Nova Transex (activista transexual): «Me indigna la parte más carca de algunas entidades LGTB»
Tiene 26 años «reales y demostrables» y está inscrita como pareja de hecho desde hace cinco años, «momento en el cual conocí a mi marido Alejandro y supe que quería pasar con él el resto de mi vida». Admite ser adicta a los cosméticos y a las cirugías, aunque cree que a estas alturas «eso lo sabe todo el mundo». Le encanta cocinar y apunta que encuentra el placer «en las cosas más sencillas».
¿Qué tiene en común con el superhéroe de cómic del Universo Marvel?
Si te soy sincera, me siento mucho más identificada con Catwoman que con este personaje que nombras.
Si le dieran a elegir, ¿qué superpoder le gustaría tener?
Succionar los cerebros de gente intolerante y transfóbica, para más tarde volvérselos a implantar libres de transfobia, mediocridad y todo lo malo que pudiera haber en ellos. [Risas] No sé si este superpoder existe pero, desde luego, seria el que yo querría. Volar ya vuelo en sueños.
“Me aparté del ruedo mediático, en gran parte por el ridículo al que me vi sometida en algunos espacios”. ¿Hizo un ejercicio de autocrítica?
Siempre he sido muy autocrítica conmigo misma y me considero, además, bastante objetiva. Otra cosa es la imagen que a veces se ha transmitido de mi. He podido cometer errores pero me pregunto qué chavala de catorce o dieciséis años, expuesta a la opinión publica como lo he estado yo, no hubiera cometido errores. Lo importante es aprender de ellos y curtirse. Pero sigo afirmando que, en determinados espacios de corazón, fui machacada y utilizada. Reírse de Richy era muy fácil y rentable para algunos espacios, pero con Nova el listón se puso más elevado y comenzaron a escucharme y respetarme.
Hablando de circos y ruedos, ¿cuál es la peor fiera con que le ha tocado lidiar últimamente?
¡Uf! A lo largo de mi vida me he topado con huesos duros de roer pero siento que he salido siempre airosa de todos los obstáculos. Si hay algo que no soporto es la falta de educación y la gente que, en vez de hablar o argumentar, utiliza el insulto o la violencia. Eso sí que me resulta asqueroso.
Ahora se dedica a esculpir uñas a domicilio. ¿Le cunde el negocio?
España atraviesa una crisis terrible que afecta a todos los sectores. En el caso de las personas transexuales, la situación es aún más grave por la exclusión social y laboral a la que estamos sometidas. Con mi trabajo de uñas esculpidas a domicilio tengo para vivir, afortunadamente, aunque no para lujos. Pero soy una persona que se conforma con poco y me adapto a todo tipo de etapas. Soy muy perseverante.
¿Se metió en el negocio de la manicura porque como cantante no se comía una rosca?
Comencé en el mundo del transformismo y la televisión con solo trece años. No me ha ido nada mal, pues he vivido de ello íntegramente desde entonces, durante más de quince años, incluyendo un proceso médico y quirúrgico que superó los sesenta mil euros. Sin el apoyo de los medios de comunicación no habría podido pagarlo puesto que venía de un entorno muy humilde y cuando inicié mi proceso de cambio, la transexualidad aún no estaba cubierta en la seguridad social. Cuando vi que venían las vacas flacas y que todos los programas de televisión donde colaboraba eran eliminados de la parrilla, me formé como técnico de uñas y me tiré a la piscina. Renovarse o morir.
¿A qué político le haría las uñas gratis?
A Mar Cambrollé, para mí, la activista que más ha hecho por los derechos de hombres y mujeres transexuales. Es un ejemplo vivo de la realidad transexual.
¿Y a quién se las clavaría en la cara?
No soy partidaria de la violencia nunca, prefiero argumentar y defenderme con la palabra. No voy a ser cínica, te reconozco que le metería un buen zarpazo a personas como Amor Romeira de Gran Hermano, por su discurso transfóbico, incluso siendo ella transexual. Ella misma afirma que la transexual que no se opera los genitales es un ‘maricón’ y no una mujer. Siempre he dicho lo mismo, que cada mujer u hombre transexual lleve su proceso de cirugías solo hasta donde él o ella quieran. Ninguna cirugía es una imposición. Cada uno decide hasta dónde y cómo quiere llevar a cabo su transición y todo es respetable.
