San Petersburgo deroga su ley contra la «propaganda homosexual» por temor al Tribunal Europeo de Derechos Humanos
La Asamblea Legislativa de la ciudad de San Petersburgo ha derogado su ley local contra la llamada “propaganda homosexual”, una de las primeras en aprobarse antes de que se promulgara la ley de ámbito federal. La existencia de esta última es el motivo aducido por los promotores de la derogación. Sin embargo, los activistas LGTB sospechan que la razón es el temor de que fuera revocada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde está denunciada, y que esa revocación arrastrase a la ley federal.
A principios de 2012, la Asamblea Legislativa de San Petersburgo aprobaba una ley que prohibía la propaganda de relaciones no tradicionales ante menores, aprobación que era sancionada apenas unos días después por el gobernador Georgiy Poltavchenko. En la práctica, la nueva ley impedía que se pudiera emitir cualquier información que pudiera alcanzar a menores que no fuera recriminatoria sobre la realidad LGTB. Impedía, por ejemplo, que se pudiera luchar contra el acoso homofóbico en las escuelas o los crímenes de odio; también evitaba la celebración de las festividades del Orgullo o cualquier reunión o manifestación semejante. Los infractores de la norma de San Petersburgo se enfrentaban a sanciones que podían llegar, en el caso de organizaciones, hasta el medio millón de rublos (unos 12.500 euros).
De hecho, apenas unos meses después de su promulgación se producía la primera sanción. El activista Nikolai Alekseev fue multado con 5.000 rublos por desplegar una pancarta ante el ayuntamiento de San Petersburgo en la que se podía leer “la homosexualidad no es una perversión”. En julio del mismo año se prohibía la celebración de la Marcha del Orgullo en aplicación de la nueva ley.
La normativa de San Petersburgo era la cuarta de este tipo aprobada en territorio ruso, tras las de Ryazan, Kostroma y Arkhangelsk. En total, diez regiones aprobaron leyes semejantes antes de la promulgación de la ley federal, aunque alguna, como Arkhangelsk, la derogaba posteriormente aduciendo solapamiento con esta última. Curiosamente, esta derogación coincidió en el tiempo con la resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 5 de noviembre de 2013 de iniciar procedimiento contra las leyes de Ryazan, Arkhangelsk y San Petersburgo, tras las denuncias efectuadas por diversos activistas LGTB.
Según Nikolai Alekseev, es precisamente la proximidad de una posible sentencia derogatoria del Tribunal Europeo de Derechos Humanos la que ha empujado a la Asamblea Legislativa de San Petersburgo a revocar su ley homófoba local. Según el activista, que confía en un dictamen favorable, una victoria en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respecto a las leyes regionales denunciadas podría conducir a la derogación de la propia ley federal, aunque los casos lleven un procedimiento separado.
En este sentido, Nicolai Alekseev estima que “Milonov está obviamente asustado y ha decidido no esperar a un veredicto humillante del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”, refiriéndose a uno de los promotores de la ley de San Petersburgo, el conocido homófobo Vitaly Milonov. Por su parte, Milonov declaraba su intención de seguir luchando contra la llamada “propaganda homosexual” y por conseguir que se criminalicen los “actos homosexuales”.
Profesor ruso despedido por ser abiertamente gay
Uno de los colectivos que parecen estar en el punto de mira de los homófobos rusos es el de los profesores que son abiertamente LGTB.
En septiembre de 2013 ya informábamos del despido de Alexander Yermoshkin y Olga Bakhaeva. Yermoshkin había trabajado como profesor de Geografía durante 18 años y no había ocultado su faceta de activista LGTB, pero fue despedido poco después de la aprobación de la ley homófoba. Un despido acompañado de violentas agresiones en la calle. Incluso la publicación Molodoi Dalnevostochnik fue sancionada por dar voz a Alexander Yermoshkin en una entrevista en la que declaraba que su propia existencia “es una prueba de que la homosexualidad es normal”. Por su parte, Bakhaeva nunca hizo pública su bisexualidad en el centro educativo donde impartía clases de Historia, pero identificarse como LGTB en una red social fue suficiente para que se organizase una campaña de acoso que consiguió su expulsión.
Ahora se ha dado a conocer otro nuevo caso de despido, el de Oleg Kluenkov, profesor de la Universidad Federal del Norte. Kluenkov viajó el pasado mes de febrero a los Estados Unidos para denunciar allí las leyes homófobas rusas. Al tener conocimiento de este viaje, los miembros de un grupo homófobo lo denunciaron ante las autoridades universitarias y federales.
La Universidad presionó a Kluenkov para que renunciara voluntariamente a su plaza, propuesta que rehusó. Finalmente, se le ha comunicado su despido por “faltar a su puesto de trabajo sin autorización” en las fechas en que realizó su viaje. Sin embargo, durante aquel periodo no hubo clases. Kluenkov ha apelado su despido ante los tribunales, habiéndose fijado una vista preliminar para el próximo 2 de julio.
Según las autoridades académicas, tanto catedráticos como profesores pueden ser despedidos por mostrar cualquier forma pública de actividad política. Los activistas LGTB denuncian que el mero hecho de salir del armario es considerado a estos efectos una “actividad política”.