La segunda ciudad de Moldavia, Bălți, ilegaliza la denominada “propaganda homosexual” a propuesta del Partido Comunista

Otra mala noticia que nos llega desde un país de la antigua Unión Soviética. Siguiendo los pasos de Lituania y de varias circunscripciones rusas, entre ellas San Petersburgo, la ciudad de Bălți (segunda mayor ciudad de Moldavia) ha prohibido la “propaganda” homosexual, y lo ha hecho a iniciativa del Partido Comunista. Moldavia, república de mayoría rumanófona situada entre Rumanía y Ucrania, se encuentra sumida en una grave crisis política que se suma al conflicto abierto con la región rusófona de Transnistria (que se autoproclamó independiente en 1990). Una situación de la que el colectivo LGTB es una de las primeras víctimas. Las organizaciones de defensa de los derechos LGTB denuncian, de hecho, el número creciente de ataques, violencia y discriminación del que son víctimas las minorías sexuales.

La medida aprobada por el pleno del Ayuntamiento de Bălți proclama la ciudad como área de “particular apoyo a la iglesia ortodoxa de Moldavia” y prohíbe la “propaganda agresiva de la orientación sexual no tradicional en cualquiera de sus manifestaciones” al fin de “proteger la seguridad ética y moral” de los ciudadanos. El texto acusa a las autoridades centrales de querer imponer la homosexualidad, subraya la “importancia y el papel histórico de la iglesia ortodoxa», «los valores tradicionales de la sociedad” y la “incompatibilidad con los modernos estándares democráticos” de lo que califica como “intrusión de formas de comportamiento sexual (…) que son características de la parte más insignificante de la población”. Se trata de una norma que hace virtualmente imposible el trabajo de las organizaciones LGTB en la lucha contra el bullying homofóbico o los crímenes de odio, e incluso la organización de eventos LGTB como las marchas del Orgullo. Por paradójico que pueda resultar dado los argumentos esgrimidos, la medida ha sido presentada por el Partido Comunista de Moldavia, que ganó las ultimas elecciones locales con mas del 60% de los votos y ocupa 26 de los 36 escaños del pleno. A favor votaron 23 de los 35 consejeros presentes.

Las reacciones no han tardado en sucederse. El obispo ortodoxo de Bălți ha calificado la medida de “decisión cristiana” y ha animado a otros Ayuntamientos a seguir el ejemplo. Las asociaciones de defensa de los derechos humanos han condenado con dureza lo ocurrido. El director del centro de recursos para los derechos humanos (CReDO), Sergiu Ostaf, ha dicho que la medida “es una vergüenza” y ha afirmado que limita derechos fundamentales. También el colectivo LGTB más importante del país, Genderdoc-M, ha expresado su indignación ante una decisión que ha calificado de “inconstitucional, vergonzosa y absurda”. Genderdoc-M ha expresado su preocupación por la situación del colectivo LGTB que, según afirma, se está está transformando en el chivo expiatorio de la grave crisis política que vive el país.

La autoridades moldavas han prohibido manifestaciones LGTB en más de una ocasión. En diciembre de 2010 un joven de 27 años se quitó la vida en Chisinau después de haber sido humillado por la Policía por ser homosexual. A la vista de la situación descrita no es sorprendente que Moldavia ocupe uno de los últimos lugares en Europa en materia de derechos LGTB según el Rainbow Index (“Índice Arco Iris”) elaborado por la organización ILGA Europe (Moldavia obtuvo -3 puntos junto a Bielorrusia).