Maricón el último
No sé si es por la proximidad del día del orgullo gay o por la amenaza del Gobierno contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero lo cierto es que me ha dado por pensar en qué medida afecta a los hombres predominantemente heterosexuales esa forma de discriminación y violencia de género que es la homofobia. Sin duda lo hace de una forma más sutil e invisible que contra los «homosexuales», a través de la imposición de roles, emociones, actitudes y conductas que, de no asumirse, convierten a los hombres «heterosexuales» en sospechosos de no serlo.
He usado las comillas porque tanto la homosexualidad como la heterosexualidad son construcciones sociales que solo se sostienen como ficciones pedagógicas, porque ninguna orientación del deseo sexual lo es sin fisuras y porque la homosexualidad empezó siendo una enfermedad psiquiátrica, lo que más tarde demostró ser una forma seudocientífica de homofobia.
Pero volviendo al cómo nos marcan las exigencias de género y el poco margen que dejan para la disidencia, recuerdo que aprendimos a rechazar la homosexualidad antes de saber que tuviera nada que ver con la sexualidad. El acoso empieza en la escuela, entre los iguales de edad, contra quienes no se adecuan a las expectativas de género previstas para los hombres, contra los llorones (afeminados), los prudentes (cobardes) o los patosos.
Se trata de un acoso social del que participa el profesorado. Recuerdo el día en que una profesora de preescolar, generalmente impasible ante un nivel de violencia en el aula que nos tenia francamente preocupados, me llamó porque se extrañaba de que dos alumnos se despidieran todos los días con un beso en la mejilla, o aquel profesor de primaria que mostraba su desconcierto a los padres del niño al que no le gustaba jugar al fútbol ni montar en bicicleta.
Se trata de mensajes, imposiciones y llamadas de atención homofóbicas, que demandan una masculinidad —sinónimo de heterosexualidad— construida por oposición a la feminidad y a la homosexualidad, que se legitima a través de un reconocimiento social que no admite indicios que la cuestionen, y así mantener a los hombres permanentemente en guardia, exigiéndoles que solo sientan atracción sexual por las mujeres.
Buscan, sin lograrlo, imponer un modelo carente de grises, en el que la heterosexualidad y la homosexualidad son dos extremos que se exigen en estado puro, un patrón en el que la bisexualidad solo se entiende como orientación sexual incompleta o como paso previo al reconocimiento de una «homosexualidad armarizada». Un molde que exige a unos y a otros que además de tener clara su condición sexual, además de serlo, lo parezcan, se les note y no cambien.
Si aparecen fisuras en la trayectoria de un hetero, no se celebra la plasticidad del deseo sexual que puede darnos este tipo de sorpresas aunque sean puntuales, ni se celebra que el buen hombre se anime a vivirlas, sino que resulta mucho más frecuente pensar que el señor está saliendo del armario y se buscan antecedentes en su historia que ayuden a reinterpretarlos para confirmar la hipótesis.
Llevo desde 1985 participando en grupos de hombres, en los que analizamos la forma en que hemos sido socializados, y no he conocido a ninguno al que la homofobia, junto con la violencia y la discriminación de género que implica, no le haya marcado, limitado y afectado, hasta el punto de que el movimiento de hombres por la igualdad tiene entre sus principales objetivos la lucha contra el machismo y contra la homofobia.
No obstante he de reconocer que en el tiempo transcurrido ha perdido agresividad el acoso que sufrimos los «degenerados» que dedicamos más tiempo del habitual a lo doméstico, a cuidar a nuestros familiares dependientes, que defendemos la igualdad entre mujeres y hombres, o que nos gusta que exista el matrimonio entre las personas del mismo sexo. Aún hay quien nos ve como calzonazos y traidores a la causa de los hombres, pero también es cierto que gozamos de más aceptación —que no prestigio— social, y amenazamos con convertirnos en modelos de identificación para un número creciente de varones sensibles y machistas recuperables.
