El Europride de Riga (Letonia), en peligro por el boicot de grupos homófobos
El Orgullo Báltico, en el que participan Estonia, Letonia y Lituania, vuelve este año a Riga, donde se celebró en 2009 y en 2012. El evento tiene una significación especial, por albergar el primer Europride que tendrá lugar en una exrepública soviética. Sin embargo, su desarrollo está ahora amenazado por la maniobra de boicot de grupos hómofobos que pretenden impedirlo.
Los activistas de Mozaika acudieron el pasado día 20 de febrero, cuatro meses antes de la fecha prevista para el evento, a pedir autorización ante las autoridades municipales de Riga para llevar a cabo el Europride el próximo mes de junio. Pero ante su estupefacción, el ayuntamiento les informó de que un grupo “antiglobalización” ya habían solicitado la organización de una marcha sobre “desviaciones sexuales y perversiones varias, así como otras cosas extrañas”; el cinismo del título y los detalles del supuesto evento dejaban claro que su único objetivo era impedir la celebración del Europride en las fechas y lugares previstos. Por si había alguna duda sobre sus intenciones, los organizadores de la protesta han puesto en marcha una página web de claro contenido homófobo.
Los boicoteadores se habrían valido de una artimaña legal para sortear el plazo máximo de cuatro meses de antelación para convocar una manifestación. En lugar de convocarla como tal, simularon organizar un “festival” de una semana de duración, lo cual les permitió adelantarse a los activistas LGTB e intentar pisotear un Orgullo Báltico tan significativo. En declaraciones a la página Gay Star News, Kaspars Zalitis, uno de los responsables de la organización del Europride 2015, lamentó la falta de apoyo institucional cuando denunciaron la maniobra de boicot.
El ayuntamiento de Riga afirma que trasladará el asunto al ministerio de Justicia, de quien Zalitis no espera gran cosa: “el ministro de Justicia es abiertamente homófobo, acusando a la comunidad LGTB de ser una ‘mafia de maricones’”, declaró. El activista reconoce que “no tenemos alternativas en este momento”, pero se muestra esperanzado en encontrar una solución y hace un llamamiento a todo el continente para que acudan a Riga el próximo junio. “Es lo que más necesitamos. Tenemos que mostrar a la sociedad letona que hay una comunidad LGTB internacional que está luchando por los derechos humanos. El Europride nunca ha estado tan cerca de Rusia, y cuanta más gente venga, más altas se oirán nuestras voces”.
Un jarro de agua fría
A la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos, el boicot supone un mazazo en un país que, pese a contarse entre los más hostiles de la Unión Europea para su población LGTB, empezaba a mostrar signos esperanzadores. El más simbólico, la salida del armario como gay de su ministro de Exteriores, Edgars Rinkēvičs, hace apenas unos meses. Anteriormente, tras el Orgullo Báltico celebrado en Riga en junio de 2012, el entonces ministro de Justicia anunciaba un proyecto de reconocimiento de derechos a las parejas no casadas, que incluiría a las del mismo sexo. Otros miembros del gobierno, como el ministro de Defensa Artis Pabriks, mostraban su apoyo a la medida, aunque la oficina del Defensor del Pueblo de Letonia había recomendado en enero que el Parlamento no reconociera este tipo de uniones.
En diciembre de 2005 se introdujo una enmienda a la Constitución de Letonia para definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, y así impedir a las parejas del mismo sexo el acceso a esta institución. Quienes se muestran contrarios al proyecto de reconocimiento de otro tipo de uniones consideran que se trata de un subterfugio para violar lo que la Constitución prohíbe taxativamente.
Esta actitud es la que el ministro Rinkēvičs calificaba el pasado noviembre de “montón de histeria” y contra la que se ha comprometido a luchar. Este tipo de grupos homófobos ya intentaron en 2006 aprobar, sin éxito, una ley contra la “propaganda homosexual” como la vigente en Rusia desde 2013. Veremos ahora si Rinkēvičs, que mostró su intención de ayudar a sacar adelante la ley de uniones civiles, tiene algún margen de maniobra para intentar proteger la celebración de un Europride en el que la comunidad LGTB letona tiene puestas muchas esperanzas de mejora de su situación.
Madre mía, el conservadurismo que aún persiste en estos países del Este, que a priori son más liberales. Las instituciones tienen que estar para apoyar y no para estar con los brazos cruzados.