Joven homosexual turco en paradero desconocido tras ser secuestrado por su propio padre el día 23

Ramazan Kalkan, activista turco del colectivo Pembe Hayat (Vida Rosa) con sede en Ankara, ha denunciado que su novio, Umut Göktuğ Söyler, fue secuestrado el pasado 23 de febrero por su padre, coronel del Ejército turco, y sus tíos. Kalkan también ha denunciado que, durante el secuestro, él mismo fue atacado y amenazado de muerte. 

Según ha contado Ramazan (en la foto) al grupo de defensa LGTB Kaos GL, no es la primera vez que la pareja se enfrenta a la hostilidad de la familia de su novio. En una ocasión anterior, el padre de Umut le confinó en casa de uno sus tíos, oficial de policía, en la remota ciudad de Amasya, con la intención de separarlos definitivamente. Tras lograr escapar, Umut y Ramazan solicitaron a la autoridad judicial una orden de protección, que fue concedida. Sin embargo, el pasado día 23, cuando los familiares de Umut perpetraron su secuestro, las fuerzas policiales no hicieron acto de presencia. Las cámaras de seguridad próximas al lugar recogieron con claridad cómo transcurrieron los hechos, pudiéndose ver cómo el joven Umut es llevado en volandas por dos hombres hacia un vehículo. A fecha de hoy no se sabe nada del paradero de Umut, aunque se ha presentado la oportuna denuncia.

El abogado Ahmet Toköz ha denunciado que no hay ninguna investigación en curso, a pesar de la gravedad de los hechos y del riesgo claro para la integridad de la víctima. “El proceso no se pone en marcha debido a que la víctima es homosexual y los autores son cercanos a la policía», ha afirmado. Binnaz Toprak, diputado del principal partido de la oposición, el centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo, se ha comprometido a seguir el caso de cerca para acelerar la investigación policial.

Hace dos semanas, el Partido Republicano del Pueblo solicitó en la Asamblea Nacional turca la formación de una comisión que estudie los problemas de la comunidad LGTB en Turquía, con el apoyo de sus 59 diputados.

Una situación difícil para las personas LGTB

Pese a haberse reforzado notablemente (son cada vez más, por ejemplo, las personas que toman parte en las celebraciones del Orgullo de Estambul), la comunidad LGTB turca vive un momento muy complejo desde el punto de vista político y social (en verano de 2012 dedicábamos una extensa entrada al tema, que sigue siendo perfectamente válida). Turquía ocupa en cualquier caso uno de los últimos lugares en Europa en materia de derechos LGTB, como puso en evidencia el último informe anual publicado por ILGA Europe.

Formalmente las relaciones homosexuales no han sido nunca delito en Turquía, pero persisten leyes que castigan el “escándalo público” y que pueden ser utilizadas en contra de las personas LGTB. La censura y la discriminación siguen siendo además una realidad: además de los terribles crímenes de honor -como el asesinato de R.A., un adolescente homosexual, a manos de su propio padre; el de Ramazan Çetin, una mujer transexual, a manos de su propio hermano, o el del estudiante gay Ahmet Yildiz, también a manos de su padre- en dosmanzanas nos hemos ocupado de casos como el del despido de un árbitro de fútbol que se declaró homosexual, de la censura de páginas web y de intentos de ilegalizar asociaciones LGTB. En un informe sobre Turquía presentado en abril del año pasado, el Parlamento Europeo manifestó “su honda preocupación por la persecución constante de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales sobre la base de la ley de delitos menores y de las disposiciones relativas a la ‘conducta inmoral’”.

Especialmente complicada es la situación de las mujeres transexuales. Las personas transexuales pueden acceder desde 1988 al proceso de reasignación sexual y modificar su situación registral, pero la transfobia social es elevada. En muchos casos las mujeres transexuales son repudiadas por su familias y obligadas a ejercer la prostitución. A diario son detenidas bajo la acusación de alteración del orden público y llevadas a comisaría donde frecuentemente son víctimas de la violencia policial (ejemplo de ello es la agresión a un grupo de activistas transgénero de Pembe Hayat, que recogimos en 2010). Una encuesta hecha a 104 mujeres transexuales reveló que el 89% de ellas habían sido víctimas de violencia en dependencias policiales. Turquía ocupa el primer lugar entre los 47 países miembros del Consejo de Europa, y el séptimo lugar en el mundo, por el número de homicidios motivados por el odio transfóbico.

En junio de 2012 recogimos también la grave sentencia del Tribunal Supremo turco que afirmó que sexo anal y oral son “antinaturales” y los comparó a “la tortura, la violencia sadomasoquista, la zoofilia y la necrofilia”. El Gobierno turco se ha negado además a incluir la protección a las personas LGTB en la nueva Constitución y a promover leyes contra la discriminación, y ha permitido a políticos de primera línea hacer declaraciones homófobas. Es el caso, por ejemplo, de la ministra de Mujer y Familia Aliye Kavaf, que en 2010 calificó a la homosexualidad de “trastorno que necesita ser tratado“. Más recientemente, en noviembre de 2012, se conocía que el nuevo código disciplinario del Ejército turco incluiría la “intimidad antinatural” como una falta castigada con la expulsión.