Gay pad thai

La primera reseña que escribí en dosmanzanas (hace ya tanto tiempo) fue sobre un libro que hablaba de dos de las cosas que más me han interesado siempre: los hombres y el Sudeste asiático. El libro era El sabor del paraíso de Isidre Bravo (lamentablemente, este mes de julio, buscando información sobre Isidre Bravo me encontré con su esquela. Que la tierra le sea leve) El caso es que hoy hablamos de un libro que me ha recordado mucho al de Bravo, pero en esta caso es una novela: Un ángel disfrazado de fantasma (Bubok, 2011) de Jesse Gray.

El protagonista, que vive en Dublín, se enamora de un chico tailandés y planea un viaje al Sudeste asiático. Pero antes del viaje, la pareja se rompe y Jesse (que así se llama el chico) decide continuar con la idea él solo, lo que hace el viaje mucho más interesante. Unos días en Bangkok, hospedado nada más y nada menos que en la mítica (atención, no pulsar este enlace en el trabajo) Babylon con mucho sexo y mucho calor y un viajecito a Malasia y Singapur harán que Jesse se replantee de una vez por todas qué es lo que quiere hacer con su vida.

Un libro que se devora casi mejor que el pad thai y que puede ser utilizado además como guía de viaje entre los complicados sois de Bangkok (y lo digo por experiencia). Mucho mejor que la Spartacus, donde va a parar.

Y por no abandonar el tema de Tailandia, una recomendación: The love of Siam (Tailandia, 2007) de Chookiat Sakveerakul. No es nuestro Apichatpong obviamente, pero también hay desapariciones, personajes que se transforman en otros, homosexualidad y títulos de crédito a mitad de la película. Pero está mucho más cerca de Verano azul o Física o Química que de Antonioni. No en vano fue un exitazo en la taquilla tailandesa (a base de engañar al público en la promoción, algo que no me parece mal de todo: una vez dentro del cine, a tragarse tres horas de mariconeo fino) y ganó todos los premios habidos y por haber en su país.

«No se puede escribir una canción de amor sin estar enamorado pero para ti me sale fácilmente«, es lo que canta Mew a Tong. Dos adolescentes tailandeses que se enamoran de pequeñitos y se vuelven a ver años después, citándose en Siam Square, esa plaza del centro de Bangkok que recuerda a la ciudad de Blade Runner, con sus metros voladores y sus edificios que se pierden entre las nubes (Siam es, además, el nombre histórico de la irreductible Tailandia) El prólogo es brutal: antes de que salga el título de la película ya había llorado más que con la canción aquella de Nika Costa. Pero ¿se puede mantener la emoción y el escalofrío durante las casi tres horas que dura The love of Siam? Pues sí: se puede. Un padre borracho que intenta olvidar la pérdida de su hija mayor en las junglas de Chiang Mai, una madre fría como el hielo, espantosas canciones de karaoke, un par de amigas/novias y las turbulentas y lodosas aguas del Chao Praya, hacen que uno, que ya está mayor, se pase media peli con el moco colgando.

Un final algo cobarde que busca la complicidad con el público masivo a la que va dirigida desluce un poco el conjunto, pero, por lo demás ¿hay algo más bello que una adolescente tailandesa vestida de colegiala? Pues sí: un adolescente tailandés vestido de colegial, y si son dos, mejor (con la ventaja de que no hay más que esperar a que crezcan un poquito para que se pongan así de lustrosos) No os la perdáis.

Otras películas en Desayuno en Urano
Otros libros en Desayuno en Urano
elputojacktwist@gmail.com