Una joven transexual, vinculada al mundo de los videojuegos, se suicida tras una campaña de acoso por internet
Rachel Bryk, una chica trans de 23 años, tenía un futuro prometedor por delante, pero se lo arrebataron. Hastiada, o quizá atormentada, decidió quitarse la vida. Bryk saltó del puente George Washington (entre Nueva York y Nueva Jersey, en Estados Unidos) la noche del pasado 23 de abril. Previamente a su triste final, la joven transexual fue víctima de una campaña de acoso y de transfobia. Trabajaba como programadora en el entorno de videojuegos. Al anunciar sus intenciones en Ask.fm recibió mensajes de odio como “no mereces ni morir”, “ojalá sobrevivas” o “volverás en pocos días utilizando el drama que has creado”.
La enésima víctima de la intolerancia y el acoso; esa es Rachel Bryk. Pero en Twitter se reivindica su memoria con el hastag #hernamewasrachel (su nombre era Rachel). Es una forma de exigir que se ponga rostro a las víctimas del acoso de origen LGTBfóbico y de expresar la repulsa de los que desean una sociedad igualitaria. En el caso de Bryk, además de por su identidad de género, se une otra corriente de odio: la laboral. Se convirtió de una persona conocida en el mundo de los videojuegos, trabajando en la programación de Dolphin (un emulador para Nintendo Gamecube, Wii y Triforce que funciona en los sistemas operativos de Windows y Linux). Pero a determinados grupos no les gustaba la actitud crítica del movimiento ‘Game Gate’ (al que pertenecía) frente al servilismo de algunas revistas y publicaciones especializadas en videojuegos.
“Ella era muy inteligente, muy buena con los ordenadores”, aseguraba Lisa Bryk (la madre de Rachel), al conocer la penosa noticia de la muerte de su hija. «La echaremos de menos”, se lamentaba a continuación su madre. A Bryk se le diagnosticó artritis reumatoide en una edad temprana y, como consecuencia de esto, convivía con un dolor crónico. Debido a esta circunstancia, tenía dificultades a la hora de conseguir un trabajo o de mantener un horario regular. No obstante, descubrió un universo nuevo en la programación informática y en el anime. Pero también se fue poniendo, poco a poco, en el ojo del huracán de extremistas e intolerantes que, por discrepancias con su visión informática y de los videojuegos, utilizaban su identidad de género como arma arrojadiza.
Rachel Bryk, como en la Crónica de una muerte anunciada, avisó de su posible intento de suicidio, pero no recibió el apoyo necesario. “Cualquier muerte de un transexual es una buena noticia” o “puto maricón” fueron algunos de los desalentadores mensajes que recibió como respuesta. Incluso, tras su deceso, alguno se atrevió a declararlo como una “victoria”. Antes de suicidarse, Bryk se sumió en una profunda depresión.
Por otra parte, sus compañeros han publicado una carta conmemorativa en la que expresan: “gracias a Rachel, Dolphin, como software y como comunidad, ha mejorado mucho en los últimos años. Y ella será muy recordada por todos. Somos más fuertes, mejores personas gracias a conocerla”.
Stop al acoso transfóbico
En enero recogíamos la desgarradora historia del suicido de Leelah Alcorn, una adolescente de 17 años, que conmocionaba a la comunidad LGTB. Leelah no pudo soportar la incomprensión de su familia y de su entorno hacia su condición de mujer transexual, reiterada y cruelmente negada por sus padres. Alcorn era una chica que vivía en una pequeña localidad del estado de Ohio, en los Estados Unidos.
Si en dosmanzanas nos hacemos eco de estas historias es porque, desgraciadamente, son las que alcanzan relevancia pública, pero es razonable pensar que no son las únicas y que hay otras muchas que no llegamos a conocer. La lucha contra LGTBfobia, la aprobación de leyes que persigan los actos motivados por el odio a la diversidad (incluidas las amenazas y la violencia verbal en redes sociales, foros y demás espacios de internet) y la observación y aplicación estricta de estas legislaciones igualitarias y antidiscriminatorias son algunos de los pasos que las administraciones deberían de dar y que, sin embargo, suelen encontrar el escollo del desconocimiento, la ignorancia o la falta de compromiso de algunos políticos o partidos (en nuestro país y en el ámbito internacional).
Habéis contado la historia un poco como el culo. O más bien habéis leído la historia mal contada en cualquier sitio y habéis hecho copia-pega, que es peor.
Siguiendo sus perfiles en redes sociales te das cuenta de que sufría varias enfermedades, algunas degenerativas degenerativas (fibromialgia, artritis reumatoide…) y esto la atormentaba a diario.
Por otro lado decían todo tipo de burradas los trolls, pero nunca fue mayor problema, o al menos no el motivo de su suicidio.
Investigad un poco sus mensajes a través del proyecto Dolphin, que era en lo que trabajaba y revisad las fuentes que tenéis.
Hacer de su muerte un estandarte en contra de la transfobia es como si un negro se suicida por tener X enfermedad y le declaran mártir del racismo. No está mal la causa, obvio, pero está completamente fuera de lugar.
Hola, Randy:
Gracias por seguirnos y por expresar tu opinión (aunque no comparto ni tu tono, ni la mayoría de lo que dices). En primer lugar, como autor de este post, me ofende la acusación (incierta) de «copia-pega». Puedes compartir o no el análisis, pero no creo que sea justo asegurar que es una «copia», sin citar la supuesta fuente «copiada». Otra cosa, y siempre establecemos para ello el origen a través de enlaces de hipertexto, es que utilicemos declaraciones, datos, etc. de otra fuente fiable (insisto, siempre con link).
Por otra parte, respondiendo a tu crítica, en la noticia se menciona que padecía dolores crónicos y que el acoso procedía del ámbito informático y de los videojuegos. Y lo que aquí criticamos es el uso «su identidad de género como arma arrojadiza».
Asimismo, si relees el post, en ningún lugar se dice que «el motivo por el que se suicidó» fue por el hecho de recibir esos mensajes: se exponen todas las circunstancias (enfermedad, depresión, acoso, etc.) y se evita hacer afirmaciones categóricas. Nuevamente, eso sí, criticamos la transfobia y el uso de la identidad de género como supuesto motivo de ataque (originado por discrepancias en otros ámbitos).
Sea como fuere, me parece peligroso «quitar hierro» a los mensajes de odio LGTBfóbico, porque, en mi opinión, estas actitudes pasivas o indiferentes «fortalecen» a los que realizan impunemente este tipo de ataques.
He tratado de contestar amigablemente a todos los puntos que has planteado pero, por lo que a mí respecta, no pretendo dar pie a una conversación en bucle.
Saludos
Sin ánimo de ofender la memoria de Rachel Bryk, y sin hacer de menos la transfobia que contribuyó a su muerte, quisiera puntualizar otra cosa: el ‘Gamergate’ tiene bien poco que ver con la ética periodística o con la crítica a los vínculos entre la industria y la prensa de videojuegos. Se trata, en realidad, de un movimiento de cariz fuertemente misógino que ha suscitado insultos (y, en ocasiones, acoso) contra analistas y diseñadoras tales que Anita Sarkeesian, Zoe Quinn y Brianna Wu, cuando éstas han señalado el machismo inherente a la industria y a la comunidad de jugones. Podéis leer acerca de todo ello aquí: http://en.wikipedia.org/wiki/Gamergate_controversy
Que triste, hasta donde ha llegado la intolerancia del mundo hacia las minorias, necesitamos unir más nustras fuerzas para ser escuchados.