California se hará cargo de una de las primeras cirugías de reasignación de una reclusa transexual en los Estados Unidos
Shiloh Quine será la una de las primeras reclusas trans estadounidenses en someterse a una cirugía de reasignación de sexo mientras cumple condena. Además, el estado de California correrá con los costes de su intervención quirúrgica, que podrían oscilar entre los 15.000 y los 25.000 dólares. Sin embargo, aunque Quine sea la primera mujer trans de California en realizarse la cirugía estando en prisión, su victoria se debe en buena medida a la lucha de Michelle Norsworthy, otra reclusa trans que en abril obtuvo una orden favorable de un tribunal federal. Tanto en el caso de Quine como en el de Norsworthy, los funcionarios de prisiones de California habían desestimado las operaciones, previamente, alegando que la reasignación “no es médicamente necesaria”. Tras la sentencia favorable para la operación de Michelle Norsworthy, California se ha comprometido a sufragar la intervención de Quine.
Las próximas operaciones de reasignación de sexo a las reclusas californianas Shiloh Quine y Michelle Norsworthy sientan un importante precedente. Solo en el estado de California se estima que hay unas 400 personas transexuales que reciben tratamiento hormonal. El juez federal de San Francisco Jon Tigar, nominado por Barack Obama, se asignó el pasado otoño el caso de Shiloh Quine. Tigar considera que si un tribunal federal de apelaciones niega la prescripción médica de reasignación de sexo de un preso constituiría “indiferencia deliberada” y, en tal caso, se violaría la Octava Enmienda sobre “castigo cruel e inusual”. California ha decidido asumir todos los costes (que ascenderán a una cifra de entre 15.000 y 25.000 dólares) para cerrar la demanda federal.
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos aprobaba en junio el matrimonio igualitario y reconocía la discriminación histórica de gais, lesbianas y bisexuales. Sentencias como las que permitirán a las reclusas Quine y Norsworthy someterse a cirugía, sumadas a la aprobación por vía judicial del matrimonio igualitario, indican que la justicia estadounidense ha experimentado una evolución en los últimos tiempos, reflejando el aumento de la sensibilidad social por los derechos de las personas LGTB. Eso no significa, en absoluto, que con estas conquistas se ponga fin a las reivindicaciones, ya que la LGTBfobia sigue generando problemas contra los que hay que seguir lidiando. Ayer, sin ir más lejos, dosmanzanas publicaba la noticia del asesinato de la decimotercera mujer trans en los Estados Unidos, en lo que llevamos de 2015.
En la noche del pasado viernes, el departamento de prisiones de California emitió un breve comunicado en el que se anunciaba que el estado pagaría la operación de reasignación sexual de Shiloh Quine para resolver así la demanda federal. California reconoce que todos los profesionales médicos que estudiaron su caso “determinaron que esta cirugía es médicamente necesaria para Quine”. Esta mujer trans, que cumplió 56 años el mismo viernes, está en prisión desde 1980, condenada por asesinato en primer grado, secuestro y robo. Como consecuencia de su imposibilidad, hasta ahora, de conseguir su cirugía de reasignación, los registros oficiales de la prisión estatal de Mule Creek recogen que Quine habría tratado de suicidarse en distintas ocasiones. La última, en 2014, tras haber solicitado la intervención y habérsela denegado los funcionarios.
La también reclusa trans Chelsea Manning, en la prisión militar de Fort Leavenworth, anunciaba en mayo que trabajaba en la redacción de un proyecto de ley que evitar “estas exclusiones en los planes de gestión de salud, que son ilegales”. Manning está condenada a 35 años de prisión por filtrar a WikiLeaks un gran número de documentos que comprometían a la diplomacia estadounidense. La autorización por parte del ejército estadounidense para el tratamiento hormonal de Manning fue recogida el pasado mes de febrero por dosmanzanas.
En prisiones equivocadas
En el momento en el que se complete la operación de reasignación sexual de Shiloh Quine, se autorizará su traslado a una prisión de mujeres. Tanto en los Estados Unidos como en otros países (en los que todavía están más desprotegidas y vulnerables) las personas trans recluidas en centros opuestos a su verdadera identidad de género suelen ser víctimas de la exclusión, cuando no de vejaciones, violencia verbal o física, así como de toda clase de abusos.
