Manifiesto de COGAM por el Día Mundial del Sida
A continuación reproducimos el Manifiesto que con ocasión del acto In Memoriam que cada año celebra el colectivo COGAM con motivo del Día Mundial del Sida en la Puerta de Alcalá de Madrid ha sido leído este miércoles, y al que dosmanzanas se ha adherido formalmente. Este año el manifiesto ha sido leído por uno de los más prestigiosos especialistas españoles en esta enfermedad, el Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, Santiago Moreno.
Queridas amigas y amigos,
Un año más conmemoramos el Día Mundial del Sida. Como cada año, queremos que esta conmemoración constituya un homenaje a todas las personas que padecieron y nos dejaron por culpa del Sida, pero también a los que la padecen y la sufren en silencio en la actualidad sometidos al estigma y la discriminación que la enfermedad lleva asociados.
Se cumplen ahora 30 años desde que se presentaran los primeros pacientes diagnosticados del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Quizá sea un buen momento para hacer balance de lo que este tiempo de historia ha supuesto en la lucha contra la enfermedad.
Nadie es ajeno a los grandes avances que se han producido en el control médico de la infección por VIH. Han sido años de intensa investigación médica que han dado como fruto lo que todos conocéis: medicamentos que logran frenar la enfermedad y que permiten que las personas afectadas puedan disfrutar de cantidad y calidad de vida en muchos aspectos similares a los de las personas no infectadas por VIH. En los países con recursos suficientes, disponemos hoy de una variedad de medicamentos que permiten garantizar el buen cuidado de cualquier persona infectada por VIH. Y ahora se busca el paso siguiente: la curación de la infección y una vacuna que permita la prevención de la transmisión. No cabe duda, el balance global de los progresos médicos y técnicos es tremendamente favorable. La ciencia puede sentirse satisfecha con lo que se ha logrado.
Tampoco se le escapa a nadie que ha habido aspectos de la lucha contra la enfermedad que apenas han tenido éxito en estos años y que constituyen no asignaturas pendientes, sino fracaso escolar completo, digno de repetir curso. Estoy pensando en problemas de orden técnico y de orden social, que afectan a los países ricos y, sobre todo, a los países pobres. No puedo dejar de aprovechar esta ocasión para referirme a algunos de ellos y proponer soluciones.
Quiero hacer mención a la situación que vivimos en España. El diagnóstico de nuevas infecciones en nuestro país es preocupante. Cada año, de modo invariable, se diagnostican en España alrededor de 4.000 personas de infección por VIH (unas 10 personas al día). Además, en España, una de cada tres personas infectadas por VIH no sabe que lo está, porque no tiene síntomas y aún no se ha hecho la prueba. Y en España, dos de cada tres personas que se diagnostican de la infección por VIH están en una situación avanzada y muchas de ellas se mueren como consecuencia del diagnóstico tardío, sufren daños irreversibles y pierden oportunidades de conseguir la máxima eficacia del tratamiento. Las personas infectadas por VIH que no saben que lo están son transmisores de la infección, al no ser conscientes de adoptar las medidas necesarias para prevenir la transmisión. La situación es más grave al disponerse de una prueba que es una de las mejores de las que disponemos en Medicina: buena (no se equivoca), bonita (solo requiere una muestra de saliva o una extracción de sangre) y barata.
El segundo gran problema que seguimos padeciendo es de tipo social. Los progresos médicos de los que nos sentimos tan satisfechos no se han acompañados de progresos en la consideración social de la enfermedad. Por mentira que parezca, las personas que padecen infección por VIH siguen siendo claro objeto de discriminación. No se trata, ni mucho menos, de una condición que uno pueda contar en el trabajo o a su vecino. Es ruborizante mencionar las cifras de un estudio llevado a cabo en España muy recientemente: entre otros datos, el 60% de la población se sentiría incómodo si algún compañero de colegio de su hijo estuviera infectado por el VIH y, de ellos, el 40% cambiaría a su hijo de colegio si pudiera.
Con todo, nuestros problemas en relación a la infección por VIH no son más que un reflejo de los que afectan a los países pobres. Las cifras de nuevos diagnósticos se calculan en miles por día y la mortalidad sigue siendo elevadísima entre los infectados.
El número de personas que toman medicación antirretroviral ha mejorado, pero el dato no deja lugar a la complacencia, en tanto que la inmensa mayoría de los que lo necesitan no tiene acceso a la medicación ni a otros cuidados mínimos. Como si no fuera suficiente, la estigmatización que sufren las personas con infección por VIH en estos países tiene consecuencias tremendas, especialmente en la mujer.
Ante estos y otros hechos se hace necesario proponer y llevar a cabo medidas correctoras. Yo propongo para su aplicación inmediata:
1. Facilitar el acceso a las pruebas diagnósticas de la infección por VIH y promover la realización de la prueba sin trabas a toda persona que se realice una extracción de sangre por cualquier motivo. Si el médico no la ofrece, nosotros la pedimos. Esto supone un cambio importante en la práctica actual y supone adoptar la misma estrategia que otros países como Estados Unidos, Inglaterra o Francia. La generalización de la prueba diagnóstica es una medida crucial para lograr mejorar el pronóstico de los pacientes y para alcanzar el control definitivo de la epidemia en un futuro próximo, además de disminuir el estigma.
2. Insistir en políticas de pedagogía social, para conseguir la normalización de la enfermedad. Hay que dar por todos los medios información sobre la infección por el VIH para evitar la discriminación y, claramente, estas medidas se han relajado en los últimos años. Es importante que se sepa que la esperanza de vida de las personas que viven con VIH es muy semejante a la del resto de la población, y así evitar los problemas que se generan por las empresas de seguros de vida y por los bancos a la hora de dar préstamos y de dar hipotecas.
3. Garantizar por parte de los poderes públicos los Derechos Humanos de las personas que viven con VIH. En estos momentos de crisis económica y de grandes recortes, las políticas encaminadas a frenar la expansión del VIH en colectivos vulnerables se pueden ver aún mas recortadas o directamente eliminadas por políticas cortas de miras. Es exigible una mayor inversión en prevención, asistencia, inserción y eliminación del estigma mediante un trabajo coordinado entre las administraciones y en colaboración con las entidades sociales, verdaderos conocedores de la cara humana del VIH.
Aquellos que trabajamos de un modo u otro con el VIH, tenemos una tarea formidable por delante. Debemos seguir intentando despertar la conciencia de toda la sociedad. Aunque hay colectivos sociales más vulnerables, la infección por VIH puede afectar a todas las personas. Todas y todos podemos infectarnos. Para que esto no ocurra, merece la pena seguir trabajando. Y el Día Mundial del SIDA sirve para recordarlo. Que no se quede solo en este día.