juicio Final corresponden con la apariencia de peones y cargadores retratados durante el trabajo, con los músculos tensados y con el cansancio y el esfuerzo reflejados en sus rostros», afirma la historiadora de arte y profesora de la Universidad de Pisa Elena Lazzarini en su libro «Desnudo, arte y decoro. Variaciones estéticas en los tratados del arte del Cinquecento». Peones y cargadores que frecuentaban las stufa, en su origen locales similares a baños turcos que acabaron por convertirse en prostíbulos en los que se ejercía tanto la prostitución masculina como femenina, y en los que los pintores como Miguel Ángel buscaban -entre otras cosas- su inspiración.
La influencia directa de las escenas allí observadas por Miguel Ángel, de cuya homosexualidad dudan ya pocos autores, se muestran de manera explícita en diversos puntos de la Capilla Sixtina, que según Lazzarini destila una «obscenidad homosexual» que se plasma en dos escenas fundamentales del fresco del Juicio Final: «Un condenado es conducido al infierno agarrado por los testículos y entre los beatos se producen besos y abrazos ambiguos, claramente de naturaleza homosexual«.
Una inspiración que ya desde el principio se enfrentó a las críticas de la iglesia. Tras el Concilio de Trento (celebrado entre 1545 y 1563 como respuesta a la Reforma protestante) la Capilla Sixtina estuvo seriamente amenazada de destrucción. Para evitarlo, el Papa Pío V obligó a Daniele da Volterra a pintar una sutil vestimenta sobre los genitales de las figuras desnudas que aplacara las iras de los más extremistas (lo queacabó valiéndole a da Volterra el apodo de Il Braghettone).
Una actitud de censura que se mantuvo durante todo el siglo XVI. Otro pintor homosexual, Caravaggio, tuvo que enfrentarse por ejemplo a las críticas por sus inquietudes artísticas, que le llevaron a desarrollar una tendencia pictórica nueva, el tenebrismo. Una realidad histórica que no parece gustar demasiado a los ámbitos más conservadores. Hace pocos días recogíamos, por ejemplo, la polémica generada por unas palabras de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en las que recordaba la condición homosexual de Caravaggio durante la presentación del Descendimiento, propiedad de los museos vaticanos, que permanecerá en préstamo en el Museo del Prado hasta el 18 de septiembre.