El Gobierno de Malasia colabora con ONGs para «prevenir» la homosexualidad
La homofobia de Estado gana fuerzas en el sudeste asiático. Mashitah Ibrahim, representante del Gobierno de Malasia anunció el jueves pasado en el Parlamento que entrenarán a voluntarios para «ayudar» a las personas LGTB… a rechazar su identidad. Según Ibrahim, «la prevención y la aplicación de la ley» son las únicas cuestiones a considerar cuando se trata de asuntos relacionados relacionados con la comunidad LGTB. Malasia castiga la «sodomía», al menos sobre el papel, con penas de hasta 20 años de cárcel.
La portavoz dio a entender que la colaboración entre la Administración y los grupos antigays para frenar «la expansión del problema social LGTB«, especiamente entre la comunidad musulmana del país, ya ha comenzado. Ibrahim añadió, con el argumentario homófobo que es ya bien conocido, que «el estilo de vida LGTB los ha expuesto a problemas sociales como la prostitución, las drogas, el riesgo del VIH/sida, así como a desórdenes mentales y psicológicos«.
Entre las «medidas preventivas» que se están llevando a cabo estarían un programa para proveer a mujeres transexuales con un desarrollo «físico y espiritual» y colaborar con ONGs que implementen campañas antigays. Ibrahim afirmó que ninguna religión tolera las relaciones entre personas del mismo sexo y atribuyó el «problema» LGTB al «estilo de vida unisex» que «confunde a los niños«.
El activista Pang Khee Teik, por su parte, advirtió de que este programa causará problemas de baja autoestima y depresión, y un aumento de los suicidios y la hostilidad hacia gays, lesbianas y transexuales. Teik recordó que ya existen campos para masculinizar a adolescentes «afeminados» en el país, noticia de la que nos hicimos eco en dosmanzanas.
Los derechos de las personas homosexuales en Malasia
Malasia sigue castigando la “sodomía” con penas de hasta 20 años de cárcel, si bien en la práctica la homosexualidad no suele perseguirse. O así ha sido hasta ahora: hace poco más de un mes recogíamos las intenciones de dos estados del país de endurecer la persecución de la homosexualidad. Se trata de Pahang y Malacca, cuyos líderes religiosos están considerando añadir castigos suplementarios a los que ya prevé la legislación federal, que se aplicarían a los musulmanes, tanto a los homosexuales como a los que los apoyen de alguna manera. Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles (de obligado cumplimiento para todos) y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes.
Malasia es, en cualquier caso, fuente habitual de noticias de corte homófobo. Entre las últimas, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. Semanas antes, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.
En marzo de 2010 informábamos sobre la relajación de la censura, dispuesta a permitir la presencia de personajes homosexuales en el cine siempre y cuando se arrepientan o se vuelvan heterosexuales. Pocas semanas después la ley contra la sodomía era usada para juzgar a Anwar Ibrahim, un líder opositor, noticia que también recogimos. Antes, en noviembre de 2008, nos hacíamos eco de como las autoridades musulmanas dictaban un edicto contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como un hombre”.
Ya me di cuenta que el cerebro de los políticos malayos es hueco. Son basura.