La Corte Suprema del Reino Unido falla contra los propietarios del hotel que negaron una habitación de matrimonio a una pareja gay
La Corte Suprema del Reino Unido ha rechazado el recurso de Peter y Hazelmary Bull, los dueños de un establecimiento hotelero que se negaron a alojar en una habitación doble a Martyn Hall y Steven Preddy, una pareja del mismo sexo, por contravenir sus creencias religiosas. La legislación británica prohíbe expresamente la discriminación en la provisión de bienes, instalaciones, servicios, educación y funciones públicas por motivo de orientación sexual.
En el año 2008, Martyn Hall y Steven Preddy, una pareja gay británica unida civilmente, reservó una habitación doble en el Chymorvah Hotel, un pequeño hotelito situado frente al mar en la costa de Cornualles. Cuando ambos se personaron en el hotel, el encargado les negó la posibilidad de ocupar la misma habitación por tratarse de una pareja de hombres. Hall y Preddy, tras insistir en que el hotel estaba cometiendo una ilegalidad al negarse a darles la habitación que habían reservado, se marcharon y pusieron una denuncia ante la Policía.
Peter y Hazelmary Bull, el matrimonio propietario del hotel, se defendieron alegando que mantenían una estricta política de prohibir que las parejas no casadas pudieran compartir cama en su establecimiento, aunque fueran heterosexuales, debido a sus creencias religiosas cristianas. En enero de 2011, el tribunal del condado de Bristol, sin embargo, determinó que la decisión de no conceder la habitación a la pareja fue un acto discriminatorio basado en su orientación sexual, y que el derecho de los demandados a expresar sus creencias religiosas no limitaba en ningún caso la protección de los derechos de los demandantes a no ser discriminados. Los Bull fueron condenados a pagar una indemnización de 1.800 libras a Hall y de otras 1.800 libras a Preddy (un total de 4.274 euros entre ambos).
Los Bull recurrieron entonces a la Corte de Apelaciones, defendidos, como en la primera instancia, por el Christian Institute. Marty y Steven, por su parte, recibieron el asesoramiento de los servicios jurídicos de la asociación de defensa de los derechos LGTB Stonewall. La Corte de Apelaciones confirmó en febrero de 2012 la sentencia del tribunal de Bristol, por lo que los Bull decidieron recurrir a la Corte Suprema, la más alta instancia del sistema jurídico británico.
Mientras esperaban la sentencia del alto tribunal y por recomendación del Christian Institute, a principios de 2013 los Bull encontraron un medio de poder discriminar a las personas por su orientación sexual: convertir su negocio en un club privado sin ánimo de lucro. Ambos insistían en que no se trataba de una discriminación en contra de los homosexuales, sino en contra de las parejas que no estuvieran casadas. Sin embargo, la señora Bull afirmó que, aunque se aprobase el matrimonio igualitario en el Reino Unido, no cambiaría su decisión de impedir que las parejas del mismo sexo compartieran dormitorio en su establecimiento, puesto que la legislación aprobada por el gobierno no cambiaría sus creencias religiosas.
Fallo en contra de la Corte Suprema y pérdida del negocio
Finalmente, la Corte Suprema ha dictaminado este 27 de noviembre de 2013, por unanimidad de sus cinco miembros, en contra del recurso de los Bull, estableciendo que, efectivamente, discriminaron a Martyn Hall y Steven Preddy por su orientación sexual. El señor Bull ha declarado que “prefiere violar las leyes terrenales aunque le cause problemas antes que violar la ley de Dios y ser castigado por él”. Steven Preddy, por su parte, expresaba su satisfacción por la resolución del alto tribunal, comentado que “Martyn y yo estamos encantados con el fallo de la Corte Suprema, que dice lo que hemos estado diciendo todo el tiempo: bajo nuestras leyes contra la discriminación, los hoteleros tienen que dar el mismo trato a las parejas homosexuales unidas civilmente que a las parejas heterosexuales casadas. La Corte Suprema ha dejado muy claro que están de acuerdo con nosotros en esto, y que la objeción religiosa no le da a nadie el derecho a violar la ley».
Debido a la falta de clientes y a la necesidad de sufragar los gastos legales que les ha ocasionado su empecinamiento en un proceso tan largo, los Bull se vieron obligados a vender su hotel en septiembre de este año. El declive del negocio fue tal que llegaron a afirmar antes de la venta que «el invierno pasado fue terrible, en realidad estábamos temblando de frío y teníamos hambre… la proximidad del nuevo invierno nos horroriza». Podemos hacernos una idea de los gastos legales que han debido enfrentar recordando el comentario que, ya en 2011 tras la primera sentencia, efectuaba Ben Summerskill, director ejecutivo del colectivo Stonewall: “con las 30.000 libras que los señores Bull y los que le han apoyado (en referencia al Christian Institute) han gastado en este caso, organizaciones como Oxfam o Save the Children podrían haber vacunado a 100.000 personas contra la meningitis en el África subsahariana. Hubiera sido sin duda una forma mucho más cristiana de gastarse ese dinero”.
Así es como se tiene que denunciar, poniendo denuncias a los homófobos en vez de escondiendo la cabeza bajo el ala y dándoles la razón montando hoteles-gueto. ¡Bravo!