José Ángel Lozoya Gómez
Miembro del Foro y de la Red de Hombres por la Igualdad
Este texto, escrito desde el ombliguismo de un hombre heterosexual, como no podría ser de otra manera, está plagado de homofobia liberal.
La homosexualidad no es ninguna construcción social. La homosexualidad está ampliamente documentada en el reino animal, muy lejos de las constucciones sociales; por lo tanto, no se reduce a una construcción social.
Ser homosexual no sólo tiene que ver con la orientación sexual, por mucho que el término intente enfatizar el aspecto principal donde la homosexualidad se manifiesta. La homosexualidad se manifiesta en muchos aspectos de nuestra personalidad. A un chico que se le ve que es mariquita no hace falta preguntarle con quién se acuesta para saber que es homosexual.
A mí me molesta muchísimo que hombres heterosexuales nos den lecciones de homosexualidad a los que la vivimos en primera persona, afirmando cosas con un conocimiento de causa que a mí me asusta. ¿Pero qué saben ellos sobre homosexualidad para sentar cátedra con esta rotundidad? Me parece prepotente, ignorante, de mala educación y homófobo. Yo soy homosexual y mi cuerpo reacciona ante el estímulo de un hombre, y jamás he tenido «fisuras» en mi vida.
¡La orientación sexual no es variable! ¡No lo ha sido jamás! ¡Ni con electroshocks ni a base de inyecciones de sustancias como en tiempos de la Unión Soviética! No se puede ni reorientar ni reconducir. Utilizan el mismo tipo de argumentaciones (veladas, en este caso) que la Iglesia. ¡Esto es homofobia liberal!
El que tenga «fisuras» (aparentemente) es porque es bisexual, y lo ha sido desde su nacimiento, y lo reconoce a los 40 años; pero eso no significa que no haya sido bisexual durante esos 40 años anteriores. ¡Una cosa es serlo y otra cosa reconocerlo!
Estos son los postulados de la Teoría Queer, que es terriblemente homófoba, y cuyo fin último es deconstruír y desactivar a la Comunidad LGTB. No lo dicen, pero se advierte. Una vez deconstruídas las identidades sexuales (presuntas construcciones sociales) queda la separación biológica entre machos y hembras. ¡Uy, qué listos! ¿A mí esto de qué me suena?
Respeto la libertad de expresión, pero yo soy homosexual y no estoy de acuerdo.
Saludos chicos y chicas,
Urano.
«recuerdo que aprendimos a rechazar la homosexualidad antes de saber que tuviera nada que ver con la sexualidad»
Una gran verdad, homosexuales y heterosexuales estamos estigmatizados cuando no seguimos el modelo de «macho» construido socialmente. Hay que recordar que muchos heterosexuales sufren la homofobia en sus carnes por no gustarles las «cosas de chicos».
Pero eso sí, me gustaría que se dejasen de mezclar términos, parece que se ha puesto de moda meter el machismo en todas partes. Nos quieren hacer creer que solucionando el problema del machismo se van a acabar los problemas del mundo, de esta forma, solo se subvencionan y se legisla a favor de un supuesto feminismo.
Cuando he leído de donde proviene la carta (Hombres por la Igualdad) entonces lo he entendido todo. Una asociación de CALZONAZOS que defienden leyes discriminatorias hacia hombres y homosexuales. Unas leyes FEMINAZIS que están haciendo mucho daño a millones de hombres en este país.
Me niego a que una asociación que defiende leyes homófobas se ponga a enviar cartitas de mierda a medios LGTB para captar a pobres incautos. Ya cansa ver como las redes feminazis intentan apoderarse también de la lucha LGTB, y no van a parar hasta conseguirlo.
PD: También estoy muy de acuerdo con lo que dice el usuario de arriba.
Enhorabuena por la carta. Muchos hombres heterosexuales sufren también la homofobia.
Urano, En fin, discrepo.
1. Si solo pudiese una persona homosexual hablar de homosexualidad, sí que nos estaríamos mirando el ombligo.
Para juntarnos aquí a hablar de nosotros y sobre nosotros, quedamos en el Café Pombo y que nos retrate Solana.
