Lituania: bloquean una iniciativa de referéndum que pretendía aprobar una ley contra la «propaganda homosexual» a la rusa
La Comisión Electoral Central de Lituania ha rechazado, por un estrecho margen, una solicitud formal que pretendía recoger las firmas necesarias para llevar a referéndum la aprobación una ley contra la que llaman «propaganda homosexual» similar a la vigente en la vecina Rusia. Lituania, en cualquier caso, ya ha aprobado varias leyes de carácter homófobo.
Cinco de los miembros de la Comisión se han opuesto a registrar la propuesta, frente a cuatro que eran favorables. Otros dos se han abstenido. Sin duda ha tenido mucho que ver en la negativa el dictamen del departamento jurídico del Parlamento lituano, que había advertido a la Comisión Electoral que dar luz verde al proyecto podría considerarse discriminatorio, contrario a la Constitución y contrario a los tratados internacionales firmados por el estado lituano. Lituania, recordamos, es miembro de pleno derecho de la Unión Europea, organización de la que precisamente este semestre ostenta la presidencia de turno.
El principal promotor de la propuesta, el concejal de Kaunas (la segunda ciudad del país) Gintautas Labanauskas, ha mostrado su contrariedad, asegurando que lo su propuesta solo persigue impedir la propaganda «agresiva» de la homosexualidad. Labanauskas no descarta de hecho recurrir la decisión a los tribunales.
En caso de haber obtenido permiso, los partidarios de la iniciativa homófoba tendrían que haber reunido 300.000 firmas de potenciales votantes para así poder someterla a referéndum. Un objetivo que no parece descabellado en Lituania, un país en el que sin llegar a los extremos de la vecina Rusia la homofobia social es aún muy fuerte. De hecho un proyecto similar al ahora vetado ya fue propuesto en 2010 en el Parlamento lituano. La respuesta de la presidenta Dalia Grybauskaite (antigua comisaria europea) y la protesta del Parlamento Europeo actuaron entonces como freno al proyecto.
Una realidad difícil
La situación de las personas LGTB en Lituania, república báltica de mayoría católica, es particularmente difícil. Hace solo una semana recogíamos por ejemplo el ataque que sufrió la Marcha del Orgullo Báltico, que este año se celebraba precisamente en Vilna, la capital. Y el hecho cierto es que a lo largo de los últimos años Lituania ha aprobado diversas medidas de carácter homófobo.
En octubre de 2010 entró en vigor la reforma que prohíbe la “manifestación y promoción” de contenidos publicitarios referidos a «orientación sexual». Una prohibición que afecta a servicios publicitarios dirigidos a toda la población, y no solo a los menores. Meses atrás, en marzo de 2010, había entrado en vigor la llamada ley de “de protección de menores contra el efecto perjudicial de la información pública”. Pese a que posteriormente fue corregida tras las numerosas protestas (prohibía informar de forma positiva sobre homosexualidad en escuelas, lugares públicos y medios de comunicación que pudieran ser vistos por niños), su redacción definitiva sigue estigmatizando la información sobre homosexualidad: se eliminó la referencia explícita pero se prohíbe toda aquella información “que promueva el abuso sexual a menores, las relaciones sexuales entre menores y en general las relaciones sexuales”, estipulando que no podrán promocionarse “concepciones de la familia distintas a las determinadas por la Constitución de la República y el Código Civil”. Dado que la Constitución lituana prohíbe explícitamente el matrimonio entre personas del mismo sexo, las dificultades son obvias. También se ha intentado prohibir las celebraciones del Orgullo e incluso se ha propuesto prohibir la cirugía de reasignación de sexo.
Sin embargo, a pesar de esta situación tan difícil, las estadísticas prueban que la sociedad lituana se moderniza rápidamente. Cada vez son más los que eligen vivir en pareja de hecho: el 40% de las parejas conviven fuera del matrimonio y el 35% de los niños viven hoy en familias no tradicionales. Una parte significativa son criados en familias homoparentales, cuya vida ha sido retratada en un interesante reportaje de la periodista Rasa Navickaitė.