Amor y dolor
El pasado viernes tuve la oportunidad de presentar, junto con Alberto Mira y el autor, la nueva novela de Fernando P. Fuenteamor Mi mano en tu oscuro corazón (Editorial Egales). Se trata de la segunda parte de una novela que ustedes ya conocen, Las colinas de Brooklyn. Pero se lee perfectamente como obra separada (y además, son muy distintas las dos). Esta vez seguiremos la peripecia vital del guapo Paul, obsesionado con su tío (político) Sean desde que éste le rechazó cuando era adolescente. Paul ahora es un modelo famoso y frecuenta antros de sadomaso esperando el momento en el que le llegue una segunda oportunidad con su anhelado Sean: la tensión creciente que el autor sabiamente genera en el lector se construye alrededor de una duda ¿quiere Paul amor o quiere venganza?
Desde la portada, el castigo de Ixión dando vueltas en una rueda de fuego por haber intentado seducir a Hera, la mujer de Zeus, nos avanza la espiral de placer y dolor en la que se ve envuelto el protagonista, espléndidamente descrita por el lenguaje más que apropiado (y rico) de Fuenteamor (que no en vano lleva en esto muchos años). El que suscribe se ha enamorado además, en una segunda e incluso tercera lectura de los secundarios: Matt, Robert, Norman, Stan, August, Arline, Juliette, Arl…
Y sobre todo, del tema principal de la novela: la atracción que un hombre mayor puede ejercer (y de hecho, lo hace) sobre un joven.
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Nos ha llegado el nuevo libro de relatos del prolífico Eduardo García, Te veo pasar, que cada poco tiempo nos sorprende con una publicación. Esta vez se trata de un heterogéneo libro de relatos que es sobre todo, una declaración de amor al cantautor Carlos Salinas (algo que no nos extraña, por otra parte). Pero no se trata de algo enfermizo ni obsesivo. Ni mucho menos. Es un amor que surge de manera natural y que, pese a no ser correspondido (eso dice el autor) no deja de ser amor. Además se incluye un relato del propio Salinas. Nosotros nos quedamos con Me tienes que querer, un relato “antiguo” de García, que nos ha matado de risa y de amor a la vez.
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No se pierdan ustedes Héroes, en La Pensión de las Pulgas, en Madrid, la obra de teatro de Antonio Hernandez Centeno. Tras agotar todos las funciones se prorrogó a febrero y ahora continúa en marzo. Les digo poco pero les digo algo: Centeno ha sabido mezclar lo más horrible con lo más bello: una historia de ¿terrorismo, guerra civil? (da igual, son palabras que impone el que gana para designar lo mismo: el odio y la muerte entre hermanos) y una historia de amor: esa palabra sí que se usa de manera inequívoca y es la que salva, el milagro. Un hombre de cuarenta (estupendo Raúl Tejón ¿qué quieren que les diga que ya no sepan?), un muchacho de veinte (Miguel Diosdado: fresco, como si fuera un chico que acaba de pasar por allí) y Diana Palazón, que es el nexo entre ambos.
SPOILER: Y en otro contexto no lo diría para no estropearles la sorpresa, pero en este contexto se lo digo para que vayan, porque sé que así van a ir: los dos hombres, en bandos contrarios, se enamoran. No hay opción, claro: en cuanto se miran se enamoran.
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