Memorias
“…en un libro escrito al 50% por ti y por mí: una novela de amor intenso y complicado, lleno de generosidad y egoísmo, de incertidumbres y de entregas, que sus autores contemplarían y reconstruirían por separado, sin omitir nada, desde el hoy.”
Nada mejor que esta frase de una de las cartas recopiladas en la novela para describir El invitado amargo (Anagrama, 2014), de Vicente Molina Foix y Luis Cremades. La recuperación desde el presente de una historia de amor/desamor que ya no existe más pero desde el punto de vista de los dos implicados, como si de un juicio cara a cara se tratase. Una novela, un libro de memorias, fundamental para entender la trayectoria vital de dos de nuestros mejores escritores. De Molina Foix poco podemos decir, consagrado como está desde hace décadas. Pero de Luis Cremades “solo” conocíamos su poesía (y digo solo como si eso fuera poco): y sin embargo se revela aquí como uno de los grandes. Y uno se pregunta cómo es posible que un talento narrativo así haya tenido que esperar tanto tiempo. Y se pregunta más cosas: sobre la vida, sobre la mala suerte, sobre el don de la oportunidad, sobre los caminos que uno elige a veces casi sin pensar…
Con la figura de Vicente Aleixandre como Dios omnipresente, El invitado amargo refleja el espíritu de una época y nos acerca a la figura de otros poetas y novelistas de finales del XX (Benet, Alas, Gimferrer, Umbral, Pombo, de Villena, Savater) con un tono que a veces puede caer en el chascarrillo (hiriente, seguro, para algunos) y cuya veracidad (como todas las veracidades) hay que cuestionar, como debería uno cuestionar cualquier recuerdo, siendo el recuerdo eso que uno se construye a sí mismo para sobrevivir. Lectura imprescindible, desde luego.
Y siguiendo con las memorias, (Molina Foix vuelve a ser parte importante, claro está) había postergado hasta este verano la lectura de El tiempo es un sueño pop. Vida y obra de Terenci Moix (RBA, 2012), escrito por Juan Bonilla y ganador del premio Gaziel de Biografías y Memorias.
Para los fanáticos de Moix, entre los que me encuentro, quizá el libro no descubra casi nada pero ¡qué placer reencontrarse con ese autor/personaje que fue Terenci, a lo largo de las casi 500 páginas del libro!
No solo es un libro de memorias: Bonilla además realiza un análisis crítico de la obra literaria de Moix que no es nada benévolo y culpa al autor de no haber sido capaz de escribir mejor (de no haber querido escribir mejor) para ganar lectores. Ese Moix casi comido por su público (millones de lectores: sí, millones) que le obliga a escribir a un ritmo demencial y que solo en sus memorias recupera el talento literario de su juventud. Es opinión de Bonilla, claro. Yo es que soy muy fan.
“… lo que hace falta es hacer una revolución que, en vez de destruir la cultura, la ponga al alcance del pueblo para que el pueblo pueda ser la verdadera aristocracia.”
¡Ay, cómo no echar de menos a ese hombre!