“Al otro lado del armario” – Cuando el suicidio se convierte en opción
Jadin Bell ha sido el último joven en sumarse a la descarnal lista de adolescentes que no encuentran salida ante el infierno en que se convierten sus aulas. Es un hecho que la homofobia no solamente mata en países de cultura musulmana o remota. En países desarrollados, en los que incluso el matrimonio igualitario está aprobado, el odio y la discriminación puede mostrar su cara más cruda con resultado de muerte.
No sabemos si el ser homosexual o parecerlo es uno de los mayores motivos de bullying, pero de lo que sí tenemos constancia es que la mayor parte de homosexuales, en este caso sobre todo gays, han sufrido en mayor o menor medida acoso en su etapa escolar.
Lo que algunos adultos llegan a tachar de “cosa de niños” puede convertirse en un juego muy peligroso. La normalización del lenguaje ofensivo como “maricón”, “bollera” o “tortillera” supone un auténtico estrés para el/la adolescente homosexual que va descubriendo su homosexualidad sin apenas referentes y llenos de prejuicios. El insulto se suma a otros tipos de acoso como las risas, las calumnias y el dar de lado.
Además, el/la adolescente homosexual que está sufriendo acoso en el aula vive un doble silencio. El silencio habitual en el que se instaura la mayor parte de jóvenes que sufren acoso, que no se lo cuentan ni a sus padres ni al profesorado, más el silencio que supone que ese acoso sea por tener una orientación homosexual o parecerlo. A esto se le suma la soledad a la que da lugar el miedo al “contagio del estigma”, lo que origina que otros compañeros que podrían ayudar no lo hagan por miedo a ser tachados ellos también de homosexuales.
Según un reciente estudio de la FELGTB, el acoso escolar homofóbico lleva al 43% de quienes lo sufren a plantearse el suicidio. Sus víctimas sienten humillación (63%), impotencia (60%), rabia (59%), tristeza (59%), incomprensión (57%), soledad (53%), vulnerabilidad y aislamiento (50%), pero sobre todo desesperanza (66%). Y en el peor de los casos, concretamente el 17% de las y los jóvenes que sufren acoso escolar homofóbico, llegan a atentar contra su vida y algunos, como el caso de Jadin Bell, lo consiguen.
No sabemos qué pasaría por la cabeza de Jadin el 20 de enero para colgarse de un árbol del patio del colegio que para él se había convertido en su particular infierno. Un adolescente que a esas edades se presupone que debería tener ganas de comerse el mundo parece que lo que quería era volverse pequeño hasta desaparecer. Seguramente mucha gente ahora lo lamente y se pregunte cómo no se dieron cuenta antes o no hicieron nada para impedirlo. Ahora ya es tarde para Jadin, para Anna, para Mario, para Jonás, para Jokin… Pero todavía hay tiempo para muchos otros niños y niñas cuyo único “pecado” es tener una sexualidad que no es como la mayoritaria o no cumple estrictamente con los roles de género.
Descansa en paz, Jadin.
«Al otro lado del armario» es una sección escrita por Pablo López, psicólogo clínico y director de educadiversa.org, que versa en torno a la Psicología y a la Educación sobre la diversidad afectivo-sexual y prevención del maltrato en el aula.
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Educadiversa organiza un seminario de prevención del bullying homofóbico en la Universidad de Talavera de la Reina los próximos días 28 de febrero y 1 de marzo que convalida créditos de libre configuración.
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Segun un estudio 1 de cada 3 jovenes entre 14 y 35 años que se suicida lo hace por homofobia. De modo que urge una accion determinada para educar en el respeto hacia la diversidad afectivo-sexual asi como para formar a profesores para actuar adecuadamente cuando detectan casos de acoso. Yo en los 90 sufri acoso e incluso violencia fisica en el Instituto de Bachiller ante la indiferencia de todos mis profesores. Esto tiene que acabar YA
Y eso que no se cuenta los suicidios de l@s LGBT que mueren dentro del armario (l@s “heterosexuales” depresiv@s y suicidas “sin ninguna razón”), ¿porque fulan@ es tan triste? ¿Por qué se suicido? Eso es lo que se preguntan los familiares y conocidos de estos LGBT que se deprimen o y se suicidan sin que nadie sepa que lo son. Algunas veces los familiares y conocidos lo sospechan, pero como eso es una “vergüenza” se autoengañan o se quedan callado para no “insultar” a la memoria del o la fallecid@. ¡LA HOMOFOBIA MATA! Incluso a escondida.