Un estudio italiano muestra que los grupos LGTB cristianos disminuyen la homofobia internalizada de sus miembros
Interesante resultado el de un estudio llevado a cabo en Italia y que muestra cómo los gays y lesbianas que asisten a grupos LGTB cristianos ven disminuir su propia homofobia internalizada. Un hecho que viene a reforzar la tesis de que una pastoral basada en la afirmación de la identidad y su inclusión resultaría positiva para las personas LGTB católicas. Las conclusiones del estudio adquieren especial relevancia tras el reciente Sínodo sobre la Familia, que anunció un enfoque pastoral más inclusivo para dar marcha atrás posteriormente.
Tras el Sínodo extraordinario sobre la Familia, que ha dejado una sensación agridulce, por no decir decepcionante, en materia LGTB, resulta oportuno volver sobre las consecuencias que la actual doctrina y práctica católicas tienen para las personas LGTB que se definen como católicas. Además, tiene también importancia estudiar qué efecto tendría otro enfoque pastoral y doctrinal en estas personas. En este contexto toma especial significado este estudio, dado a conocer por la asociación LGTB cristiana Gionata (Italia) y que fue presentado en el congreso “Los Caminos del Amor”, celebrado a la par que se iniciaba el Sínodo.
El estudio lleva por título Religión y homosexualidad: un estudio empírico sobre homofobia internalizada en relación con el nivel de religiosidad. En él se analiza el impacto de la enseñanza católica sobre las personas LGTB y se investigan los efectos que una atención pastoral inclusiva tendría en las personas LGTB católicas. La investigación involucró a 366 homosexuales (católicos y no creyentes) así como algunos grupos LGTB cristianos de Italia. Fue dirigida por Arianna Petilli y contó con la colaboración de Davide Déttore (profesor de Psicología en la Universidad de Florencia) Antonella Montano (del Beck Institute de Roma) y Giovanni Battista Flebus (Universidad de Milán/Bicocca). Se puede acceder al informe completo del estudio en inglés y en italiano.
Los resultados son claros. En primer lugar, el catolicismo tiene un profundo impacto en cómo gays y lesbianas perciben su homosexualidad. Muestra claramente que los homosexuales católicos tienen mayores niveles de homofobia internalizada si los comparamos con los no creyentes. Además, se comprueba que la homofobia internalizada es tanto más fuerte cuanto más arraigados están los valores católicos en la familia de origen.
Otro resultado importante es el que se arroja sobre el efecto de las asociaciones y grupos de personas LGTB cristianas, que han ido surgiendo por iniciativa de creyentes LGTB al margen de sus jerarquías y constituyen un “material empírico” disponible. Estos grupos han desarrollado por su propia iniciativa una actividad pastoral centrada en la afirmación de la identidad LGTB, una vida comunitaria y unas celebraciones fundadas en dicha aceptación. De esta manera, los resultados que ofrezcan pueden tenerse por un primer indicio de qué efectos tiene esta otra línea pastoral. En este sentido, los resultados del estudio son claros: las personas que asisten a estos grupos ven como disminuye su propia homofobia internalizada. Esto es, conforme pasa el tiempo las personas que asisten a estos grupos van reduciendo el impacto que la homofobia tiene en sus vidas.
Los grupos como oportunidad única para los católicos LGTB
Esta perspectiva temporal ayuda también a entender que los índices de homofobia internalizada en los católicos que asisten a estos grupos siga siendo más alto que entre los no creyentes. Ello tendría como una de sus causas el hecho de que coinciden personas que llevan poco tiempo, y que manifiestan todavía el peso de los prejuicios interiorizados, y otros que tienen ya una trayectoria en dichos grupos. En palabras de Petilli, “parece que quienes tienen una opinión más negativa de su homosexualidad asisten a estos grupos. Conforme pasan más tiempo en ellos, descienden los niveles de homofobia internalizada. Esto muestra lo importante que es para gays y lesbianas católicos que vayan a grupos que validen su homosexualidad”.
Para Petilli, el efecto positivo que tienen estos grupos y sus actividades es innegable: “Ha de pensarse que, para algunos, el grupo es el único lugar donde pueden vivir sin inhibir su homosexualidad y es el único contexto donde pueden profesar su religión sin remordimientos. La mayor parte de las actividades en estos grupos intentan ayudar a sus miembros a argumentar contra la doctrina católica oficial (…) y a interpretar la homosexualidad desde una perspectiva religiosa positiva. Es más, en un grupo es posible encontrar a otros gays y lesbianas católicos que tienen la misma experiencia y que pueden convertirse en fuente de apoyo, además de modelos de comportamiento. Esto no debe infravalorarse. Pues con frecuencia los gays y lesbianas católicos son doblemente rechazados tanto por la comunidad gay, que los discrimina porque son creyentes, como por el mundo religioso, que los excluye por ser homosexuales”. Por ello, concluye afirmando que “asistir a estos grupos es una oportunidad única para romper con el aislamiento (…) y desarrollar una nueva identidad donde la homosexualidad y los valores religiosos coexistan en perfecto equilibrio”.
Unos resultados que adquieren una significación especial tras el reciente Sínodo extraordinario sobre la Familia, cuya primera síntesis (“Relatio post disceptationem”), publicada a mitad del Sínodo, sorprendió por dar a entender un cambio en la visión de la realidad LGTB. Sin anunciar cambios doctrinales, sí parecía avanzar un cambio en el enfoque pastoral, al hablar de los “dones” que las personas homosexuales tenían que aportar y al reconocer valores positivos en sus parejas. Estos avances fueron sin embargo retirados del último informe (la “Relatio Synodi”).
Frente a ello, este estudio avala la tesis de que un enfoque más inclusivo sería mucho más positivo para sus propios fieles LGTB. En 2015 tendrá lugar otra sesión del Sínodo, que serán la base para decisiones vinculantes. Está por ver si se retoma lo que se abrió paso para luego dar marcha atrás. Por el momento, ya hay también apoyos empíricos.
Muy interesante