Preocupación entre la comunidad LGTB de Zimbabue ante el nuevo mandato de Mugabe

No hubo sorpresas en Zimbabue tras las elecciones generales del pasado 31 de julio. Robert Mugabe, tras más de 33 años en el poder, se declaró vencedor a pesar de las numerosas acusaciones de fraude electoral. La comunidad LGTB del país teme ahora un recrudecimiento de la persecución tras las últimas diatribas homófobas del presidente.

Ya durante la campaña electoral, Mugabe expresó su intención de convertir Zimbabue en un “infierno para los homosexuales” y anunció que “después de las elecciones, vamos a endurecer la ley y hacerla realmente punitiva y amarga para estas personas. Actualmente, se cumplen más o menos tres meses de prisión. Deben pudrirse en la cárcel…”. Unos días antes de los comicios, el mandatario de 89 años amenazaba a gays y lesbianas con “cortarles la cabeza” y los tachaba de ser “peores que los perros y los cerdos”, porque “el cerdo macho conoce a la hembra”. Las elecciones arrojaron un 61% de apoyos para la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF, el partido de Mugabe), resultado que ha sido fuertemente contestado desde dentro y desde fuera del país. El informe de la propia Comisión Electoral señala irregularidades tales como la inclusión de personas fallecidas en las listas electorales, la desaparición de las mismas de cientos de miles de votantes de las zonas urbanas, más propensos a votar por la oposición, o el voto coaccionado.

Los colectivos LGTB del país temen ahora que la ZANU-PF, que tiene una mayoría de dos tercios en la cámara baja del parlamento zimbabuense, reforme la Constitución para endurecer las penas por homosexualidad: el ministro de Justicia, Patrick Chinamasa, ya ha adelantado que la ley fundamental del país “necesita una limpieza”. El actual texto, fruto del consenso entre el partido de Mugabe y el opositor del primer ministro Morgan Tsvangirai, incluye la frase “las personas del mismo sexo tienen prohibido casarse entre ellas”. Los activistas temen que este artículo sea ampliado para elevar a rango constitucional las leyes que ya prohíben cualquier manifestación de afecto entre personas del mismo sexo, algo que intentó la ZANU-PF durante la anterior negociación y que ahora podría hacer en solitario.

La situación de las personas LGTB en Zimbabue es muy delicada, como hemos recogido en diversas ocasiones. Aunque se aplica con laxitud, la legislación persigue toda actividad homosexual. En julio de 2012 recogíamos, por ejemplo, la detención de dos hombres después de que un empleado de una tienda de reparación de móviles descubriera en el terminal de uno de los detenidos fotografías besándose. En cuanto a otras declaraciones homófobas del presidente Mugabe, tenemos en dosmanzanas un amplio repertorio para elegir: calificó de “satánica“ la propuesta de David Cameron de asociar la ayuda británica al desarrollo al respeto de los derechos de la población LGTB y unos meses después, mandó al mandatario europeo “al infierno“ por defender los derechos LGTB. Antes había calificado a la homosexualidad de “inmundicia europea“. Otra de sus ocurrencias fue acusar a los gays de perjudicar los derechos de las mujeres. El primer ministro Morgan Tsvangirai, por el contrario, se mostró en 2011 partidario de reconocer los derechos de las personas homosexuales en la nueva constitución del país, posibilidad que fue rechazada de plano por los partidarios de Mugabe.