Alborozo entre los ultraconservadores por el voto favorable al homófobo Borg como comisario europeo

Tonio Borg, un político maltés que en el pasado ha defendido públicamente la discriminación de las parejas del mismo sexo, es ya el nuevo comisario europeo de Sanidad y Consumo. Un nombramiento que organizaciones LGTB lamentan y que colectivos ultraconservadores, como el español HazteOír, celebran de forma entusiasta. Borg recibía el miércoles el apoyo del Parlamento Europeo, y aunque el hecho de que el voto fuera secreto nos impide conocer su reparto exacto, parece evidente que el apoyo a Borg entre los conservadores fue sólido como una roca, mientras que los grupos que supuestamente se oponían a su nombramiento demostraron una actitud mucho más relajada…

«Vence la libertad», titulaba la noticia el colectivo ultraconservador HazteOír, que calificaba como «agresión» a Tonio Borg la campaña promovida por (usamos sus propias palabras) «lobbys radicales –financiados por la propia UE–, entre ellos la Federación Humanista Europea, la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA) y la multinacional abortista Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF), que han querido imponer el veto al político maltés exclusivamente por su convicciones morales y religiosas». «Laicistas y gays no pudieron con Tonio Borg», titulaba por su parte La Gaceta, diario del grupo ultraconservador Intereconomía. La alegría de los ultraconservadores es lógica: Borg, que en el pasado no ha dudado en trasladar sus creencias católicas a su acción política defendiendo la discriminación de las parejas del mismo sexo en el acceso a las viviendas sociales y oponiéndose al divorcio y al aborto, se sitúa ahora al frente del departamento encargado a nivel de la Unión Europea de políticas tan sensibles como la atención sanitaria, la salud sexual y reproductiva o la investigación biosanitaria.

Por lo que a las organizaciones LGTB se refiere, ILGA Europe ha pedido a Borg que cumpla rigurosamente con los compromisos adquiridos por escrito días antes de la votación de la Eurocámara, entre ellos favorecer políticas no discriminatorias en el ámbito de la salud, promover la eliminación de la prohibición de donar sangre a los homosexuales en aquellos países donde aún sigue vigente y luchar por la despatologización de la transexualidad. La FELGTB, por su parte, ha mostrado su estupor por la elección de Borg, un político «que va en contra de principios básicos de la Unión Europea como la igualdad de género y la no discriminación por orientación sexual e identidad de género”, en palabras del coordinador del Área Internacional y de Derechos Humanos, Gabriel Aranda.

La FELGTB ha hecho público además el resultado de su llamamiento a todos los partidos españoles con presencia en el Parlamento Europeo a votar contra el nombramiento. Según refiere su comunicado, la FELGTB recibió el compromiso de BNG, ICV, IU, PSOE, PSC y UPyD.

El voto contrario al final no lo fue tanto…

El voto del Parlamento Europeo no era jurídicamente vinculante, pero pocos dudan de que un voto negativo hubiera dado al traste con la candidatura de Borg. Sin embargo, pese a la importante movilización en contra, el pleno de la Eurocámara daba su aval al político ultraconservador por 386 votos a favor, 281 en contra y 28 abstenciones. Un resultado interpretado como lógico debido a la mayoría conservadora en el Parlamento Europeo. Una lectura atenta, sin embargo, permite vislumbrar que en cualquier caso la movilización conservadora fue mucho más sólida que la de los grupos que supuestamente se oponían a la elección de Borg.

Borg contaba con el apoyo de los populares europeos (271 eurodiputados), a los que parece lógico que se sumara el grupo conservador (52 diputados). Sumándoles el voto de todos los euroescépticos (34 diputados) y de todos los no inscritos (30) la suma total es de 387. Entre los no inscritos está sin embargo el diputado de UPyD, formación que anunció su voto en contra y que posteriormente lamentó el nombramiento de Borg, por lo que el techo máximo era precisamente de 386 (sin analizar las posturas de euroescépticos y del resto de no inscritos, simplemente atribuyéndoles una posición contraria para establecer una «hipótesis máxima»).

Los grupos que anunciaron su voto en contra fueron socialistas (189), liberales (85), verdes (59) e izquierda (34). En total, 367. Sin embargo, fueron solo 281 los votos que se opusieron a Borg. Es evidente que numerosos eurodiputados de grupos que en teoría habían decidido oponerse a Borg se descolgaron de dicha oposición. Resulta dudosa, por ejemplo, la actuación del grupo socialista, que a diferencia de otros grupos opuestos a Borg esperó hasta la tarde anterior para tomar una decisión. Los socialistas europeos decidieron entonces oponerse a Borg por dos tercios de los votos, sin embargo dejaron claro que cada eurodiputado podría votar libremente de acuerdo a su propia valoración (conviene dejar claro, en cualquier caso, que los socialistas españoles sí se mostraron firmemente comprometidos contra Borg).

El análisis que hemos hecho podría sin duda ser más detallado (no nos hemos detenido en examinar la lista de asistentes al pleno para determinar quienes fueron los presentes y ausentes) pero la conclusión parece clara: el apoyo a Borg desde posiciones conservadoras fue claramente más sólido que la oposición a Borg desde posiciones progresistas. Uno podría pensar que entre estas últimas, una vez que los eurodiputados se libran de la necesidad de tener que explicar públicamente el sentido de su voto, la sensibilidad contra las actitudes homófobas es menor de la que se aparenta…