Gladiadores y gladiadoras
Seguro que los más mayores del lugar recuerdan la ya mítica portada de El gladiador de Chueca en la edición de Laertes: unos gayumbos blancos con prominentes sombras por los que asoman un par de billetes (de mil y de dos mil pesetas) que casi se pierden entre la hilera de pelillos que suben hacia el ombligo. Exitosa novela de Carlos Sanrune, que ahora, más de veinte años después, vuelve a publicar Egales.
¿Fue la primera novela española en usar la palabra “Chueca” en el título, cuando aún Chueca no era (desde luego) ni sombra de lo que fue (y digo fue, porque ya no es más)? A través de las grabaciones/confidencias de un chapero al supuesto autor del libro, en primera persona y con un lenguaje “cheli” que ya resultaba trasnochado en 1990 (pero así los clientes pagaban más), el joven cuenta su historia como si se tratara de un Guzmán de Alfarache de finales del XX: su infancia, sus estudios en un internado sevillano (y sus primeros y nunca después olvidados amores) y la entrada en el mundo del chaperío en un Madrid que se despierta resacoso de esa movida que nunca existió para casi nadie: el Carretas, Espoz y Mina, Almirante, Prim…
Además, al final se incluye como anexo el estudio “La representación del antihéroe en El Gladiador de Chueca” de por Luis Mora Álvarez. Muy criticada en su día por la homofobia (plumofobia) que destila, no debemos olvidar que el protagonista es un personaje absolutamente reconocible incluso en 2013 y con cuyas opiniones no es necesario identificarse sino reflexionar.
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Muy distinta es La perfección del silencio, segunda novela en Egales de Clara Asunción García, la aclamada autora ilicitana de El primer caso de Cate Maynes. Pero esta vez no se trata de El segundo caso de la detective Cate, sino de una historia de amor muy de nuestros días: un amor entre dos mujeres, Sara y Maca.
Sara es librera y Maca una ejecutiva de esas que no paran de viajar por todo el mundo (y que tiene miedo a las relaciones estables). Dos personajes más (y alguno que no revelamos) ayudan a que la trama discurra de manera trepidante y muy efectiva: la autora es capaz de mezclar acción, sexo, intriga, amor y humor con una elegante y envidiable habilidad, como solo una escritora de raza sabría hacerlo.
Porque, claro, no todo es solo una historia de amor: el pasado (más que turbio) de Maca amenaza tras cada esquina. Pero dejémoslo: desde luego, en este caso, el que suscribe prefiere guardar un perfecto silencio para que el lector disfrute lo mismo que él ha disfrutado.
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