2. Me alegra que haya hombres que también reflexionan sobre qué significa «masculino», «femenino», «Hombre», «feminismo», etc. y me alegro de que lo compartan aquí.
Felicidades por el blog: http://vocesdehombres.wordpress.com/
3. Discrepo también de que la homosexualidad y la heterosexualidad no sean construcciones sociales.
Urano, el autor de la carta no está diciendo que la homosexualidad no sea, o que no sea tan natural como la heterosexualidad, sino que la homosexualidad y la heterosexualidad se han construido socialmente como etiquetas, como dos polos a los que pertenecer.
Muestra de ello es la cantidad de LGT que siguen insistiendo en invisibilizar a la B porque, sostienen, la B solo es un paso anterior a la G o la L.
Si aparecen fisuras en la trayectoria de un hetero, no se celebra la plasticidad del deseo sexual que puede darnos este tipo de sorpresas aunque sean puntuales, ni se celebra que el buen hombre se anime a vivirlas, sino que resulta mucho más frecuente pensar que el señor está saliendo del armario y se buscan antecedentes en su historia que ayuden a reinterpretarlos para confirmar la hipótesis. Estoy completamente de acuerdo con ese párrafo.
Cuando habla de hombres ‘predominantemente heterosexuales’ // bisexuales // homosexuales yo creo que se basa en la distinción de Kinsey: http://es.wikipedia.org/wiki/Escala_de_Kinsey
4. Ya cansa ver como las redes feminazis intentan apoderarse también de la lucha LGTB, y no van a parar hasta conseguirlo.
En fin, estás esperando al Mesías. (Porque estás dando por hipótesis algo que ya fue.)
La lucha LGTB está muy vinculada a la de otras minorías.
Ya he puesto este ejemplo antes, pero el Civil Rights Acts de 1964 en EEUU, en su Title VII que impidió la discriminación en el trabajo a la minoría negra (1964), sirvió para impedir la discriminación laboral contra las mujeres (1978), se amplió a los transexuales (2012) y se espera que se amplíe pronto a la discrimnación por orientación sexual:
http://sdgln.com/news/2012/04/24/title-vii-protects-transgender-employees-eeoc-rules
¿Seis votos negativos ya? Jajaja. ¡Joder, sois como niños! Bueno, me parece que el aliado heterosexual es imprencindible. Vosotros también sois un color del arcoiris, que es la bandera que nos representa a todos.
Sólo no estoy de acuerdo con lo de la construcción social. La homosexualidad es innata. Nada más. Saludos 🙂
Bravo, disculpa. ¿Qué tal todo? Cuánto tiempo.
1. Me parece que el testimonio en primera persoa de un homosexual tiene más valor que las «hipótesis» de algunos heterosexuales, que hablan sin conocimiento de causa. No es que «si sólo pudiese una persona homosexual hablan de homosexualidad…». ¡Lo dices como si fuera la primera vez que lo hacen! (nótese ironía implícita) ¿Cuántos siglos llevan los maricones aguantando barbaridades y ser conejillos de indias? No es que no puedan hablar, ¡ES QUE LO HAN HECHO SIEMPRE! ¿Freud era maricón? Hasta ahora ya han dicho absolutamente de todo, y todo partiendo de hipótesis erróneas. Desde que estamos enfermos hasta que estamos poseídos por demonios. ¿Y todo por qué? Porque nunca se ha contado con el testimonio del homosexual en primera persona. ¿Qué valor tiene el testimonio del homosexual si no es nadie? ¡Ninguno! ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Que somos extraterrestres?
La homosexualidad es innata y hay estudios que lo demuestran: http://bajolaatmosferadeurano.blogspot.com.es/2012/06/para-os-meus-amigos-queers-frikis-un.html
La homosexualidad no sólo es una construcción social. La construcción social es a posteriori. La Sociología no es la única disciplina que estudia la homosexualidad. Es objeto de estudio para la Genética, la Biología, la Medicina, la Psicología y un sin fin de disciplinas.