El activismo LGTB ha acogido con satisfacción la noticia sobre Shiloh Quine y espera que este caso siente un precedente para futuras personas transexuales recluidas en centros penitenciarios. No obstante, Kent Scheidegger, director de la conservadora Criminal Justice Legal Foundation, con sede en Sacramento, entiende que “un acuerdo no es un precedente, pero supongo que da un poco de munición para que otros tipos puedan decir que ‘si se hizo esto por él, ¿por qué no por mí?’”. Para Scheidegger, “la idea de que la Octava Enmienda represente un beneficio para los presos que no está disponible para el público respetuoso con la ley es algo que mucha gente encuentra ofensivo”.
El frustrado caso de Michelle Kosilek
El juez Jon Tigar considera que los casos de Shiloh Quine y Michelle Norsworthy podrían ser un precedente favorable para Michelle Kosilek. Aunque un juez de Massachusetts ordenó en 2012 su reasignación de sexo, posteriormente, la Corte de Apelaciones (con sede en Boston) echó marcha atrás alegando “problemas de seguridad”, así como una supuesta “fuente de angustia mental” para las reclusas que hubieran sido víctimas de violencia de género, en el momento en el que se le trasladara a un centro penitenciario para mujeres. Estos supuestos ‘temores’ estarían basados en los hechos que motivaron su encarcelamiento: el asesinato en 1990 de la que por aquel entonces fuera su esposa (cuando Michelle Kosilek todavía se identificaba como Robert). En los registros de su prisión constan sus intentos de suicidio y de automutilación genital.
Una cuestión terminológica: el sexo no se reasigna, las personas trans no cambian de sexo, algunas (no todas) cambian la forma de sus genitales.
El sexo no son los genitales que se le presuponen a la a la gente (para eso son dos términos distintos), como bien se evidencia en el caso de las personas transexuales, y por tanto para esta operación (una posible operación, no LA operación)debería de usarse el término «intervención/operación de modificación/reasignación genital», como bien se usa (y cada vez más) en el ámbito internacional.
Hola Sandra.
Gracias por el comentario, procederemos a incorporar estos matices que nos cuentas a nuestras noticias. Lo cierto es que escribir sobre transexualidad es a veces complicado porque en poco tiempo los propios colectivos trans modifican sus indicaciones.
En este sentido, si llevamos tiempo usando «reasignación de sexo» es precisamente porque seguíamos la Guía que ATA publicó en su momento (https://www.scribd.com/fullscreen/31043133?access_key=key-26o6o4g7sjafpq9ih0f8), que entonces sí consideraba correcta esa terminología. Era, de hecho, una elección consciente. Revisaremos el tema de nuevo para actualizarnos.
Lo dicho, muchas gracias.
Pues a mí no me parece bien, que tengamos que pagarle la operación todos los ciudadanos con nuestros impuestos a una asesina. Ha matado a una persona y no merece ninguna ayuda del Estado, ni de la sociedad. Deberían dejarla y que se joda. Si fuera una buena persona la que quiere cambiar de sexo, sí debería pagar el Estado y ayudarla en todo lo posible. Pero tratándose de una asesina, que se lo pague de su bolsillo. Me preguntó qué sentirán los familiares de la persona que mató, al saber que van a pagarle la operación a la asesina de su hijo/hermano/amante/ser querido con sus impuestos. Yo pago impuestos para ayudar a las buenas personas que lo necesitan; no a los asesinos
Totalmente de acuerdo con lo que dice Sandra (#1), y además, muy bien explicado, lo que no quita darle toda la razón a Flick en su justificación, porque la lleva.
Personalmente, cuando ATA sacó su reciente guía, a mí me chirrió la manera conceptual empleada para explicar la realidad transexual: excesivas definiciones, y estas mal hechas (muy enrevesadas), que en vez de conseguir clarificar a los profanos en la materia una realidad ya de por sí complicada, lo que hizo fue hasta liarnos a los propios transexuales que estamos informados.
Ya en ese momento tenía las mismas ideas que Sandra (#1) al respecto, y al leer la guía me hice un cacao. Y os lo cuenta una persona transexual informada. Imaginad qué le pasará a quien no sea transexual…