Autocensura preventiva de IKEA, que cierra su revista online en Rusia para no violar la ley contra la «propaganda homosexual»
IKEA ha anunciado el cierre de la versión rusa de Ikea Family Live, su revista online, por miedo a la legislación homófoba vigente en ese país desde 2013. La decisión de la multinacional es una buena muestra del efecto pernicioso de este tipo de normativas, que acaban consiguiendo que todo atisbo de visibilidad LGTB desaparezca de los medios de comunicación social.
Aunque IKEA -tradicionalmente considerada una empresa «gay-friendly» por algunas de sus acciones– no lo reconoce de forma expresa, no parece descabellado pensar que en la decisión haya pesado lo ocurrido en noviembre de 2013, cuando la multinacional ya se vio envuelta en la polémica por eliminar de la versión rusa de IKEA Family Live un artículo en el que aparecía una pareja de mujeres, Kirsty y Clara, con su hijo.
Año y medio después, IKEA ha decidido no correr más riesgos y poner punto final a la versión rusa de IKEA Family Live. En un comunicado oficial, la empresa explica que la revista «muestra diferentes aspectos de las vidas de la gente en sus hogares, con independencia de su edad, género, orientación sexual, nacionalidad y religión». «La revista refleja los valores de la compañía IKEA, incluyendo la igualdad de derechos y oportunidades para todos. Nos esforzamos por hablar de personas con diferentes estilos de vida, diferentes valores, tradiciones, costumbres e intereses», añade el comunicado, que finaliza asegurando que «un cierto número de publicaciones de nuestra revista pueden ser interpretadas como propaganda en aplicación del artículo 6.21 de la ley ‘contra la promoción de relaciones sexuales no tradicionales entre los menores’. En el negocio observamos las leyes de los países en los que operamos, así que para evitar incidentes hemos decidido poner fin a la producción de la revista en Rusia».
Ya lo señalamos en 2013, cuando IKEA se autocensuró por primera vez: ya entonces Rusia era el quinto país en ventas de la compañía, lo que representaba el 6% del total. Un buen ejemplo de las dificultades a las que las empresas multinacionales se enfrentan cuando pretenden construir una imagen en los mercados de todo el mundo compatible con la defensa de los valores corporativos.
Homofobia social y de estado
Como ya hemos recogido en numerosas ocasiones, la legislación homófoba aprobada en 2013 por el Parlamento ruso prohíbe informar positivamente sobre “relaciones no tradicionales” a menores. En la práctica, ello se traduce en la prohibición de eventos del Orgullo LGTB, de defender públicamente los derechos de las personas LGTB o simplemente de presentar las relaciones homosexuales en un plano de igualdad a las heterosexuales. Una situación que ha dado pie a continuadas detenciones de activistas, despidos de funcionarios que declaran abiertamente su orientación sexual, cierres de medios que respaldan las reivindicaciones LGTB… Hace pocos días, por ejemplo, nos hacíamos eco de una campaña de Amnistía Internacional a favor de una periodista sancionada en aplicación de esta perversa normativa.
A la homofobia de estado, se une la violencia social, tanto contra individuos aislados (es el caso de la violenta red de grupos homófobos Occupy Pedofilyaj, que retiene y tortura a homosexuales a los que suelen tender una trampa en internet) como contra locales de ambiente y por supuesto contra activistas que reclaman sus derechos (el último episodio del que nos hicimos eco ocurrió a finales de octubre, cuando tres activistas fueron asediados en Lipetsk).