Hungría: la justicia levanta la prohibición del Orgullo, mientras la extrema derecha pide prohibir «la propaganda homosexual»
Hungría, un país cuyo Gobierno ha emprendido un preocupante giro autoritario, se ha convertido en un auténtico campo de batalla entre defensores de los derechos LGTB y poderosos sectores homófobos. Mientras la justicia húngara ha levantado la prohibición del Orgullo de Budapest, la influyente extrema derecha ha propuesto seguir los pasos de Rusia y prohibir la «propaganda» de la homosexualidad. Eurodiputados del Intergrupo LGTB del Parlamento Europeo han mostrado su gran preocupación por la situación.
Hace pocos días informábamos de que la Policía húngara, por segundo año consecutivo, prohibía la celebración del Orgullo LGTB de Budapest (prevista para el próximo 7 de julio) utilizando exactamente los mismos argumentos que el año pasado: la alteración del tráfico rodado. En 2011 la prohibición fue levantada por los tribunales húngaros y finalmente pudo celebrarse, aunque los asistentes sufrieron el acoso de contramanifestantes de la extrema derecha. Al igual que entonces, este viernes se conocía que la justicia húngara ha levantado de nuevo la prohibición tras el recurso de Rainbow Mission Foundation (SZMA) y de la Unión de Libertades Civiles de Hungría (TASZ). Los organizadores del Orgullo ya han anunciado que a lo largo de las próximas semanas adoptarán medidas legales contra la Policía por considerar que ha existido una motivación discriminatoria.
Las dificultades que los organizadores del Orgullo de Budapest están encontrando suponen otra muestra de la deriva autoritaria que experimenta Hungría desde la arrolladora victoria de las fuerzas de derecha hace ahora dos años. Una deriva que no se limita exclusivamente al ámbito de los derechos LGTB, pero que los afecta de lleno. Quizá el ejemplo más simbólico fue la aprobación, hace ahora un año, de una nueva Constitución que entre otras medidas “protege” explícitamente al matrimonio que se celebra “entre un hombre y una mujer”, excluyendo otras posibilidades. La nueva Constitución fue aprobada en solitario por el Fidesz (derecha conservadora), que obtuvo el 52’7% de los votos y dispone de más de dos tercios de los escaños. El otro gran ganador de las elecciones fue el Jobbik, un partido de extrema derecha abiertamente homófobo que con el 16’7% de los votos quedó en tercer lugar, a no demasiada distancia de los socialistas (que se hundieron hasta el 19’3%).
La prohibición constitucional del matrimonio igualitario parecería una especificación innecesaria, dado que de todas formas Hungría no permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero tiene un indudable valor simbólico. Hungría sí dispone de una ley de uniones civiles que fue aprobada antes de las elecciones por los socialistas (y los minoritarios liberales), y que tiene además el aval del propio Tribunal Constitucional húngaro.
Piden prohibir la «propaganda» de la homosexualidad
Precisamente el Jobbik ha presentado una propuesta parlamentaria para prohibir la «promoción de las desviaciones sexuales». Su objetivo, según ha afirmado el diputado Ádám Mirkóczki, es «proteger la moral pública y la salud mental de las nuevas generaciones de la homosexualidad, la transexualidad, la bisexualidad y las conductas pedófilas». Si el proyecto llegara a recibir el apoyo del Fidesz cualquier persona que hiciera «promoción de la homosexualidad» podría ser castigada con multas y penas de cárcel que podrían llegar hasta los 8 años de prisión.
El Intergrupo LGTB de Parlamento Europeo ha mostrado su preocupación por la situación. La eurodiputada holandesa Sophie in ‘t Veld, una de sus vicepresidentas, ha pedido al Gobierno húngaro que no siga la senda marcada por los extremistas del Jobbik y recupere la reputación de Hungría como «nación moderna, libre y tolerante».
Resulta muy inquietante que un país que fue vanguardia en derechos LGBT hace muy poco tiempo (ya comenté en otro post que, si nuestro tribunal constitucional estima el recurso del Partido Popular, Hungría quedaría, legislativamete, claramente por delante de España en materia de derechos LGBT), esté ahora en una situación tan delicada.
Está claro que la Unión Europeo deberá plantearse antes o después unas líneas maestras en materia de derechos civiles y libertades, incluyendo el combate contra la discriminación de las personas LGBT, y un mínimo reconocimiento jurídico a las parejas del mismo sexo, que se irá, seguro, ampliando a través de resoluciones judiciales de los tribunales europeos. Los países que, como Hungría, han decidido imitar el modelo Ruso de mezclar el ámbito jurídico estatal y religioso, y mantener un sistema electoral formal con todo un aparato institucional al servicio de un régimen autoritario, y vulnerando los derechos de las minorías (personas LGBT incluidas), deberían de dejar la Unión y buscar su ubicación en el espacio diplomático en torno al liderazgo ruso. Eso debería valer también para los países bálticos o para otros países de Europa Oriental donde existen formaciones políticas de la misma tendencia con opciones de llegar al poder, como Polonia, en caso de que esas formaciones llegasen a imponerse. Es posible que si la Unión Europeo actuase de forma rápida y ejemplar, al menos con uno de esos países, eso provocase un revulsivo en las opiniones públicos de otros estados con la misma amenaza autoritaria y homófoba.
La fórmula no necesariamente se tiene que reducir a países de la Europa Oriental, si ello fuere necesario.
Luego vendrá alguno a vendernos como la ultraderecha es nuestra única amiga y defensora ante la malvada morisma homófoba.