Va de morbo

Płynące wieżowce (Polonia, 2013), más conocida por su título en inglés o en castellano (Floating skyscrapers, Rascacielos flotantes) es una de esas escasas películas de tema LGTB procedentes de un país del que, desde la muerte de Kieslowski, casi ha desaparecido de nuestras pantallas, con la honrosísima excepción de la excelente Ida, la obra maestra de Paweł Pawlikowski.

Płynące wieżowce cuenta la historia de un muchacho (Kuba, que es para verlo, interpretado por Mateusz Banasiuk) que vive con su madre y su novia en un modesto apartamento y entrena en una piscina cubierta de luz mortecina, en cuyos baños descubre que hay cosas que su novia no le hace, o que se las hace, pero de otra manera. O que se las hace de la misma manera pero prefiere que se lo haga un desconocido en un váter. Hay gustos para todo.

Pronto conoce a Michał, un chico (que así, entre nosotros, es más mujer, sea eso lo que sea, que su novia y su madre juntas) y se ve irresistiblemente atraído hacia él.

No es una excelente película. Quizá nosotros tuvimos a Almodóvar y nuestra ración de morbo está más que saciada. Quizá el final es demasiado de los ochenta. En cualquier caso, yo diría que es una película que trata sobre la bisexualidad (me encanta verla así): no es un homosexual en el armario, no está engañando a nadie. Las escenas de sexo con su novia (y las escenas con el otro chico) así lo indican. Kuba disfruta con todo.

Por lo demás, la peli es más que generosa mostrando el cuerpo de Mateusz Banasiuk, que no debe salir vestido ni tres minutos. Ración extra para los que no se levantan durante los títulos de crédito: jamás, nunca, ninguna otra película, logrará que la gente permanezca sentada después del fin como ésta. Ya me lo dirán.

Acabamos de terminar de leer Diario de un joven gay ciego, de Hache Cabezas, que escribe un blog desde hace tiempo (Historias con hache), del que se harán ustedes seguidores indefectiblemente.

Las peripecias de un adolescente en un campamento de verano para ciegos que cambiará su vida para siempre (impecable la descripción “desde dentro” de cómo funciona uno de esos sitios, que el que suscribe ni imagina), que se siente por primera vez libre de una madre opresora y que descubre que puede que no sea homosexual si solo le gusta un chico, que puede que no lo sea si le gustan dos, pero tres, quizá ya es pasarse.

Es destacable la capacidad para, usando fórmulas más que repetidas, expresiones habituales del lenguaje, es capaz de retorcerlas con un peculiar sentido del humor revelando el absurdo que hay tras ellas. Morbazo y risas, aseguradas.

El libro en formato electrónico se puede conseguir (casi regalado) en este enlace.

“Sólo me apetecía besarle… aún quiero hacerlo. Pero eso no tiene por qué implicar que soy gay ¿no? Puede significar que le aprecio y siento una conexión profunda con él que pretendo celebrar con un beso en los labios porque es la forma de contacto más íntima que se me ocurre que puede existir entre dos amigos ¿verdad?”

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