El sector más derechista de los laboristas australianos maniobra contra una posible aprobación del matrimonio igualitario
El sector más derechista de los laboristas australianos parece firmemente decidido a hacer fracasar los intentos de aprobar el matrimonio igualitario en su país. Poco parece importarles que el último congreso laborista se pronunciara a favor, o que el proyecto haya registrado las más altas tasas de apoyo popular que se recuerdan. La movilización de los sectores homófobos parece haber calado en unos diputados temerosos de que ello les suponga un coste electoral.
El informe de la Cámara de Representantes de Australia, que durante los últimos meses ha recogido miles de opiniones y sugerencias sobre la materia por parte de la sociedad civil, recoge de hecho que el apoyo al matrimonio igualitario ha sido claramente superior, si bien aclara que ello no es estadísticamente significativo dado el carácter del proceso. Cabe precisar, en este punto, que otras encuestas con significación estadística han arrojado los mismos resultados. El informe también aclara que en caso de ser aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo, este sería de carácter civil, y que las confesiones religiosas no serán obligadas a celebrarlo si no lo desean. El informe no da recomendaciones específicas sobre lo que deben hacer los diputados, aunque el presidente del comité que ha valorado la consulta, el laborista Graham Perrett, se ha mostrado totalmente a favor de la reforma. De los 7 miembros del comité, 4 se oponen, 2 están a favor (uno de ellos Perrett) y otro se abstiene.
Una vez publicado el informe de la Cámara de Representantes, el sector más derechista de los laboristas presiona para que se voten inmediatamente los dos proyectos que se han presentando ante esa cámara, uno promovido por los diputados Adam Bandt (verde) y Andrew Wilke (independiente) y otro por el laborista Stephen Jones. Los laboristas tendrán libertad de voto, mientras que los liberales podrían verse obligados a acatar la disciplina de partido y votar en contra. Ello a pesar de que, como hemos adelantado en entradas anteriores, no pocos representantes liberales se sientan molestos con su líder, Tony Abbott, que habría admitido en privado que un número indeterminado de sus diputados está a favor del matrimonio igualitario, pero que a día de hoy no ha anunciado que vaya a permitir el voto en conciencia, tal y como se había hipotetizado.
En este contexto, y teniendo en cuenta que hay otro tercer proyecto de matrimonio presentado en el Senado por la senadora verde Sarah Hanson-Young (además de iniciativas a nivel de los diferentes estados) los diputados laboristas pertenecientes al sector conservador se habrían conjurado para votar ya en contra del matrimonio igualitario, lo que -en caso de confirmarse el voto contrario en bloque de los liberales- supondría su derrota, dada la precaria mayoría de la que gozan los laboristas. Este grupo de diputados, que habría sido sometido a una importante presión por parte de los sectores homófobos, estaría muy preocupado por la posibilidad de perder su escaño.
El diputado verde Adam Bandt, mientras, ha dicho que está de acuerdo en retrasar la votación si con ello se consigue convencer a más diputados y sobre todo que los liberales disfruten también de libertad de voto, lo que sin duda aumentaría las posibilidades de aprobación. Seguiremos la evolucion de los acontecimientos…
Me parece un gesto gravísimo por parte de estos diputados laboristas. En mi opinión, las organizaciones LGBT deberían negociar una estrategia al respecto con el partido político más próximo a sus intereses en ese país-continente. Quizás deberían dejar muy claro que, en las circunscripciones donde sean candidatos laboristas sean hostiles a los derechos de las personas LGBT, y en especial al matrimonio de parejas del mismo sexo, la segunda opción electoral en las papeletas de voto de los seguidores de los verdes, no puede ser otra que el candidato de la coalición liberal-nacional. Estoy seguro que eso haría recapacitar, y mucho, tanto a los laboristas homófobos como a la propia Laura Gillard, cuya permanencia al frente del gobierno depende de los votos de independientes y verdes.