Eurovisión 2015 en clave LGTB
El sueco Måns Zelmerlöw (en la foto, junto a su antecesora Conchita Wurst) se proclamó ganador del 60 Festival de la Canción de Eurovisión, cuya final tuvo lugar en Viena el pasado sábado. Ninguna sorpresa: todos los pronósticos lo situaban como gran favorito, incluido el de dosmanzanas. Pero más allá de los resultados de una edición unánimemente considerada como una de las peores de los últimos años -por lo mediocre de la mayoría de los temas-, la gala final ofreció diversos puntos de interés desde el punto de vista LGTB, que hoy destacamos.
La inclusión de un beso entre dos chicos en las imágenes que abrían el festival fue el preludio de una larga noche en la que no faltaron, como viene siendo costumbre, las banderas arcoíris entre el público que abarrotaba el Wiener Stadthalle. La alegría se transformó sin embargo en tensión durante el desarrollo de las votaciones. Prácticamente durante toda la primera mitad del «recuento» de votos la clasificación estuvo encabezada por Rusia, un país bien conocido por su homofobia de estado, lo que acabó desembocando en sonoros abucheos, que iban a más cada vez que un país atribuía a la representante rusa una puntuación alta. La situación alcanzó tal punto que las presentadoras se vieron obligadas a recriminar al público y recordar que Eurovisión era un concurso en el cual las cuestiones políticas quedaban aparte…
A partir de la segunda mitad Suecia comenzó sin embargo a remontar, entre los aplausos enfervorecidos del público, hasta que se puso en cabeza y poco a poco fue distanciándose de Rusia, que se tuvo que conformar finalmente con la segunda posición a bastante distancia.
Uno de los momentos más intensos de la gala desde el punto de vista LGTB tuvo lugar cuando el portavoz de Irlanda, país que el viernes había celebrado un referéndum sobre el matrimonio igualitario cuyos resultados favorables se conocían pocas horas antes, apareció en imagen para dar a conocer el voto irlandés. Entonces un aplauso atronador se prolongó durante varios segundos -algo que no sucedió de esa forma con ningún otro interviniente- en lo que sin duda fue un cariñoso reconocimiento al pueblo de Irlanda y a su histórica decisión.
De homófobo a progay
Pero sin duda el momento culminante de la noche fue cuando el ya ganador, Måns Zelmerlöw, que interpretó la canción Heroes («Héroes»), quiso congraciarse con el abundantísimo público LGTB al afirmar, al recibir el trofeo de ganador de manos de una esplendorosa Conchita Wurst: «Estoy tan contento… Quiero dar las gracias a todos los que me habéis apoyado y votado. Todos somos héroes. No importa a quién amemos, quiénes seamos o en qué creamos. Todos somos héroes». «Amén a eso, Måns», podía leerse de inmediato en la cuenta oficial de Twitter del Festival.
Gesto explícito de reconocimiento con el que Zelmerlöw quiso desprenderse de una vez por todas de la fama de homófobo que le persigue desde unas desafortunadas declaraciones -de las que nos hicimos eco en su momento– en las que afirmaba que «no es natural que los hombres quieran dormir con otros hombres”, y añadía que “no hay nada malo en ello en absoluto, pero la cosa más natural del mundo es que los hombres y las mujeres hagan los niños juntos”.
Es justo reconocer que con posterioridad el cantante se disculpó y aseguro que en realidad se expresó mal, y que lo que quiso realmente decir con «no ser natural» era que «no era lo común» para la mayoría de las personas. Ronny Larsson, editor de la revista LGTB sueca QX, salió de hecho en su defensa para asegurar que conocía a Zelmerlöw desde hace años y que no solo no era homófobo, sino que era un decidido partidario de la causa LGTB que había aparecido en diversas ocasiones en la portada de su revista y que había actuado en el Orgullo LGTB de Estocolmo. Zelmerlöw, además, se mostró horrorizado cuando descubrió que sus palabras estaba siendo utilizadas por grupos conservadores y de extrema derecha como una prueba de que su representante en Eurovisión era un homófobo como ellos.
«Adora a sus seguidores gais, a sus amigos gais y está absolutamente de nuestra parte. Creedme, él no quiere que esto se silencie, o que se esconda bajo la alfombra, lo que precisamente quiere es que la comunidad gay entienda lo mucho que siente haber dicho esas palabras», aseguraba Larsson en un artículo publicado en Pink News el pasado marzo.
España, en la 21ª posición
En definitiva, la noche se saldó con un ganador oficialmente progay (si lo es de verdad o no poco pareció importar a los eurofans después de haber doblegado -musicalmente hablando- a la Rusia de Putin) y protagonista de una de las escasas actuaciones «salvables» de la noche. Rusia fue segunda e Italia tercera, seguidas de Bélgica (la apuesta musical más arriesgada de la noche, que se vio sin embargo recompensada con una elevada puntuación), Australia (país invitado por primera vez) y Letonia.
Cerraron la clasificación la anfitriona, Austria, y su vecina Alemania, que no recibieron punto alguno. Solo 4 puntos recibió Francia y 5 el Reino Unido. España, con una esforzada Edurne, quedó en una discreta 21ª posición, con 15 puntos (8 de ellos cortesía de nuestros dos vecinos, Francia y Portugal).
Estupenda lectura LGTB del festival, pero no estoy nada de acuerdo con lo de «edición unánimemente considerada como una de las peores de los últimos años por lo mediocre de la mayoría de los temas» y alguna que otra lindeza. Creo que ha sido un festival con canciones estupendas como las de Estonia, Noruega o Georgia y lleno escenografías impactantes. Una edición esplendida.
Sorprendente la actitud de la televisión Rusa al enviar una canción que apela a la pluralidad y solidaridad sabiendo la posición homofoba y belicista que gasta la política de estado Ruso.
Llega a ser feo y no le perdonan la homofobia en la vida.
Completamente de acuerdo con #2 . Aparte de su trabajo de marketing y pink-washing, en el que hay que reconocer que el chico se ha esforzado lo suyo, el hecho de que esté tan buenorro ha hecho mucho porque la gente se olvide de sus comentarios del año pasado.