¿En casa de herrero, cuchillo de palo?
¡Ja, ja, ja! Soy una mujer coqueta, pero no vanidosa. Me gusta cuidarme, siempre que puedo hacerlo y, evidentemente, mis manos son parte de mi carta de presentación. Me encantan las uñas largas, me parecen muy femeninas. Que conste que friego y cocino a diario [risas].
Le llamaron para presentar el Primer Orgullo Transexual en Sevilla. ¿Se le puso el ego por las nubes?
Quienes me conocen saben que soy una mujer humilde y sencilla. Sí te puedo asegurar que cuando se pusieron en contacto conmigo desde la Asociacion de Transexuales de Andalucia para presentar el primer Orgullo Trans Europeo. A nivel personal y profesional es de las cosas de las que más orgullosa me siento. Fue maravilloso, y tanto ATA como su presidenta, Mar Cambrollé, me hicieron sentirme como en casa.
Grabó una canción titulada Toda una mujer. ¿Sabe si se compuso pensando en Gallardón?
El género está en el cerebro, no en la forma física de las personas. Eso es otro tema. Siempre he defendido mi lema de ‘no reduzco una mujer a una vagina, ni un hombre a un pene’. Ya es hora de que, con la información y los avances que hay, se deje de medir la ‘autenticidad’ de los géneros con protocolos de diagnóstico obsoletos y que son más propios de la edad de piedra. Dar a luz unos genitales o los colores que te gustaban de pequeña… ¡Eso no define a una mujer! Hay tantas formas de ser mujer u hombre como personas somos en el planeta
Como mujer transexual, ¿se siente el ‘patito feo’ del colectivo LGTB?
Para nada. Fui la primera menor transexual de la que se siguió toda una auténtica transformación como mujer transexual en los medios de comunicación de España. Conseguí colar la temática de la transexualidad en espacios de máxima audiencia y hablar de mi realidad cuando nadie más lo hacía. Desde que me hice conocida he colaborado con charlas, ponencias y artículos que me han pedido desde diversas asociaciones LGTB. Si han contado conmigo es porque les gusto y me consideran un referente positivo. Siempre queda la parte más reaccionaria y carca, incluso dentro de entidades como la LGTB. Pero a ese tipo de personas no les hago el mínimo caso. Todo lo que hice y hago, lo hago desde el corazón y con total conocimiento de causa.
“Hay mucho progresismo de boquilla pero la realidad en la calle es muy dura”. ¿Se lo ha hecho saber a Pedro Sánchez?
Je, je, je. No tengo el gusto de conocerle en persona, aunque a este paso lo mismo un día coincidimos en los pasillos de Sálvame. Sé que ha sido muy criticada su intervención telefónica en este programa y, sinceramente, no entiendo el revuelo. Me parece fantástico que un político no entienda de elitismo y se atreva a hablar en un programa que reúne cada tarde a cerca de dos millones de telespectadores. Te guste o no el formato o contenido de un espacio, un político se debe al pueblo y a la opinión publica.
También me indigna que la parte más carca de algunas entidades LGTB se lleve las manos a la cabeza cuando soy propuesta para dar una charla, porque alegan que no quieren mezclar algo serio con colorín. Que se centren en las vivencias y el testimonio y no en el micrófono que se elige para transmitir un mensaje. Basta ya de tanto carca clasista.
Antes de ser Nova fue Richy Bastante. ¿Ha perdonado ya al criminal que le bautizó artísticamente?
Mis padres me bautizaron con el nombre de Ricardo y mi apellido era Bastante. Desde que aparecí en las televisiones nacionales, en mi etapa como transformista, antes de iniciar mi transición, fueron los mismos medios del corazón los que me apodaron como Richy Bastante, y todo el mundo me conocía así. Terminé cogiéndole cariño al nombre, ya que me trajo muy buenos momentos en toda aquella época, a pesar de algunos quebraderos de cabeza. Mi nombre desde el año 2006 es Nova, y pasó a figurar en mi actual DNI en el 2008, tras la aprobación de la Ley de Identidad de Género.