Testigos de un tiempo maldito

Muchas veces hemos oído por terceras personas, o hemos leído en libros o prensa lo que pasaba en este país con las personas como tú y como yo hasta hace muy poco. Y el hombre, práctico como es por naturaleza, tiende peligrosamente a olvidar: convivir con determinadas cosas es muy duro, que se lo digan a los alemanes. Pero las heridas se cierran en falso y eso también es peligroso porque al mínimo roce se pueden volver a abrir. Nada mejor para evitarlo que el sano ejercicio de la memoria: no solo se lo debemos a ellos, los que fueron insultados, vejados, encarcelados, torturados y asesinados, sino por nosotros mismos, para que seamos conscientes cada viernes y cada sábado de que estamos bailando y bebiendo sobre dolor y sobre muerte.

Javi Larrauri, artista multidisciplinar, se embarcó hace tiempo en el proyecto “Testigos de un tiempo maldito”, proyecto “que pretende recuperar la memoria de aquellas personas que fueron represaliadas por el régimen franquista debido a su orientación o identidad sexual.”. Buscando desde el verano de 2010 ha conseguido encontrar a una serie de personas (debe haber muchísimas más pero solo con ver el dolor de los que sí han hablado, se imagina uno que no debe ser fácil recordar todo aquello) que le (nos) han contado sus historias, y vemos sus caras y sabemos que pudimos ser nosotros, que ellos son nosotros. El resultado del trabajo de Larrauri es un conjunto de retratos junto a unos pequeños textos biográficos y un video realizado con extractos de las entrevistas grabadas, que he tenido el privilegio (y el dolor) de ver.

Félix, Coral, Andrés, Candela, Enrique, Lola, Octavio y tantos otros: desde esta columna quiero pediros perdón, si es que no es demasiado tarde y suponiendo que os sirva para algo. Perdón por no querer oíros, por no hacer caso a vuestras historias de viejos, por pensar que vuestras advertencias son absurdas, por no tener la valentía que ha tenido Larrauri de ir a buscaros por toda España, sentarme delante de vosotros, miraros a la cara y empezar a escuchar.

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