El primer ministro de Malasia compara a las personas LGTB con el Estado Islámico y dice que carecen de derechos humanos
Respetar los derechos humanos es algo positivo para el país, salvo si ello es contrario al Islam. Este es el peculiar argumento de Najib Razak, primer ministro de Malasia, para negarse a proteger al colectivo LGTB. “Aunque en términos de definición, los derechos humanos se han definido universalmente, nosotros todavía definimos los derechos humanos en el país en el contexto del Islam y la sharía”, ha espetado Razak. El jefe del gobierno malasio considera que, aunque se trate de una postura difícil de sostener en el plano internacional, “debemos defender nuestra propia definición de los derechos humanos”. Organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han criticado con contundencia estos planteamientos. Para entender el alcance de la situación en Malasia baste recordar que, el pasado mes de febrero, el líder de la oposición, Anwar Ibrahim, fue condenado a cinco años de prisión por ‘sodomía’.
En opinión del Gobierno de Malasia, las personas LGTB no merecen la aplicación de los derechos humanos porque tal cosa contradeciría, según su punto de vista, el Islam y la sharía (la ley islámica). “Esto es lo que tenemos que defender”, ha asegurado el primer ministro, Najib Razak. Todavía más grave y esperpéntico, si cabe, es la asociación que Razak ha hecho entre el colectivo LGTB y el Estado Islámico (EI): “Grupos como el Estado Islámico y las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales se dirigen a la generación más jóvenes … y parecen tener éxito en influir en ciertos grupos de la sociedad”. Una comparación que resulta especialmente miserable, teniendo en cuenta que el EI asesina de forma violenta y brutal a las personas LGTB.
En dosmanzanas hemos recogido algunas de las ejecuciones espeluznantes del EI, de las que los propios asesinos se encargan de distribuir material audiovisual (nosotros decidimos dejar de incluir fotos y vídeos de estos deleznables crímenes en nuestros posts). De hecho, hace solo unos días, nos hacíamos eco de que las Naciones Unidas debatirá sobre la persecución a las personas LGTB por el EI, debido a la gravedad del asunto. Ignorando esta realidad o restándole importancia (difícil de juzgar qué es peor), el primer ministro malasio argumenta que “algunos se disfrazan detrás de los derechos humanos para legitimar sus acciones, que se han desviado de las enseñanzas islámicas”. Un claro desprecio a la comunidad LGTB. Para Najib Razak tanto el Estado Islámico como el colectivo LGTB son “extremistas” y ambos utilizan el concepto de ‘libertad’ con el fin de imponer sus puntos de vista sobre los demás. Razak, a pesar de la crudeza de sus declaraciones, se arroga a sí mismo una pretendida (y falsa) postura de “moderación” y “centralidad”.
Recordemos, por otra parte, que el jefe de la oposición de este país del sudeste asiático, Anwar Ibrahim, tendrá que pasar los próximos cinco años en la cárcel, después de que el Tribunal Federal ratificara la sentencia por ‘sodomía’, emitida contra él en febrero. Un caso que, a diferencia de lo que ocurre en relación a otros países con los que existe rivalidad, no es denunciado con la misma contundencia por los líderes políticos y mediáticos, ni acapara grandes titulares o portadas.
Críticas desde Malasia y desde las ONG internacionales
La propia Comisión de Derechos Humanos de Malasia (SUHAKAM) ha señalado que todo el mundo tiene derecho a los derechos humanos básicos y que estos no pueden restringirse utilizando como pretexto la raza o la religión. Según el presidente de Suhakam, Tan Sri Hasmy Agam, “esto no solo puede enviar un mensaje engañoso, tanto a nivel nacional como internacional, sino que puede socavar la posición de respeto internacional de Malasia, en particular en las Naciones Unidas, así como el trabajo de la Comisión, que tiene incansablemente desde sus inicios la misión de la promoción y la protección de los derechos humanos en el país”.
El subdirector de Human Rights Watch en Asia, Phil Robertson, se ha mostrado “sorprendido” por la decisión. Robertson considera que la postura que el Gobierno malasio ha asumido de ignorar la protección de las personas LGTB y su visión particular sobre el concepto de ‘derechos humanos’ aleja al país de los organismos internacionales. Para este responsable de Human Rights Watch, “la respuesta lógica sería que Malasia dimitiera de la ONU” si no se atiene a asumir sus reglas de juego. Por este motivo, Robertson se pregunta: “¿Malasia está dispuesta a hacer eso?”.
También Amnistía Internacional ha alzado su voz para recordarle al primer ministro y a su Gobierno que “los principios de la Declaración Universal son universalmente los principios aceptados del derecho consuetudinario e internacional de derechos humanos. En virtud de su universalidad, estos principios tienen prioridad sobre las religiones, con el fin de atribuir un sentido de igualdad entre todas las personas”. Aunque Malasia se incorporó a la ONU en 1957, asumiendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional insta a que el país firme los tratados de derechos humanos relacionados, que en conjunto constituyen la Carta Internacional de Derechos Humanos: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), así como sus dos Protocolos Facultativos.
Hasta 20 años de prisión por ser homosexual
La cuestión de los derechos de las personas LGTB en Malasia no se reduce a una discusión sobre conceptos y definiciones. La cruda realidad es que la homosexualidad está perseguida y se castiga con penas de hasta 20 años de cárcel (especialmente las relaciones entre hombres gais). En 2011 publicábamos las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad. Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes.
Dosmanzanas viene dando cuenta de la LGTBfobia social y política imperante en este pequeño estado peninsular de Asia. Algunos ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. También en 2012, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Con anterioridad, concretamente en noviembre de 2008, informábamos sobre un edicto de las autoridades musulmanas contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como hombres”.
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Acerca del Author
Juli Amadeu
Soy periodista y creo en la igualdad, en la justicia, en la ciencia y en los derechos de las minorías. Desde finales de 2013 escribo en dosmanzanas. Es mi forma de hacer activismo.