Olores y colores
Una educación libertina (Cabaret Voltaire) es una novela realmente repugnante. Tanto que uno piensa si no acabará contaminando a las que tiene al lado. Apesta, siendo honesto: apesta a heces, a vómitos, a podredumbre, a muerto, a sudor. Aun así esto no es El Perfume, como muchos temíamos: su autor no ha intentado hacer un best seller al uso (es más: la novela resulta bastante difícil de leer: extremadamente barroca y con un lenguaje cultísimo que obliga a uno a recurrir al diccionario cada dos por tres). Pero no hay que tenerle miedo, todo lo contrario: una vez dentro de Gaspard, el protagonista, un muchacho de pueblo que llega al París de finales del XVIII y su descubrimiento de las miserias, el sexo (la homosexualidad, fundamentalmente, pero no solo), no podemos sustraernos a su particular escalada-aprendizaje hacia lo más alto de la pirámide social. Paradójicamente, cuando más alto, más mierda, cuanto más perfume, peor huele.
Jean-Baptiste del Amo (Toulouse, 1981), de origen manchego, sorprendió a la crítica francesa cuando publicó Una educación libertina, su primera novela, con la que ganó el premio Goncourt a la Primera Novela, el premio Laurent Bonelli, el premio Fénéon y el premio François Mauriac de la Academia Francesa. Ahora llega esta edición (bellísima, como siempre) de la mano de Cabaret Voltaire, acompañada por un diálogo con la traductora, tan seducida por el joven francés como el que su suscribe, al que conoció (el que suscribe, no la traductora) en su reciente visita a Madrid. Vamos, que además de ser buen escritor está más bueno que una baguette, así de claro.
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La primera vez que oí algo sobre Erótica de los nohombres (Araña Editorial), de Julián Martínez, fue en boca de su propio autor, este verano pasado: un cuento, pura poesía en prosa, llamado María. Una mujer llegaba a Madrid a pasar un fin de semana sola, alejada de su vida cotidiana, en un hostal de la calle Hortaleza. Finalmente, se arregla, sale a la calle y entra en un bar en el que una Violeta «le susurra algo en uno de sus pétalos«. Me quedé con el final, tan bello: «y un pez de antaño le vuelve a aletear en el vientre«.
Ahora he devorado el libro entero, porque Julián Martínez (La Habana, 1985), además de actor, autor, guionista y director de cine es un escritor espléndido. Un libro que viaja de Madrid a La Habana y vuelta a empezar, lleno de personajes e historias fascinantes: Sergio, que se repite «soy hetero, soy hetero» como un mantra, Severino, que cumple 80 años y aun busca al hombre de su muerte, o Iñigo, que deja 45 segundos a su novia Lola para bajar a los urinarios del Retiro. Pero además hay una pequeña obra maestra: Lucía, uno de esos cuentos que uno mataría por escribir.
Martínez recibe y aprovecha una herencia fantástica: Arenas, Piñera, Lezama Lima y tantos y tantos magníficos escritores de la isla. Cada uno de los personajes, cada una de las historias, está acompañada por una ilustración (bellísima también) de Alexis Álvarez Armas. El propio autor me contó que se adaptaron casualmente a sus relatos. Pero es que hay mucha magia en este libro y quizá esa historia, sea la menos sorprendente. Esperamos mucho más de Julián Martínez, ¡y que sea pronto!
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Una noticia bastante grave por lo que puede suponer para los transexuales:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/01/19/actualidad/1327008495_260881.html