Carta al senador colombiano Edgar Espíndola
Reproducimos a continuación la carta enviada por la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá a Edgar Espíndola Niño, senador pentecostal que hace varios días participó en un acto religioso en el Senado de Colombia en el que arremetió contra la Corte Constitucional por los avances ya reconocidos a la comunidad LGTB y para posicionarse en contra de la adopción homoparental.
Cordial saludo.
Por medio de la presente le manifestamos nuestro inconformismo con su actuación la semana pasada, cuando aprovechó su cargo para promover y participar en un evento religioso junto con la Sociedad Bíblica de Colombia y trescientos pastores evangélicos en las instalaciones del Senado, algo que afecta la laicidad del Estado, ya que en su calidad de senador de la República se permitió patrocinar una creencia religiosa particular.
En el marco de la “Quinta Jornada Mundial de Oración”, usted aprovechó para subordinar la laicidad del Estado colombiano a las creencias religiosas de un grupo de personas del cual hace usted parte. Como si no fuera suficiente la violación del laicismo estatal establecido en la Constitución, sus declaraciones durante el acto resultaron lamentables. Es inconcebible que una persona que dice defender una Constitución que garantiza la igualdad y no discriminación, realice declaraciones que perpetuan la homofobia en la sociedad colombiana.
Ha dicho usted: “Nos preocupa que la Corte quiera legalizar la adopción de niños por estas parejas, yo no soy homofóbico, respeto lo que la gente quiera hacer con su cuerpo, aunque no lo comparta, pero hay que advertir que es una conducta antinatural, pero no hay que obligar a los colombianos a caer en prácticas sexuales dándole gusto a una minoría”.
Sus afirmaciones no sólo resultan discriminatorias, sino que además parten de la supina ignorancia acerca de la naturaleza. Como se ha registrado en miles de especies animales, a lo largo y ancho del mundo, la orientación homosexual es común en la naturaleza. Y según estudios, como los del sexólogo Alfred C. Kinsey, se encuentra establecida en todas las culturas y tiempos de la humanidad. Lo que sí resulta “antinatural” es que a esta altura de la historia y con el cúmulo de conocimiento sobre sexualidad, existan aún personas que aprovechen puestos de influencia y poder, para defender prejuicios anacrónicos, nacidos de la ignorancia y la superstición.
De modo similar, si quisiéramos entrar en el terreno de las falacias naturalistas, tampoco es que tenga mucho que aportar alguien cuyos actos discriminan; ya que al basar su postura en un libro que habla, entre muchos otros temas, sobre serpientes parlantes, mujeres-costilla, frutos mágicos, hombres que viven por tres días en el estómago de un gran pez, genotipos que cambian por hacer saltar a una hembra preñada sobre una rama descortezada (Génesis 30) y el geocentrismo (que afirma que el Sol orbita alrededor de la Tierra) (Josué 10).
Comprendemos que el rechazo a la evidencia, el apego dogmático a un libro, y los prejuicios contenidos en este son parte fundamental de las creencias y prédicas de la Iglesia Pentecostal, a la cual usted pertenece. Respetamos que crean en eso. Pero lo que no respetamos, ni compartimos, es que pretendan imponer los preceptos propios de su culto a toda la sociedad. Es esto similar a que un legislador Testigo de Jehová quisiera imponer a toda la sociedad la prohibición a las transfusiones de sangre, o que un legislador adventista quisiera imponer a todo el país la observancia del sábado.
Le recomendamos seguir el ejemplo del expresidente frances Valéry Giscard d’Estaing quien en 1974 afirmo en una entrevista con el Papa Juan Pablo II ‘ (…) Yo soy católico, (…) pero soy presidente de la República de un Estado laico. No puedo imponer mis convicciones personales a mis ciudadanos (…) sino (más bien lo) que tengo que (hacer es) velar porque la ley se corresponda con el estado real de la sociedad francesa, para que pueda ser respetada y aplicada. Comprendo, desde luego, el punto de vista de la Iglesia católica y, como cristiano, lo comparto. Juzgo legítimo que la Iglesia católica pida a aquéllos que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones. Pero no es la ley civil la que puede imponerlas con sanciones penales, al conjunto del cuerpo social”. Y añadía: «Como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización”.
No pedimos que cambie sus convicciones, puesto que creemos en las libertades civiles y en su derecho de profesar su fe, pero consideramos su actuar como una afrenta directa contra la democracia colombiana.
