Ámsterdam, Uganda: dos realidades opuestas, el mismo Orgullo LGTB

Dos extremos de un mismo mundo. Uno, el primer país que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, en el que las personas LGTB gozan de una igualdad social sin apenas parangón, aunque todavía persiste algún residuo jurídico discriminatorio. Otro, uno de los países más homófobos de África, cuyos líderes políticos debaten si castigar la homosexualidad con la muerte. En los dos, el mismo Orgullo festivo, la misma voluntad de ser y de vivir en igualdad de condiciones a las personas heterosexuales.

Ámsterdam: por primera vez un barco-carroza turco

En Ámsterdam, cientos de miles de personas participaron este sábado en su colorida marcha del Orgullo LGTB. Los canales de la capital holandesa se vieron surcados un año más por las ya célebres barcazas-carroza. Pero tampoco este año podía faltar la novedad: si en 2011 tenía lugar la primera participación oficial del Ejército holandés, este año por primera vez participaba una barcaza en representación de la comunidad LGTB de origen turco. «Turcos, Holandeses y Orgullosos» podía leerse a bordo.

Se da la circunstancia de que precisamente este año se celebra el 400 aniversario del establecimiento de relaciones formales entre holandeses y turcos, aniversario que los participantes en el Orgullo no han querido dejar de conmemorar. Hubo, eso sí, overbooking: se recibieron unas 150 solicitudes para embarcarse en el barco, que contaba solo con 90 plazas.

Uganda: primer Orgullo LGTB, pese a las detenciones

Y en Uganda, pese a la homofobia social y política, las amenazas y la persecución, los valientes activistas LGTB fueron capaces de celebrar un Orgullo LGTB a la par festivo y reivindicativo. En él participó como «gran mariscal» el activista jamaicano Maurice Tomlinson, que se desplazó a Uganda para mostrar su apoyo a los compañeros de ese país. El Orgullo LGTB consistió en una serie de actos celebrados en Entebbe (a orillas del Lago Victoria) a lo largo del fin de semana, que incluyeron varias fiestas, un modesto festival de cine e incluso una marcha del Orgullo.

Sorprendentemente la policía no impidió que los actos tuvieran lugar, aunque no faltaron las detenciones de varios activistas, que afortunadamente fueron puestos en libertad sin cargos. Entre ellos se encontraba, por ejemplo, el conocido activista Frank Mugisha.

Ser activista en Uganda, un acto de valentía

Ser activista LGTB en Uganda supone, a día de hoy, una demostración de gran valentía. Las relaciones homosexuales son ilegales, pero además el Parlamento ha resucitado la tramitación del ya conocido proyecto de ley que persigue endurecer todavía más las penas -llegando a la pena de muerte en ciertos casos- así como perseguir a aquellas personas u organizaciones que de cobertura a las personas LGTB.

Precisamente en Uganda fue asesinado en enero de 2011 el activista gay David Kato (su asesino fue condenado a 30 años de cárcel, una de las pocas noticias positivas que nos han llegado de aquel país). Kato era uno de los 100 ciudadanos homosexuales cuyo nombre y fotografía habían sido publicados por Rolling Stone (una publicación local), acompañados de la leyenda “Hang Them” (“a la Horca”). Y en agosto de 2011, la oficina de Freedom and Roam Uganda (FARUG), entidad presidida por la activista Kasha Nabagesera, fue víctima de un asalto. Entre el material desaparecido figuraba un listado electrónico de los miembros de la organización. Una complicada situación a la que se añade además el reciente anuncio de ilegalización de 38 ONG que de una forma u otra luchan por los derechos de las personas LGTB.

Y pese a todo, los activistas LGTB siguen al pie del cañón, como han demostrado hace pocas semanas, cuando miembros de Ice Breakers Uganda inauguraron en la capital, Kampala, la primera clínica del país dedicada a las necesidades del colectivo, con un enfoque especial sobre VIH/sida y otras infecciones de transmisión sexual.