Si nos multan a una, nos multan a todas
Llevamos desde el 15M saliendo a las calles. Como a casi todas, desde entonces nos han retenido, nos han identificado, nos han disuelto, nos han bloqueado el paso, nos han empujado, nos han aporreado y también, más de una vez, han conseguido hacernos correr.
Pero no nos habían multado. Ni siquiera por besarnos delante del papa. Aquel día nos identificaron, sí, nos retuvieron, también, hasta nos escoltaron hasta Chueca, como si fuéramos animales escapados del zoo. Pero no nos multaron. Hasta que vino la Merkel a hacernos una visita.
Quisimos corresponderla con una buena recepción y nos vestimos con nuestros mejores lunares, nuestros sombreros cordobeses, nuestros abanicos, hasta ensayamos unos bailes y unas coplillas y allá que nos fuimos con nuestra gloriosa pancarta de bienvenida.
Pero a las del casco no les hizo gracia nuestro despliegue. Así que nos pidieron nuestros documentos de identidad.
– Pero si sólo estamos de paseo! -Alegamos.
– ¿Con una pancarta? -Inquirieron.
– Pues sí, de paseo por el pueblo de Madriz.
– Que no se te escape esa. -Procedieron.
Inconvenientemente identificadas, seguimos nuestro paseo, blandimos nuestros abanicos y entonamos nuestras coplas. A la Merkel, ni la vimos, ni nos vino a saludar, la muy engreída. Así que nos fuimos a casa, muy despagadas por su actitud y, para rematar, cuál no sería nuestra sorpresa, meses después, recibimos cinco multas como cinco soles.
Y así estamos, despagadas pero pagando, multadas por pasear y por cantar nuestros versos. Por desafinar. Claro que no cejaremos, ni nos quedaremos en casa. Seguiremos desafinando. Porque nos encanta dar la nota y, entre todas las notas, la que más nos gusta es siempre la más discordante. Eso sí, nos vendría bien tu ayuda. Porque 5 multas a 350 euros cada una, son 1750 (arrea) euros que debe la Asamblea Transmaricabollo de Sol. Y los queremos pagar entre todas, multadas y sin multar, asambleadas y sin asamblear. Porque si nos callan a una, nos callan a todas. Si nos quieres apoyar, échanos algo, mi arma, que no tenemos miedo, pero tampoco dineros. A cambio montaremos una fiesta tremebunda para reunir hasta el último eurillo con el que pretendan, ingenuos e ilusos represores fascistas de hoy y de siempre, hacernos callar.