Nuevo libro sobre Matthew Shepard alimenta teorías negacionistas
Un nuevo libro sobre el asesinato de Matthew Shepard niega que se tratase de un crimen homofóbico. El autor ofrece una teoría alternativa que ha dado alas a medios ultraconservadores para quejarse del “victimismo” de la militancia LGTB.
El periodista Stephen Jimenez afirma en un libro publicado recientemente que Matthew Shepard no fue víctima de un crimen homófobo. Según el periodista, el asesino del joven, Aaron McKinney, era en realidad bisexual y ambos habían tenido amistad y relaciones sexuales previamente. Ambos habrían sido además consumidores de metanfetamina, lo que según Jimenez estuvo en el origen del asesinato de Shepard. Una teoría que lleva a Jimenez a concluir que todo el activismo suscitado a raíz del asesinato de Shepard se habría basado en una mitología.
La familia de Shepard ha preferido no dar respuesta: “Los intentos recientes de reescribir la historia de este crimen de odio parecen estar basados en fuentes poco fiables, errores sobre hechos, rumores e insinuaciones… No respondemos a insinuaciones, a rumores o teorías de la conspiración. En su lugar, reiteramos nuestro compromiso con honrar la memoria de Matthew y nos negamos a ser intimidados con quienes pretenden mancillarla”.
La versión de Jimenez no es en realidad nueva. Ya en noviembre de 2004, este periodista fue coproductor de un polémico reportaje para la cadena ABC en el que daba rienda suelta a su teoría, minimizando o negando las pruebas a favor de la motivación homófoba que fueron determinantes en el juicio. Las inexactitudes de este programa fueron denunciadas en primer lugar por la Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación (GLAAD), pero también por personas muy familiarizadas con los hechos como Moisés Kaufmann, director del El proyecto Laramie, o Dave O’Malley, el capitán de policía de Laramie (cuyos comentarios aparecieron muy selectivamente recortados en el reportaje). En primer lugar, con independencia de que McKinney o Shepard hubieran consumido drogas con anterioridad, no hay pruebas de que estas desempeñaran papel alguno en el asesinato. La teoría tampoco tiene en cuenta que el mismo McKinney reconoció en el juicio una motivación anti-gay, y de hecho recurrió al “pánico gay” como estrategia de defensa. De hecho, como denunció Judy Shepard, la madre de Matthew, en el reportaje se seleccionaron sus palabras de forma sesgada.
Se da también la circunstancia de que el autor de este libro es amigo de Tim Newcomb, abogado del otro asesino, Russell Henderson. De hecho, la versión de Jimenez hace aparecer a Henderson como una segunda víctima de McKinney, golpeada por éste al intentar impedir que siguiera agrediendo a Shepard. Asimismo, parece ser que meses antes de su investigación para el documental de 2004 Jimenez ya había adelantado el resultado.
La publicación de este libro ha sido utilizada por ámbitos homófobos para desacreditar la denuncia de la violencia contra las personas LGTB. En España, por ejemplo, webs ultraconservadoras han reproducido la noticia, considerando la versión oficial del asesinato de Shepard un ejemplo del modo en que el “lobby gay” quiere intimidar a quienes no acepten el “estilo de vida homosexual”. Según este discurso, la denuncia de los crímenes de odio sería una pura maniobra propagandística para imponer avances legislativos. Hay dos aspectos más que resulta interesante destacar. En primer lugar se dice, para reforzar el argumento, que el propio Stephen Jimenez es homosexual, como si ello añadiera credibilidad a sus tesis. En segundo lugar, llama la atención que uno de los argumentos preferidos es el hecho de que Matthew Shepard consumiera drogas, como si hubiera que llevar una vida intachable para poder ser considerado una auténtica víctima. No se trata, por lo demás, de un recurso novedoso, pues se emplea habitualmente para culpabilizar a colectivos discriminados y descargar la responsabilidad de quienes discriminan. Así sucedió también con el asesinato del joven gay chileno Daniel Zamudio.
Estos malditos psicópatas cuanto daño hacen a la sociedad, joder. Y que haya gente que se lo crea a pies juntillas… puajjjjjjjj
Los homófobos harán todo lo que esté en su mano para reescribir la historia y convertir a las víctimas en culpables.
El problema de los homófobos con respecto a este tipo de agresiones, es que, obviamente, considera que no se trata de algo censurable, sino más bien de todo lo contrario. En Camerún los autoridades del país acaban de hacer lo prio en la ONU.
No sé, supongo que nunca se prodrá llegar a conseguir algo similar a lo que ocurre cuando algún iluminado pretende negar el holocausto de los campos de concentración nazi, pero hay que denunciar siempre estas actitudes.
Acabo de denunciar el comentario de Core por racista, comparar el color de piel de una persona con la mierda solo es prueba de que Core no tiene cerebro, sino un caco lleno de mierda.
Y con respecto a lo del libro del “periodista”: lo que quiere es vender el libro y se inventa esto para crear polémica y las personas por curiosidad y morbo compren el libro. Es inevitable de que haya rumores en contra de Matthew Shepard, una sociedad llena de homofóbicos inventarían eso y más para destruir su imagen y lo que representa, y así detener el progreso de la comunidad LGBT. ¡Todo es mentira!, no sucedió o son exageraciones excesivas, un grano de arena lo cuentan como una enorme roca, con tal de destruir la imagen de Matthew.
Y otra cosa: en un ataque homofóbico las personas creen que con decir que el agresor también era gay o que tuvo relaciones con la víctima, esto descarta automáticamente que el motivo del ataque fuera homofóbico. En este mundo hay muchos homosexuales y bisexuales que se odian y avergüenzan de sí mismo, y odian a otros homosexuales; atacarían y hasta asesinarían a otro homosexual por puro odio o “miedo”, o incluso para guardar las apariencia ante su grupo de amigos homofóbicos, o para callarle la boca a la víctima para que no cuente nada.
disculpen el primer párrafo ni iba, es que comente en esta misma noticia en otra página, y por estar de rápido cuando copie y pegue no me fije y copie también el primer párrafo. ¡discúlpenme!