Lima celebra su XII Marcha del Orgullo en un clima poco favorable a los derechos LGBTI
Este sábado 29 de junio tiene lugar en Lima (Perú) la XII Marcha del Orgullo LGBTI. Una marcha que busca reafirmar el derecho a la vida e integridad física de lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales, así como denunciar la inacción del Estado peruano frente a la violencia y discriminación contra este colectivo.
La marcha, secundada por decenas de grupos LGBTI, partirá a las 15:00 horas del Campo de Marte, rumbo a la Plaza San Martín, bajo el lema ¿CUANT@S MÁS TENEMOS QUE MORIR?. Hacia las 15:30 se ejecutará la intervención “Una alfombra roja contra los crímenes de odio” en la que participarán cientos de marchantes. Durante 10 a 15 minutos, aproximadamente, el tramo de la avenida Wilson que colinda con el Centro Cívico (Real Plaza) se convertirá en una alfombra roja humana que tiene como objetivo sensibilizar a la opinión pública sobre los efectos de la violencia y la discriminación por razones de homofobia, lesbofobia y transfobia, que en casos extremos llega hasta el asesinato. La intervención busca además denunciar al Estado peruano por ignorar los derechos de las personas LGBTI y ni siquiera poner en marcha medidas para proteger sus vidas e integridad física.
La marcha concluirá en la Plaza San Martin tras recorrer aproximadamente dos kilómetros y medio por las avenidas Wilson y Colmena. Allí tendrá lugar un espectáculo artístico que espera congregar a más de cinco mil personas.
Un ambiente poco favorable para los derechos LGTBI
Este año la marcha limeña tiene lugar en un ambiente poco favorable para los derechos de las personas LGBTI en el Perú, en contraste con los avances logrados en países vecinos como Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador o Chile, que tienen leyes que sancionan los crímenes de odio y/o normas que reconocen las uniones entre personas del mismo sexo.
Varias razones explican este ambiente. Hace pocas semanas, el Gobierno peruano anunció su decisión de no incluir los derechos LGTB en el Plan Nacional de Derechos Humanos, pese a las recomendaciones de instancias internacionales. Y hace algunos días la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso recomendaba excluir las referencias a orientación sexual e identidad de género del proyecto de ley sobre crímenes motivados por la discriminación («crímenes de odio»), una iniciativa legislativa que se debatirá en el pleno del Congreso el jueves próximo. Y ello a pesar de que alrededor de 70 personas mueren anualmente víctimas de crímenes motivados en el odio hacia su orientación sexual o identidad de género.
A esto se suma el hecho que durante el gobierno del presidente Ollanta Humala no se ha conseguido avance alguno en materia LGBTI. Ni siquiera la bastante «gay friendly» Municipalidad Metropolitana de Lima ha sido capaz de promulgar la prometida Ordenanza contra la Discriminación. Conviene precisar, en este caso, que el simple anuncio provocó una altisonante respuesta por parte de los fundamentalistas religiosos, y de hecho fue una de las razones esgrimidas durante la campaña por la revocatoria de la alcaldesa Susana Villarán, de la que esta salió triunfante pero a costa de perder a buena parte de sus regidores.
En definitiva, el comportamiento tanto del Gobierno de Humala como del Congreso y la Municipalidad Metropolitana hace notar el poderío del lobby religioso conformado por fundamentalistas evangélicos y católicos, que frente a los derechos LGBTI olvidan sus diferencias doctrinarias y se unen en el odio común. En los últimos tiempos solo una noticia positiva ha aliviado un poco el ambiente: la multa impuesta por El Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) a un hotel de Tacna que en marzo de 2012 se negó a alojar a una pareja gay.
Pese a todo, los ánimos de los y las limeñas LGBTI no han decaído, y se aprestan a llevar a cabo una marcha cuyo objetivo es superar largamente las 5.000 personas participantes (cifra que ya se ha alcanzado en las últimas ediciones). El tono de la marcha, como siempre, será a la vez de fiesta y reivindicación: habrá pancartas de denuncia pero también quienes se atrevan a desafiar el invierno limeño y marchar escasos de ropa, como se estila en las principales marchas del hemisferio norte.