Dos hombres condenados a la cárcel en Senegal por mantener relaciones homosexuales
Una nueva muestra de la vigencia de la homofobia legal en África. Dos hombres han sido condenados a seis meses de prisión en Dakar, la capital de Senegal, por mantener relaciones sexuales; un delito según la legislación vigente en el país y en la mayoría de los de su entorno.
Los propios vecinos de las víctimas, residentes del barrio de la Grand Médina, fueron los que las denunciaron a la policía, que arrestó a la pareja. El pasado viernes, durante el juicio, los arrestados reconocieron haber mantenido relaciones sexuales, por lo que el magistrado Racky Deme les ha impuesto una pena de seis meses de prisión. El código penal senegalés castiga con hasta cinco años de cárcel y hasta 1,5 millones de francos (unos 2.300 euros) de multa los actos “impropios o antinaturales con una persona del mismo sexo”. Las penas máximas se aplican si intervinieron menores de 21 años.
Senegal, un país de mayoría musulmana situado en el África occidental, es además un estado hostil a nivel legal y social para los ciudadanos LGTB. A finales de 2010 nos hacíamos eco por ejemplo de un informe de Human Rights Watch que alertaba del incremento de las agresiones hacia las personas homosexuales en ese país, estimuladas por líderes políticos y religiosos que habrían sido decisivos a la hora de fabricar un clima de brutal violencia homófoba con la connivencia de buena parte de los medios de comunicación. Muchas de las agresiones, detenciones e incluso linchamientos ni siquiera alcanzarían las páginas de la prensa internacional. El hostigamiento también alcanza a las mujeres lesbianas o percibidas como tales, como recogimos en septiembre del año pasado. Entonces, por suerte, cuatro de las cinco detenidas fueron puestas en libertad.
En abril de 2013, la jefatura del Estado emitió un comunicado en el que declaraba que “los valores culturales básicos enraizados [en Senegal] no pueden ser compatibles con la opción de despenalizar la homosexualidad”, afirmando con firmeza que “el Estado no ha considerado esa opción, que se excluye por completo de su doctrina política”. Esta misma declaración fue reiterada por el presidente Macky Sall dos meses más tarde, durante la visita que en junio efectuó al país africano el presidente estadounidense Barack Obama. Incluso quienes defendieron la despenalización en el pasado, como el expresidente honorario de la Federación Internacional de Derechos Humanos Sidiki Kaba, desistió de su intención al convertirse en ministro de Justicia de Senegal.
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Acerca del Author
Humming Albus
Periodista de pega por el compromiso con una causa. La información también es activismo, y por eso participo en dosmanzanas.
Aspecto fundamental de la vida económica de Senegal en la última década al menos, es el turismo sexual, muy especialmente el turismo sexual femenino. Ha sido tolerado mucho tiempo pero se advierte un cansancio social, un apunte hacia una posible intolerancia futura. No solamente choca con la moral y el sentido de la dignidad de la sociedad senegalesa, además también se advierten efectos negativos para la economía pues el cambio de costumbres sociales ahuyenta el turismo normal: la persecución constante a las mujeres ofreciéndoles compañía masculina y sexo, por ejemplo. Miles de jóvenes son una generación perdida, cuya única profesión y modo de vida es servir a las mujeres blancas que llegan a Senegal, servirlas significa servirlas sobre todo en la cama. Tanto la autoridad estatal como algunas autoridades religiosas islámicas están recabando información sobre las organizaciones, empresas y personas de Senegal y de fuera que se dedican al turismo sexual. Se recogen los nombres de las mujeres sin pareja que visitan determinados lugares de Senegal en busca de hombres jóvenes. El islamismo gana espacio social y existe cada vez más peligro para los extranjeros cuya conducta es inmoral, lo que incluye a casi todas las mujeres que viajan sin pareja a Senegal.
Es tan relevante el crecimiento del turismmo sexual que incluso organizaciones dedicadas a la cooperación comienzan a traer personas, mujeres casi siempre, que vienen a Senegal en busca del comercio sexual.
El puritanismo de las sociedades lo fomentan y azuzan las religiones.
No sé qué tiene de malo el turismo sexual, si quienes intervienen en las relaciones son personas adultas y libres
BUENOS DÍAS
La compra de sexo no es ciertamente un crimen, pero es denigrante para las personas que participan, porque no se comercia con bienes materiales ni con trabajo, sino que el servicio sexual afecta a la intimidad de la persona, daña a la misma personalidad de cada quien. Y con firmeza creo que la conducta de quien adquiere el servicio es más inmoral que la de quien lo ofrece.