La cosa va de Historia
Nos llegó antes del verano un nuevo libro de relatos de la editorial Stonewall: Tiempo al tiempo. Como siempre, los cuentos son de temática LGTB pero esta vez se trata de relatos históricos, ordenados cronológicamente desde la Prehistoria hasta la explosión del Challenger.
Los autores son de sobra conocidos para los que frecuentan estos desayunos: Didí Escobart (que nos ofrece un desternillante relato que anticipa su próxima incursión novelística en una saga sobre el clan de las perras cuaternarias), Sofía Olguín (bonito cuento de buenos y malos ladrones), Juan Flahn (en torno al año 33 dC, más o menos), Guillermo Arróniz (con un deslumbrante relato que confirma la calidad excelente de todo lo que escribe este muchacho), Gustavo Liévano (nombre de Galileo Campanella, el autor El Blues del Hada Azul, que pisa nuevos terrenos literarios en los que nos encontramos más a gusto), Javier Quevedo Puchal (una mirada verde y norteña en la España de 1626), Raquel G. Íñiguez (con una historia muy maja y muy goyesca), Víctor Manuel Ruiz (los relatos históricos son su especialidad, esta vez sobre Francisco de Asís, “la Paquita”), Eduardo García (que se atreve a dar vida a Dorian Gray), Mónica Martín (estupendamente ambientado en los convulsos inicios del s. XX), César Augusto Cair (sobre Lili Elbe), Mª Concepción Regueiro (amores lésbicos en la II República), Carlos G. García (escalofriante y durísima historia de amor de postguerra), Roberto Carrasco (que reconstruye ni más ni menos que aquella noche del Stonewall Inn), Miguel G. (brutal historia de un Madrid que recordamos: el 23 F y Alcalá 20) y Diego Manuel Béjar (el editor se lanza a la escritura con un cuento muy sencillo, muy bonito, que deja un gusto amable pese al dolor).
Por cierto, gracias a la colaboración desinteresada de todos los autores, el 10% de las ventas del libro se destinará a proyectos educativos de la FELGTB.
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La inmortalidad del cangrejo es la nueva novela de Fernando J. López (Editorial Baile del Sol), el aclamado autor de esa excelente novela que es La edad de la ira. Hace poco hablábamos de Algún día este dolor te será útil: también esta novela tiene las torres gemelas como símbolo de una generación sin cimientos, esa generación que piensa en la inmortalidad del cangrejo porque quizá no tiene nada más amable (ni más realista) en lo que pensar. Porque a diferencia de la novela de Peter Cameron, no hay humor en La inmortalidad del cangrejo, y si lo hay, es ese humor cansado y condescendiente de las ocho de la mañana tras una noche de borrachera.
Por supuesto, hay intriga: Álex, el mejor amigo del protagonista, desaparece sin dejar más rastro que sus últimos correos electrónicos con hombres que ha conocido a través de chats de sexo en Internet. Que Álex sea heterosexual añade morbo al asunto, claro. Y Alfredo, el protagonista, se debate entre el amor a su novio (que está a miles de kilómetros de distancia y casi nunca ve) y el miedo al estar poniendo demasiado de su parte. Los titulares de periódicos relativos a la época en la que se desarrolla la novela (2001) que inician los capítulos son absolutamente escalofriantes leídos con la perspectiva actual: ¿cómo no pudimos verlo?
En cualquier caso el año 2013 está siendo el año de Fernando J. López: ha publicado dos novelas (La inmortalidad del cangrejo, con Baile del Sol, y Las vidas que inventamos, con Espasa), la edición de su primer texto para público infantil y juvenil (El reino de las Tres Lunas, con Alfaguara) y una nueva publicación teatral (Saltar sin red, con ediciones Antígona), además de la presencia en los escenarios teatrales de Cuando fuimos dos (cuyo texto fue publicado por Ñaque). ¡Enhorabuena!
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