Lorena Berdún (actriz y presentadora): «Estoy hasta las narices de trabajar por amor al arte»

Tiene 40 años y durante años presumió de ser la sexóloga más famosa del panorama nacional. Sueña con trabajar en el mundo del cine —»Quizá en la senectud me llegue la oportunidad, porque a este paso…»— .  Es adicta al té y tiene la manía de ponerse películas «que escucho mientras hago cosas por la casa».  Se considera una manitas y reconoce que le gustaría «tener una tiendecilla con cosas cursis hechas a mano».

Dice que Verónica, la obra que está representando en Madrid, es más un viaje emocional que una historia de terror. ¿Eso cómo se come?

Bueno, lo que quiero decir es que, al margen de los saltitos que se dan en la butaca con el susto correspondiente, la obra ofrece algo más que eso, una especie de ‘viaje’ que lleva a la adolescencia, que pasa por la amistad, los miedos, la muerte… Vamos, que hay un poco de todo y, emocionalmente, pasan cosas. Al espectador, me refiero. ¡O no!

¿Qué da más miedo: su obra de teatro o los Consejos de Ministros de los viernes?

¿Qué te voy a decir? Recortes hasta en las bolsitas para los perros que ponen en las papeleras. Da más miedo lo segundo, te lo puedo asegurar.

¿En qué cosas es usted un poco fantasma?

Yo soy poco fantasma. Yo diría que casi nada. Suelo tirar a la contención.

 ¿A qué político le diría aquello de ‘¿En tu casa o en la mía’?

Absolutamente a ninguno. Pero no por ser político, sino porque no me atrae ninguno y, sinceramente, creo que me aburriría mucho con un político. Si te refieres a lo que me imagino, claro.

Escribió ¿Qué nos pasa en la cama? y Cómo hacer el amor (bien). ¿Lo averiguó?

¿En mis propias carnes, te refieres? [Risas] Averigüé muchas inquietudes gracias a las ‘carnes’ y consultas de personas con dudas. Siempre he creido que para hacer el amor medianamente bien hay que entregarse, escuchar hasta lo que no se dice de viva voz y dejarse llevar. Lo demás, es pan comido.

¿A qué programa de televisión le pondría usted más de dos rombos?

Ahora se habla mucho de telebasura. Yo estoy muy descontenta con la tele que veo y lo que a mi me gustaría hacer como presentadora parece que no tiene cabida en estos tiempos. Pondría muchos rombos al rollo ese de que todo vale, insultos, indiscreciones, la incontinencia verbal, básicamente.

¿Quién le pagaba las sesiones con el psicólogo de guardia durante su etapa como consejera sexual?

¡Ja, ja, ja! He sido feliz haciéndolo, así que nunca necesité llamar a ninguno.

“Echo en falta más trabajo remunerado, casi curramos por amor al arte”. ¿Ha probado a encomendarse a la virgen del Rocío, como nuestra ministra de Empleo?

Pues sí, hijo mío. Estoy hasta las narices de trabajar por amor al arte. Es impresionante el partido que se le está sacando a la crisis en ese sentido. Recibo propuestas de trabajo con el ‘no hay dinero’ por delante, como si yo viviera del aire que respiro. Cada día que pasa me encomiendo hasta al Espíritu Santo, para que me ilumine y me presente a alguien que tenga en su cabeza la extraña convicción de que hay que pagar por el trabajo realizado.

“Creo que el sexo está sobrevalorado”. ¿No habrá recibido amenazas desde el Vaticano?

Bueno, a lo mejor a este Papa sí le podrían hacer más gracia mis programas sobre sexo que a los anteriores. Los tiempos cambian. El sexo está sobrevalorado porque se le da demasiada importancia, se dramatiza demasiado. La educación sexual es fundamental para evitar este problema.

¿En qué damos los españoles la talla?

¿Cómo quieres que lo sepa? ¡No tengo ni idea!

Pero los 13,63 cm de tamaño medio del pene no parecen muy alentadores…

Bueno, eso depende. Si se sabe qué hacer, los 13,63 son un mero número.  Lo importante es currárselo a base de bien.

¿Tiene remedio para cualquier tipo de mal?

¿Yo solita? Hombre, no creo. Pero con la ayuda de los libros, la experiencia y un poquito de intuición, la gran mayoría de los problemas sexuales sí pueden tener remedio. Corregir actitudes negativas arraigadas, aprender cosas nuevas, relajarse, entender la naturalidad de la sexualidad… Y, desde ahí, construir creencias nuevas. Los problemas que tienen una base fisiológica ya entrarían en otra categoría. Pero se pueden trabajar.

Igual le vemos presentando programas de sexo como escribiendo cuentos para niños. ¿Eso es porque usted vale igual para un roto que para un descosido?

¡Yo qué sé! No sé para qué sirvo, la verdad; sólo intento hacer lo que me gusta. Y me encanta escribir, desde niña.  Soy actriz porque es mi pasión, soy psicóloga porque siempre lo tuve claro. Y me chiflan las manualidades. Todo lo que está dentro de ese rango me gusta, me entretiene y me hace feliz, casi siempre.

Aparenta ser una mujer tranquila. ¿Qué hay que hacer para sacarle de quicio?

A ver si sé explicarme. Soy una persona con mucha paciencia en lo interno, con las personas. Tengo mucho ‘aguante’ pero, por otro lado, soy impaciente conmigo misma y me cuido bastante mal. Tengo mucho carácter, no soy una balsita de aceite, no te creas, pero es cierto que aguanto lo que me echen. Ahora bien, como me toques definitivamente las narices y acabes con mi paciencia… ¡agüitas turbias! Tengo un pronto polvorilla total. Como ves, una de cal y otra de arena.

¿Qué tiene usted de mariliendre?

Siempre me ha caído fatal esa definición. Tengo amigos homosexuales, pero estoy a años luz de considerarme una mariliendre. ¡Nooooooo!