Lituania se plantea de nuevo introducir legislación homófoba y tránsfoba
Vuelven las iniciativas anti-LGTB a la república báltica de Lituania. La agenda legislativa prevista para el periodo de sesiones de otoño, hecha pública el pasado 5 de septiembre, incluye la tramitación de cuatro iniciativas de carácter fuertemente homófobo y tránsfobo.
Concretamente, las propuestas incluyen la prohibición total de la cirugía de reasignación de sexo (algo que ya se intentó en 2011); la prohibición de la adopción a las parejas del mismo sexo; la aprobación de una nueva norma que castigaría con fuertes multas la “denigración de valores morales constitucionales” y la exclusión expresa de las “críticas a la homosexualidad” de lo que se considera delito de incitación al odio.
La justificación a la primera de las iniciativas deja al descubierto la profunda ignorancia de los legisladores lituanos sobre el asunto: la reasignación de sexo es imposible, según afirman, ya que el género “está determinado genéticamente desde el mismo momento de la concepción” y el proceso “lleva aparejado la discapacidad radical de una persona, porque se castra a personas físicamente sanas que son capaces de concebir y criar hijos”. Para el veto a la adopción, recurren al habitual “todos los niños tienen el derecho natural a un padre y a una madre”. Y muy preocupante también es la propuesta que persigue que criticar la homosexualidad o intentar cambiar la orientación sexual de alguien deje de ser considerado una discriminación o un abuso.
El diputado de conocidas convicciones homófobas Petras Gražulis, que también es el autor de la iniciativa para perseguir la “denigración de valores morales constitucionales”, pretende asimismo que los organizadores de cualquier manifestación se hagan cargo de los gastos de seguridad asociados, después de saberse que la protección a los participantes en el Orgullo Báltico de este año costó unos 53.000 euros. Esta propuesta no está, por el momento, en la agenda del Parlamento.
Una realidad difícil
La situación de las personas LGTB en Lituania, país de mayoría católica, es particularmente difícil. Hace dos meses recogíamos por ejemplo el ataque que sufrió la Marcha del Orgullo Báltico a la que hemos hecho referencia, que este año se celebraba precisamente en Vilna, la capital. Y el hecho cierto es que a lo largo de los últimos años Lituania ha aprobado diversas medidas de carácter homófobo.
En octubre de 2010 entró en vigor la reforma que prohíbe la “manifestación y promoción” de contenidos publicitarios referidos a “orientación sexual”. Una prohibición que afecta a servicios publicitarios dirigidos a toda la población, y no solo a los menores. Meses atrás, en marzo de 2010, había entrado en vigor la llamada ley de “de protección de menores contra el efecto perjudicial de la información pública”. Pese a que posteriormente fue corregida tras las numerosas protestas (prohibía informar de forma positiva sobre homosexualidad en escuelas, lugares públicos y medios de comunicación que pudieran ser vistos por niños), su redacción definitiva sigue estigmatizando la información sobre homosexualidad: se eliminó la referencia explícita pero se prohíbe toda aquella información “que promueva el abuso sexual a menores, las relaciones sexuales entre menores y en general las relaciones sexuales”, estipulando que no podrán promocionarse “concepciones de la familia distintas a las determinadas por la Constitución de la República y el Código Civil”. Dado que la Constitución lituana prohíbe explícitamente el matrimonio entre personas del mismo sexo, las dificultades son obvias. También se ha intentado prohibir las celebraciones del Orgullo, y una iniciativa de referéndum que pretendía aprobar una ley contra la “propaganda homosexual” a la rusa fue bloqueada el pasado mes de agosto.
Una situación jurídica que contrasta con el hecho de que, tal como muestran las estadísticas, la sociedad lituana se moderniza rápidamente. Cada vez son más los que eligen vivir en pareja de hecho: el 40% de las parejas conviven fuera del matrimonio y el 35% de los niños viven hoy en familias no tradicionales. Una parte significativa son criados en familias homoparentales, cuya vida ha sido retratada en un interesante reportaje de la periodista Rasa Navickaitė. El país ostenta además la presidencia de turno de la Unión Europea durante este semestre.
El brazo de la Antigua unión soviética es largo y poderoso. Putin aunque con careta, no deja de ser jefe de la K.G.B. su poder salta fronteras. Los comunistas de la unión soviética, millonarios ahora,inversores en Marballa,cuando nos descuidemos nos llevan a la Trebinka.
Hombre, desde luego Rusia tiene un gran predicamento entre los homófobos de todo el orbe, pero Lituania tiene ciertas especificidades que me hacen dudar mucho de que en este caso la dinámica venga impulsada desde ese ámbito. Cómo muy bien explica el post el país es masivamente católico, a lo que habría que añadir que, a diferencia de los otros dos países bálticos la minoría rusa es muy reducida, tanto que la primera minoría nacional no es la rusa, sino la polaca. De hecho, la historia de Lituania y Polonia se entrelazó durante muchos años en una reino conjunto. Algo que mucha gente ignora es que la capital, Vilna, formó parte de Polonia en el período de entreguerras, cuando las repúblicas bálticas disfrutaron de un corto período de independencia, y en las áreas rurales que rodean esa capital donde se concentra la nutrida minoría polaca. La primera capital de ese país fue Kaunas.
Me temo que en este caso (y no es el único), la pervivencia de un catolicismo especialmente vivo, influyente y obediente a El Vaticano, es un factor muchísimo más determinante…
No puedo estar mas de acerdo con nazareno. Precisamente la homofobia en Lituania tiene que sortear que se le identifique con lo ruso. El seguimiento masivo al catolicismo es la que esta detras de esa homofobia. Recordemos que Lituania fue precursora de leyes anti gay.