Queremos recordarle que el artículo 4° de la Ley 133 de 1994 dice que “El ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de cultos, tiene como único límite la protección del derecho de los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos fundamentales”. Por eso le solicitamos amablemente, que no intente imponer en toda la sociedad la moral sexual y los prejuicios propios de su credo religioso.
Asímismo queremos hacer énfasis en que usted es un senador de la República y en esa medida, usted no puede juzgar –eso le corresponde a la Rama Judicial, de la cual hace parte la Corte Constitucional. Para alguien que dice respetar la Constitución, le queda muy poca credibilidad ponerse a usurpar funciones que no le corresponden– y para colmo, acusar de eso a una entidad que sólo está haciendo su trabajo, como es el caso de la Corte Constitucional.
Le recordamos que usted es un representante de la sociedad colombiana en virtud, no de ninguna confesión religiosa, ni de la Biblia, sino de la Constitución que usted se empeña en pisotear. Así que le sugerimos que la tenga a mano cuando pretenda imponer sus anacrónicos prejuicios al resto de la sociedad. Porque si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta que la Carta Magna establece la forma de constituir familia:
La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla (Artículo 42).
Si se hubiera tomado el trabajo de leerla detenidamente, entendería que la Constituyente concibió tres maneras de constituir una familia. Se los vamos a enumerar:
1°) Por vínculos naturales o jurídicos.
2°) Por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio.
3°) Por la voluntad responsable de conformarla.
Para efectos prácticos, esto significa que si dos personas del mismo sexo, en edad de contraer matrimonio, quisieran hacerlo, formando un vínculo jurídico, bien podrían hacerlo, conformando una familia. Y si dos personas del mismo sexo, con uso de razón, tuvieran la voluntad responsable de conformar una familia, eso por Constitución, ya es una familia.
Lamentamos que usted ataque a la Corte Constitucional por reconocer derechos a la comunidad LGBT cuando afirma que “la Corte Constitucional erradamente ha venido sentando jurisprudencia… al querer concebir una familia diferente a la concebida en la Constitución Nacional”. Notamos en estas declaraciones que le molesta que la Corte haya reconocido el derecho a la igualdad a la comunidad homosexual y que desconoce usted la realidad de la sociedad moderna, en la que miles de parejas del mismo sexo viven, comparten sueños, deberes y responsabilidades. Estas parejas son colombianos que pagan impuestos y que están protegidos por la Constitución.
Dijo usted que “le queremos decir a la Corte Constitucional que no legalice relaciones que están por fuera del marco constitucional”. No es que la Corte legisle. Es que, afortunadamente, ésta ha llenado las omisiones legislativas conforme al sano principio de la igualdad y los mandatos constitucionales, ya que el Congreso no actúa porque tiene en su seno a muchas personas prejuiciosas como usted. Es por esto que la Corte está obligada a llenar, por el principio de igualdad, la omisión que el Congreso se niega a cubrir.
Tampoco podemos pasar por alto su afirmación de que Colombia “tiene futuro en la medida que abramos nuestro corazón a los principios y a los valores cristianos”. Si fuera tan amable, nos gustaría que nos diga cuáles valores cristianos exactamente.
Si se toma como guía la Biblia en lugar de nuestra Constitución laica ¿Qué impediría que, por “defender la familia”, se lapide a las mujeres adúlteras (Levítico 20:10)? ¿Qué impediría que por defender la fe como valor se pudiera matar a los ciudadanos que no guarden el sábado (Éxodo 31:14)? ¿Da la Biblia un aval para que los adventistas puedan matar a los pentecostales?, ¿Qué impediría tomar las mujeres de los pueblos vencidos en batalla como esclavas, tal como lo indica Jueces 21? De ser así, ¿se podría hacer esto en Colombia con las guerrilleras capturadas por el Ejército?, ¿Adhiere usted también a la inferioridad de la mujer siguiendo textos paulinos como 1 de Corintios 11:3, 7 y 9?, O ¿Qué impediría quemar libros, siguiendo el ejemplo del protestante Juan Calvino? ¿O tal vez, de nuevo siguiendo las sugerencias calvinistas, quemar herejes y científicos que desafían los dogmas, como fue el destino de Miguel Servet, al proponer la que hoy sabemos que es la explicación de cómo funciona la circulación pulmonar?
