IKEA se «autocensura» para no contrariar la ley antigay rusa
El gigante sueco de muebles IKEA ha eliminado de la versión rusa de su revista para clientes un artículo en el que aparecían dos lesbianas por temor a una posible reacción legal por parte del gobierno ruso. Según una portavoz de IKEA, considerada por muchos una corporación ‘gay-friendly’ por algunas de sus acciones, la medida se adoptó de conformidad con las leyes que en Rusia prohíben la «propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales”. Asistimos así atónitos a un nuevo episodio del efecto expansivo que está teniendo la institucionalización en Rusia de la homofobia de estado.
El artículo en cuestión mostraba a una pareja de lesbianas, Kirsty y Clara, con su hijo y la forma en que organizan sus muebles y casa en un pequeño apartamento de Londres. En la versión rusa de IKEA Family Live, la revista que se envía a los clientes socios del club y en la que se pueden leer reportajes sobre hogares de socios de todo el mundo, el artículo ha sido sustituido por otra pieza sobre un diseñador chino llamado Chao. En la decisión de retirar la pieza ha influido de forma determinante la consulta de IKEA a su equipo legal ruso y a asesores externos, que decidieron que el artículo podría quebrantar la ley rusa que prohíbe la «propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales».
La nueva norma, aprobada este verano, impone fuertes multas a cualquier persona u organización que difunda información positiva sobre la realidad LGTB que pueda alcanzar a menores. En la práctica, ello se traduce en la prohibición de eventos del Orgullo LGTB, de defender públicamente los derechos de las personas LGTB o de decir que las relaciones homosexuales son iguales a las heterosexuales. Aunque la intención aparente era la de proteger a los menores de edad, el proyecto de ley está escrito de manera tal que, en efecto, equivale a una prohibición total. Un buen ejemplo es lo sucedido en Jabárovsk, al este de Rusia, donde la publicación Molodoi Dalnevostochnik se enfrenta a una sanción simplemente por entrevistar a Alexander Yermoshkin, un profesor despedido tras salir a la luz su homosexualidad, y reproducir una cita suya en la que afirmaba que «mi propia existencia es la prueba de que la homosexualidad es algo normal».
No es casual que este ejercicio de autocensura de IKEA se produzca precisamente en Rusia, situado como el quinto país en ventas de la compañía y que representa el 6 % de las ventas totales. Lo sucedido es el último ejemplo de la cuerda floja en que las empresas multinacionales deben caminar cuando se trata de construir una imagen en los mercados de todo el mundo compatible con la defensa de los valores corporativos.
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Acerca del Author
Aashta Martínez
Periodista. Profesional con compromiso social y fobia al servilismo político. Totalmente convencido de la responsabilidad social de los medios. Escribo sobre diferentes temas y pregunto (mucho) cuando me dejan.
Esto demuestra que las empresas son «gay-friendly» siempre y cuando dé beneficios. Que sirva de advertencia a todos aquellos que desean una fiesta del Orgullo privatizada, con famosos como Paloma San Basilio que nunca han luchado por nuestra igualdad y luego publican su discurso en el ABC.
Pues iría en contra de mi conciencia si yo fuese CEO de IKEA. Prefiero el valor humano que el monetario. En este caso para mí el dinero ruso no valdría absoluramente nada. Es más, este país no me interesaría pisarlo en mi vida.
¿pero qué propaganda y qué mierda si solo está mostrando una situación familiar?
Dura lex sed lex;
Para Valeria:
Lex iniusta non est lex