El nuevo Código de Trabajo de Cuba recoge el principio de no discriminación por orientación sexual pero deja fuera la identidad de género
Medios internacionales recogen esta semana como noticia el que sería «primer no» que se recuerda en la historia de la Asamblea Nacional de Cuba, donde las leyes suelen ser aprobadas de forma unánime por polémica que resulte su discusión. La protagonista de dicho «no» no es otra que la diputada Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) que el pasado diciembre se opuso a la reforma del Código de Trabajo por no estar aseguradas sus demandas en favor de la no discriminación de las personas transexuales y seropositivas.
El nuevo Código de Trabajo supone un avance importante, al recoger expresamente la no discriminación por razones de orientación sexual por primera vez en la historia de la isla. «Todo ciudadano en condiciones de trabajar tiene derecho a obtener un empleo atendiendo a las exigencias de la economía y a su elección, tanto en el sector estatal como no estatal; sin discriminación por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial, discapacidad y cualquier otra distinción lesiva a la dignidad humana”, reza el texto finalmente publicado. Pero activistas y organizaciones LGTB locales, como el Proyecto Arcoíris, así como la propia Mariela Castro, habían propuesto también mencionar de forma expresa la no discriminación por identidad de género y seroestatus frente al VIH.
Al no tener seguridad de que dicha propuesta sería recogida (pese a contar con el apoyo de otros diputados e incluso del primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel) Mariela Castro votó en diciembre en contra. Durante los meses siguientes, durante los cuales una comisión parlamentaria procedió a formalizar la redacción final de la ley, los activistas LGTB mantuvieron la esperanza de que la mención a la identidad de género y al seroestatus fuera finalmente incluida, pero no ha sido así. El junio era publicado el texto final, que dejaba fuera dicha mención.
El Proyecto Arcoris pidió formalmente una explicación, que se produjo en una reunión con José Luis Toledo, presidente de la comisión encargada de la redacción de la ley, pero dicha explicación no ha satisfecho a los activistas. El argumento de Toledo fue que la comisión solo era «de estilo», pero que no tenía capacidad para hacer cambios esenciales sobre lo discutido en diciembre en la Asamblea Nacional. Sin embargo, como bien explica el bloguero Paquito el de Cuba (Francisco Rodríguez, integrante del Proyecto Arcoíris y presente en dicha reunión) la comisión no tuvo problema alguno en incluir la referencia a la discapacidad, que no estaba incluida en la propuesta inicial y que también fue sugerida en diciembre por Castro. «El asunto es muy grave. Pone en entredicho los métodos y formas de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el cumplimiento de los procedimientos legislativos por parte de la dirección del máximo órgano del Estado y la transparencia en la toma de decisiones a partir de la voluntad de los diputados y las diputadas», ha declarado el activista.
El porqué del «no» de Mariela Castro
En su blog, Paquito el de Cuba ha querido honrar a Mariela Castro por oponerse en diciembre a una norma que consideraba positiva al sospechar que algo así pasaría finalmente. Lo ha hecho publicando una entrevista que hizo en esas fechas a la diputada pero que en su momento prefirió no publicar. «Yo realmente hubiera querido votar a favor, porque creo que la ley es avanzada y refleja elementos muy importantes que recogen el sentir de nuestra población, de nuestro pueblo, sobre todo por la manera en que se hizo, de consulta popular. Ahora, no podía dejar de ser consecuente con mis planteamientos. Si no tengo seguridad de que la Comisión redactora de la Ley recoja, con todos los elementos que corresponden, los planteamientos que hice, no puedo ser parte de aprobar una ley que contradice los principios fundamentales del derecho que estoy defendiendo», declaraba por entonces Mariela Castro.
En definitiva, una muestra más de las dificultades a las que una sociedad como la cubana se enfrenta a la hora de normalizar la realidad LGTB, pese a la indudable mejora de los últimos años y a contar con una aliada política del peso de Mariela Castro dentro del entramado institucional del régimen político cubano. En cualquier caso, se están produciendo avances, que ojalá pronto veamos acrecentados.