El cine del año que acaba
El año acaba y podemos hacer un balance de los estrenos, las sorpresas y las decepciones que han pasado por las carteleras de nuestros cines. A la cabeza de mis favoritas están la desgarrada “Shame”, el segundo largometraje del afroamericano Steve McQueen al servicio del talento de Michael Fassbender y la irónica y mordaz “Dans la maison” de François Ozon, sin desmerecer tampoco la argentina “Elefante blanco” – cine de compromiso con fuste- o la española “Lo mejor de Eva”, un thriller sensual con una espléndida Leonor Watling.
Historias marcadas por la crispación social, como “El capital” de Costa Gavras o la estadounidense “Margin Call”, y otras que han intentado dar un toque de optimismo a la pantalla sin conseguirlo del todo, como lo último de Woody Allen, Ken Loach o la expresionista “Blancanieves” de Paco Berger
Han vuelto a sobresalir las apuestas venidas de Oriente, próximo y lejano, como el último trabajo de Zang Yimou “Amor bajo el espino blanco”, que nos devuelve lo mejor y más delicado de su cine, o la dolorosa y necesaria “Una botella en el mar de Gaza”, hermosa parábola de un conflicto que parece no tener fin.
No han faltado tampoco las películas de época como el melodrama “Jane Eyre” de Cary Fukunaga con una espléndida Mia Wasikowska al frente del reparto de una nueva y cuidada adaptación de la novela de Charlotte Brönte o la desenfadada “Hysteria” de Tanya Wexler, sobre la invención del vibrador en la Inglaterra victoriana. Las ambiciosas “La dama de hierro” de Phyllida Lloyd o “Edgar J.” de Clint Eastwood nos han dejado un ligero sabor a decepción, como si los realizadores no quisieran adentrarse del todo el trasfondo político de sus sonados biopics de dos de los personajes más siniestros de la historia del siglo XX.
Maravilloso el retorno del británico Terence Davies (“The long day closes”) con “The deep blue sea,” una exquisita adaptación de la pieza teatral homónima de Terence Rattigan, y estupenda también “De óxido y hueso”, el último drama con vísceras del realizador de “Un profeta”. Otra grata sorpresa ha sido “Un dios salvaje” de Roman Polanski. Una “comedia desesperanzada” donde el director filma una obra de teatro con un único escenario y cuatro personajes interpretados por actores y actrices de primera. También han brillado con luz propia algunas propuestas del cine independiente estadounidense como la simpática “Las sesiones” o las desgarradas “Martha Marcy May Marlene” y “El profesor” con el siempre estupendo Adrien Brody.
Entre las decepciones el pretencioso “Prometheus” de Ridley Scott, un fallido retorno al terreno de “Alien”, o la fría “Miel de naranjas”, tímida aproximación de Imanol Uribe a la guerra civil española.
Sin embargo, la “crisis” se ha dejado notar en el sector, y si ha habido películas españolas de calidad -como “Luces rojas” de Rodrigo Cortés o “De tu ventana a la mía” de Paula Ortiz – con una espléndida Maribel Verdú al frente del reparto- la industria se ha resentido por los desproporcionados recortes en el campo de la cultura en general y el cine en particular.
El 2013 se anuncia lleno de incertidumbre presidido por la nueva comedia de Pedro Almodóvar “Los amantes pasajeros” o “Amor” -lo último de Michael Haneke- que arrebató a público y crítica con “La cinta blanca”.
En resumen un año difícil, también para el séptimo arte, sacudido por la falta de riesgo, las secuelas, los remakes y los reestrenos pero donde no han faltado tampoco filmes que quedarán para siempre en nuestra retina cinéfila.
Eduardo Nabal