Mendicutti y de Villena, de Villena y Mendicutti
A pesar de la alegría, resulta algo decepcionante haber tenido que esperar a 2013 para leer un libro dedicado a uno de nuestros mejores escritores (si alguien sabe de alguno anterior que lo diga: sería feliz rectificando). Una ética de la libertad. La narrativa de Eduardo Mendicutti es el excelente título de este libro editado por José Jurado Morales en Visor libros con la colaboración del Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación de la Universidad de Cádiz.
Estudio en el que han colaborado escritores como Luis Antonio de Villena, Vicente Molina Foix, Dieter Ingenschay o Alberto Mira entre otra veintena de estudiosos de la obra del escritor de Sanlúcar. Haciendo especial hincapié en las características de sus novelas (la construcción de una voz narrativa para los homosexuales desde la transición hasta hoy, esa ética de la libertad del título, la preocupación por los derechos de las minorías, el espléndido uso del lenguaje – madrileño, canalla, andaluz – y el uso del humor como herramienta de salvación: su mirada camp, que todo lo abarca.
Una buena ocasión para recuperar y releer o incluso descubrir alguna de las novelas o relatos más desconocidos, puesto que de manera cronológica se va dando buena cuenta de todo lo escrito por Mendicutti. A destacar el divertidísimo artículo de Fernado Iwasaki (¡A mí, Sabino, que me los follo!) o el que más que estupendo estudio de Alfredo Martínez Expósito (Humor y narración gay en Los novios búlgaros y Fuego de marzo). No os lo perdáis.
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Y ya sabéis el placer que nos supone recibir una nueva entrega de la gozosa y ya fructífera colaboración entre Luis Antonio de Villena y Cabaret Voltaire. Esta vez se trata de André Gide, un ensayo (“librito”, dice Villena, pero es mucho más), sobre el espléndido escritor francés al que tanto debemos. El objetivo del escritor es reivindicar la figura de Gide “no solo como un clásico, sino como un hombre que con singular captación de la modernidad, supo siempre cuestionarse todo lo que le impedía la realización de sí mismo”. Casi nada.
Villena inicia el estudio con una serie de testimonios de personas que conocieron a Gide (Oscar Wilde, Proust, Maurice Sachs, Klaus Mann o Lucien Combelle) para sumergirse enseguida en el estudio de la narrativa y de la personalidad (compleja) del autor de Corydon y de cómo se fue forjando la figura del intelectual (¿quizá de El Intelectual, con mayúsculas?). Casi prefiero no decir más: es admirable la labor pedagógica de Villena, que, sinceramente, no sé cómo a estas alturas aún no ha perdido las ganas de enseñar. Podría haber hecho algo más erudito, más complejo pero ¿para qué? Benditos sean su claridad de ideas y su afán por trasmitirlas.
Al final, la relación de Gide y su influencia (más personal/moral que artística) en el mundo de las letras hispánicas y una reivindicación de su figura (“con pocas certezas pero enorme apetito y sed de libertad”) en estos tiempos de asco y oscuridad.
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