Profesora transexual despedida por una escuela católica de Nueva York logra victoria judicial
Primera victoria judicial para Marla Krolikowskii, una profesora transexual que en octubre de 2012 fue despedida de una escuela católica de Nueva York, y de la que un empleado del centro llegó a decir que era “peor que un gay”. El juez ha desestimado los argumentos del centro, que pedía que la demanda no fuera tomada en consideración.
Marla Krolikowskii fue despedida de la St. Francis Preparatory School después de trabajar en ella durante 32 años. El centro alegó que los motivos fueron “apropiados y no discriminatorios”. «Fue insubordinada», aseguró el abogado de la escuela. Pero lo cierto es que el despido se produjo poco después de que la profesora, de 60 años de edad, hiciera público que era una mujer transexual. El detonante, al parecer, fueron las quejas de los padres de un alumno por el aspecto “feminizado” de la trabajadora, después de que se hubiera dejado crecer el cabello y se hubiera pintado las uñas.
El juez Duane Hart ha desestimado sin embargo los argumentos del colegio, que solicito que la demanda de la profesora no fuera tomada en consideración. “¿Insubordinación? ¿Después de 32 años enseñando? ¿Y la insubordinación parece coincidir con que exprese que es transgénero?”, se preguntó el propio juez, no sin escepticismo y algo de ironía. Hart ha rechazado además una moción paralela del colegio que argumentaba que Marla tenía un puesto análogo al de un ministro ordenado, por lo que podía ser tratada como tal y no según la legislación laboral habitual.
Se trata solo de un primer paso (la demanda seguirá su curso) pero supone al menos un dato alentador de cara a la lucha por los derechos laborales de las personas transexuales. Resulta además significativo que la denuncia fuera interpuesta por una trabajadora de la enseñanza, un sector en el que la visibilidad trans se ha revelado especialmente difícil. Todavía está reciente el suicidio de Lucy Meadows en Reino Unido, profesora de primaria que no pudo soportar la presión tránsfoba a la que fue sometida. Un periodista de la prensa sensacionalista, Richard Littlejohn, había llegado a decir de ella que “no está en el cuerpo equivocado, sino en el trabajo equivocado”. Tras el suicidio se criticó muy duramente el papel que los medios jugaron en la presión que Meadows había sufrido.