Álex Salinas, el joven trans al que le niegan ser padrino de su sobrino, dice que “la iglesia necesita actualizarse”
Hace solo unos días, dosmanzanas publicaba la noticia de la negativa del obispado de Cádiz a que Álex Salinas, un hombre transexual, se convirtiera en el padrino del bautizo de su sobrino, a pesar de ser un católico practicante. Numerosos medios de comunicación se han hecho también eco de su caso y, además, Salinas ha encontrado la solidaridad del activismo LGTB. Una de las voces críticas más enérgicas ha sido la de Carla Antonelli, diputada socialista en la Asamblea de Madrid, quien ha asegurado, en declaraciones a dosmanzanas, que es “absolutamente falso que exista una norma divina que obligue a discriminar”. Asimismo, la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera (ATA) o el Observatorio Español contra la LGBTfobia (StopLGTBfobia) son algunas de las organizaciones que han salido en defensa de los derechos de este joven trans de 21 años.
Hemos hablado con Álex Salinas y nos ha explicado que está en trámites para la presentación de una demanda como consecuencia de los hechos ocurridos. “No puedo quedarme de brazos cruzados, pensando: ¿Cuántos como yo habrá? ¿Cuántos se habrán callado?”, dice Salinas. Y es que, según él mismo aclara, “esta no es solo mi lucha, sino la de todos”. Lo mismo opina la activista y diputada madrileña Carla Antonelli, que asevera que “por encima de cualquier dogma religioso está la legislación vigente”. Desde la FELGTB añaden al respecto que con la reasignación de Salinas y con la identidad oficial de hombre que figura en su DNI, “la iglesia católica incumple las leyes”.
Cuando una persona realiza la rectificación registral de su nombre y sexo, esto no supone una perdida de derechos, tal y como recoge la ley reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas (Ley 3/2007). En el artículo 5.2 de dicha ley se establece que “la rectificación registral permitirá a la persona ejercer todos los derechos inherentes a su nueva condición”. Por todo ello, para ATA-Sylvia Rivera, excluir a una persona por su identidad sexual y de género “es un atentado contra los derechos fundamentales”. La presidenta de esta organización, Mar Cambrollé, defiende que “las leyes de la iglesia no pueden vulnerar una norma de rango estatal superior como es la Constitución española o la anteriormente citada, máxime cuando se nutre económicamente de dinero público”.
Algunas personas se han preguntado en estos días, en público y en privado, por qué una persona trans quiere participar en una institución que la discrimina. Sin embargo, Álex Salinas entiende que “una persona creyente lo es porque siente la fe, la necesita y se vincula a ella desde que tiene uso de razón. Yo me vinculé al cristianismo porque es mi religión desde que tengo consciencia. Y sé perfectamente lo que opinan los mandamases de los homosexuales, transexuales, bisexuales, etc”. Pero, a pesar de todo, defiende su derecho a vivir su fe y a luchar por la inclusión desde dentro de la iglesia. “¿No nos ama Dios a todos por igual? Entonces, ¿por qué no somos aceptados como somos? Si un cura le negase hacer la comunión a un niño albino no sería un escándalo?”, reflexiona Salinas.
En unos términos muy parecidos también se ha expresado Carla Antonelli: “la iglesia tiene potestad para ciertas cosas, pero no puede contravenir las normas que regulan la convivencia de nuestro estado democrático. Por ejemplo: ¿tiene la iglesia la potestad de impedir la comunión a una persona negra por el hecho de ser negra?… ¡No, no la tiene!”, justifica Antonelli. La diputada socialista cree que este tipo de desagravios y discriminaciones convierten a sus autores en “indignos representantes de la palabra de dios, entendiendo esta como el amor y el respeto al prójimo”.
Contradicciones en la jerarquía eclesiástica
El caso de Álex Salinas choca con las palabras del papa Francisco a otro hombre transexual español, al que recibió en su residencia vaticana de Santa María el pasado mes de enero: “¡claro que eres hijo de la iglesia!”, le dijo el sumo pontífice. Salinas recuerda que el papa Francisco “ha dicho infinidad de veces que él no es quién para juzgar a nadie y que todos somos iguales ante los ojos de dios y si se supone que el papa es el jefe supremo, ¿por qué no seguir su ejemplo?, ¿por ideales? No lo sé, pero me gustaría saberlo”.
“Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Preguntado por esta cita bíblica, recogida en el testamento según San Juan, Salinas considera que “en esa situación ninguno podría tirar la primera piedra. Puesto que tenemos conocimiento de los sucesos que han pasado y pasan dentro de la iglesia”. El joven de San Fernando (Cádiz) se pregunta, por lo tanto, “¿por qué a mí no se me acepta como padrino?, ¿acaso presuponen que esto es un pecado?… Y ahora se escandalizan porque los medios hablen de discriminación. No juzguéis si no queréis ser juzgados”.
Por su parte, el obispado de Cádiz ofreció a Álex Salinas ser el ‘padrino espiritual’ de su sobrino, aunque no figure él en la partida oficial. Una opción que de ninguna manera le satisface, ya que supondría aceptar que no reúne los requisitos para ser el padrino efectivo. Rafael Zornoza Boy, obispo de Cádiz, ha anunciado que se reunirá a partir de septiembre con Salinas para tratar su caso, aunque se mantiene tozudo en que lo sucedido “no supone ninguna discriminación”. Una visión totalmente diferente a la del propio afectado, que defiende que “la iglesia necesita actualizarse”, compartida por la práctica totalidad del activismo LGTB.
En la plataforma Change.org todavía se puede firmar la petición para que el obispado de Cádiz rectifique y a Álex Salinas se le permita ser el padrino de su sobrino, finalmente.