Pienso seguir insistiendo. Necesitamos al aliado heterosexual, pero no necesitamos heteropatriarcas que nos echen las zarpas para controlarnos (pensamiento, ideología, etc) ni que nos den lecciones de homosexualidad. ¡He ahí los hilos del patriarcado! Yo tampoco entiendo ni bisexualidad ni la asexualidad ni la transexualidad. No entiendo ninguna de ellas, pero no se me ocurre darles lecciones a ellos. Me limito a respetarlos, y para mí vale más su testimonio en primera persona que mis propias hipótesis sobre su condición.
Yo estoy muy en contra de los paternalismos y de los patriarcados. Ya somos todos bastante mayorcitos. Sobre cuestiones de maricones decidimos los maricones.
2. Estoy de acuerdo y no me parece mal.
3. La construcción social e identitaria de la homosexualidad ha sido absolutamente imprescindible para llegar al punto que hemos llegado. ¿Podríamos haber conseguido lo que hemos conseguido sin ella? Ahora bien, la homosexualidad no depende de ninguna construcción social, porque es un rasgo innato, así que por mucho que algunos anden lanzando teorías frikis como la Teoría Queer (no sabemos con qué intención) para pretender deconstruírla, se van a comer los mocos, porque seguirá habiendo maricones en el mundo con conciencia de ser maricones.
Me preocupa que pretendan deconstruir la identidad homosexual, porque todo lo que hemos conseguido hasta ahora ha sido gracias a ella. No vivimos en el mundo de los Teletubbies y por ello el activismo de la Comunidad LGBT sigue siendo muy necesario.
Es absolutamente relevante e imprescindible salir del armario públicamente, esto es, declararte abiertamente homosexual (reconocer tu identidad y el grupo social al que perteneces), porque cumple la función social de ser referente y patrón de comportamiento adulto para chavales que comienzan a descubrir su identidad y que se crían en un entorno terriblemente hostil. Y además, normaliza y conciencia a los heterosexuales de que no viven sólos y de que no somos la tal «minoría» que ellos se piensan. Los extraterrestres habitamos entre ellos. Sólo se normaliza desde el ámbito público. El resto es homofobia liberal o diglosia aplicada a la orientación / identidad sexual (habla gallego en tu casa; no en público). ¿Me entiendes la analogía? Eso es represión y complejo. Nosotros buscamos lo contrario: la libertad. Quiero darle un beso a mi pareja en la calle y que nadie me mire raro por hacerlo.
4. Ya conocía la Escala de Kinsey. No me parece en absoluto disparatada. Es realmente sorprendente ver en redes sociales de sexo (no necesariamente dirigidas a los gays, sino a todos como Cam4 punto com) tantos perfiles de chicos que se declaran «bicurious». Eso no quiere decir que el heterosexual tenga «fisuras». El heterosexual no tiene fisuras y el maricón tampoco. Eso quiere decir que la Escala de Kinsey tiene mucha razón y hay mucho bisexual, que se adscribe a la identidad de hetero y no lo es.
Siento muchísimo la diarrea de comentario, pero tenía que soltarlo todo.
Un saludo,
Urano.
Mis felicitaciones a José Ángel por la carta. Quizás sería buena idea incluir información sobre maneras de ponerse en contacto con el Foro de la Red de Hombres por la Igualdad, estoy seguro que a muchos nos gustaría participar. Un saludo.
Vosotros seguid jugando con la homofobia liberal e incubierta hasta que consigan desactivaros y disolveros, y entonces empezará la represión otra vez. ¡Luego ya no pensaréis vosotros sobre cuestiones LGBT! ¡Ya pensarán ellos por vosotros! El «buenismo» de algunos no lleva a ningún sitio. Yo no pienso olvidar tan pronto. Que hagan campaña entre los suyos, que son los que necesitan campaña; no entre los míos.
No me estáis publicando los comentarios… ¡Esto es censura!