La oposición actual al reconocimiento de los derechos a la comunidad homosexual por parte de los evangélicos, católicos y ortodoxos, nos recuerda cómo la Convención Bautista del Sur y la Iglesia Metodista Episcopal del Sur se opusieron en el siglo XIX a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos porque -sin equivocarse- afirmaban que la Biblia no sólo no la condena, sino que legisló sobre cómo realizarla. Si tomáramos la Biblia para decidir qué derechos reconocer y cuáles no, como lo hacen usted y los pastores con los que usted se reunió en el Senado, ¿Qué impediría poder comprar esclavos siempre y cuando sean de naciones vecinas tal como lo estipula Levítico, 25:44? Díganos senador: ¿Los podemos comprar de Venezuela o de Ecuador?
Por cierto, la Biblia, ese libro religioso que ensalzó en el Senado junto con centenares de pastores evangélicos, hace un llamado en Levítico 20:13 al asesinato de los homosexuales (“ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”). ¿Es ese el valor cristiano al que usted se refiere? ¿Es por ello que usted se ha formado un prejuicio homofóbico? ¿Es por esto que usted dice que el amor entre un par de gays o de lesbianas es una abominación mientras que a la vez dice no ser homofóbico? Porque resulta algo incongruente oponerse a la homosexualidad, tal como la Biblia manda, pero no aplicar el castigo que este libro ordena. Quedamos a la espera de sus aclaraciones.
Volviendo al tema de la adopcion homoparental, debemos recordarle que la Corte Constitucional consultó a cuatro importantes universidades colombianas: la Universidad Nacional, la Universidad del Valle, la Universidad Javeriana y la Universidad de Los Andes. Y todas ellas han dado un concepto favorable a la adopción por parte de las parejas del mismo sexo. Por esto, le pedimos el favor, que valore las evidencias académicas del siglo XXI en lugar de estar alabando un libro de la edad de Bronce en un espacio que debe ser laico, como el Senado de la República.
Por otra parte no entendemos su declaración de que “no hay que obligar a los colombianos a caer en prácticas sexuales dándole gusto a una minoría”. Creemos senador, que usted no ha entendido que en ningún momento se hará obligatorio formar parejas homosexuales y adoptar. De eso puede estar seguro. De lo que se trata es de permitir que parejas del mismo sexo puedan formar una familia, que niños abandonados puedan ser adoptados por seres humanos amorosos, y que los niños ya existentes en hogares homoparentales -como la niña criada en el hogar de lesbianas que suscitó la demanda que hoy analiza la Corte Constitucional- puedan tener la protección legal y social de ambas madres, y no de una sola.
Mientras tanto, a la luz de los hechos expuestos, consideramos que le está debiendo usted una disculpa a la comunidad LGBT colombiana por sus desdichadas y completamente desinformadas declaraciones y a todos los colombianos, en cuyo nombre y con cuyo dinero celebró un acto religioso violando el principio constitucional de laicismo.
Infortunadamente, la persona para investigar estas impresentables declaraciones y actuaciones actualmente es Alejandro Ordóñez, un señor que también pisotea el estado laico, que es igual o más homófobo que usted, por lo que sería en vano pedir que lo investigue y haga respetar el estado laico y los derechos de las minorías en Colombia. En todo caso, quedamos a la espera de sus disculpas y de la promesa de que no volverá a emitir discriminativos comentarios en un espacio estatal.
Atentamente:
Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá
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Incoherente que el senador Édgar Espíndola, durante la Quinta Jornada Mundial de Oración por la Paz de Colombia, haga declaraciones que en últimas van en contra de la paz. ¿Acaso promover la homofobia y las consecuencias de ello (crímenes de odio, matoneo…) no es ir en contra de la misma paz? Que los homosexuales puedan constituir una familia no reprime la conformación de las familias heterosexuales; por el contrario, el abanico de familia se amplía. El seno de una familia es un excelente lugar para motivar conductas de buena ciudadanía.
Promover la homofóbica NO es una posición compasiva con los seres que no tenemos otra alternativa. Él se siente fortalecido porque le tocó el camino fácil, y se apoya en su supuesta heterosexualidad para ir en contra de los homosexuales a quienes nos tocó el camino difícil (al caído caerle). Incapaz de ponerse en el puesto del otro (simple sentido común), siente que sólo personas como él tienen derecho a amar y sentir. ¡¡¡Qué incoherencia la que lleva a una reunión donde precisamente se hablará de paz, de derechos humanos!!! Espíndola es también miembro de la comisión de Derechos Humanos en Colombia… y no le da vergüenza decir lo que dice… ¡¡¡Ah!!
Se puede decir mas alto, pero no mas claro.