Italia: la Cámara de Diputados aprueba un descafeinado proyecto de ley contra la homofobia que los colectivos LGTB rechazan

Tras un accidentado proceso de discusión, la Cámara de Diputados de Italia aprobaba por fin el pasado jueves el proyecto de ley contra la discriminación homófoba y tránsfoba, primera de las materias relacionadas con el ámbito LGTB que se discute en el Parlamento salido de las últimas elecciones. Un proyecto que de forma unánime es rechazado por colectivos y grupos de defensa de los derechos LGTB, que asisten impotentes al hecho de que partidos políticos, sindicatos y organizaciones culturales y religiosas queden salvaguardados en aras de un supuesto respeto a la libertad de expresión. El proyecto debe ser ahora discutido por el Senado.

A finales de julio explicábamos con cierto detalle la discusión. Tras fracasar hasta en cuatro ocasiones en la anterior legislatura, el nuevo intento de aprobar una ley contra la discriminación homófoba y tránsfoba lleva ahora la firma del diputado abiertamente gay del Partido Democrático (PD), Ivan Scalfarotto. Consiste en una propuesta de modificación de las vigentes leyes Reale (654/1975) y Mancino (205/1993), que castigan la discriminación por motivos étnicos o religiosos, para introducir también la discriminación por orientación sexual e identidad de género.

O así era inicialmente, dado que tras su paso por la comisión de Justicia de la Cámara la propuesta fue ampliamente «cepillada». Desaparecían del original las expresiones “orientación sexual” e “identidad de género”, de las cuales se daba además una definición concreta a efectos legales, para ser sustituidos por “homofobia” y “transfobia”, términos de los cuales no se daba definición precisa. «Las dos palabras son usadas el lenguaje común, pero desde el punto del derecho pueden resultar indeterminadas en ausencia de una definición precisa como objeto penal”, expresaba en un comunicado la asociación de abogados por los derechos LGTB Rete Lenford.

Pero no quedaba ahí la cosa: aunque el proyecto de ley introducía como novedad la prohibición de conductas entendidas como destinadas a propagar el odio homófobo y tránsfobo que no constituyan un delito más grave (Ley Reale), excluía el considerar el odio por razones de orientación sexual e identidad de género un agravante a la hora de castigar penalmente las agresiones violentas, como sí ocurre con el odio racial o religioso (artículo 3 de la Ley Mancino). Una exclusión escandalosa que, como bien expresaba el colectivo Arcigay, suponía que homosexuales y transexuales estuvieran expresamente “discriminados dentro de una ley contra la discriminación”.

Así quedó la cosa hasta este mes de septiembre, cuando tras el paréntesis veraniego se retomaba la discusión. Finalmente el PD llegaba a un acuerdo con otras fuerzas para considerar el odio homófobo y tránsfobo agravante penal, pero solo cuando se trate de un comportamiento violento individual y aislado. Una cláusula añadida con el supuesto objetivo de preservar la libertad de expresión excluye expresamente su aplicación a organizaciones de tipo político, sindical, cultural, sanitario o religioso. La cláusula permitía que el proyecto fuera aprobado por una mayoría de 228 votos a favor, 108 en contra y 57 abstenciones (se ausentaron la friolera 236 diputados). Han votado a favor PD, a pesar de la existencia de voces internas contrarias a la claudicación; los centristas de Mario Monti y los derechistas de la Liga Norte, mientras que se han opuesto Pueblo de la Libertad (PdL, el partido de Silvio Berlusconi), el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la formación de izquierda de Nichi Vendola, Izquierda Ecología Libertad (SEL).

Un dato de hasta qué punto el proyecto aprobado por la Cámara de Diputados es del agrado de los más conservadores es el hecho de que dos diputados especialmente homófobos, Paola Binetti y Rocco Buttiglione, hayan votado a favor. Está por ver, en cualquier caso, qué sucede en el Senado, donde sin el apoyo del PdL el proyecto puede verse abocado al fracaso.

Una situación política viciada por el pacto PD-PdL

En última instancia, lo sucedido es buena muestra de la situación política derivada del pacto de gobierno entre PD (principal formación del centro-izquierda, pero en la cual el peso de su sector católico es determinante) y PdL, principal formación de la derecha. Un pacto forjado para mantener inalterable el statu quo de la política italiana y que deja al colectivo LGTB como uno de los principales damnificados, como ya adelantábamos en abril.

La situación es especialmente dolorosa al considerar que si el PD tuviera una actitud firme de compromiso con los derechos LGTB la situación sería muy distinta, ya que tanto en Cámara de Diputados como en Senado existe sobre el papel mayoría parlamentaria progresista. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo, pese a las polémicas que con frecuencia rodean las declaraciones de algunos de sus miembros, está dispuesto a legislar en este sentido, y de hecho presentó en abril un completo paquete de propuestas fruto de la colaboración con Rete Lenford que incluye, por ejemplo, el matrimonio igualitario.

Los diputados del M5S, de hecho, protagonizaron el jueves un momento especialmente simbólico, cuando quisieron demostrar en pleno hemiciclo su apoyo a los derechos LGTB besándose hombres con hombres y mujeres con mujeres: