Rechazado en un banco de alimentos de Canadá por apoyar el matrimonio igualitario
Un contrato ideológico de “estilo de vida” para ejercer o beneficiarse de una labor caritativa. Es la forma de proceder a la hora de seleccionar voluntarios, e incluso de admitir beneficiarios, del banco de alimentos de Winnipeg (capital de la provincia canadiense de Manitoba). Esta institución benéfica está vinculada a la Iglesia Aborigen de Belén, una iglesia baptista de Canadá. Según ha denunciado Richard Friesen, el banco de alimentos condicionó su labor como voluntario a la firma de un documento que le obligaría a acatar la doctrina moral de la iglesia que lo patrocina. El banco de alimentos le exigía que respetara y asumiera, entre otros aspectos, la visión del “matrimonio exclusivo entre un hombre y una mujer”, a lo que Friesen se negó (motivando su exclusión).
A Friesen, que es discapacitado, al apoyar el matrimonio igualitario se le niega la posibilidad de colaborar con su comunidad o recibir apoyo a través del banco de alimentos Winnipeg Harvest de Canadá. No deja de ser paradójico que una entidad dedicada al reparto de alimentos, que se autocalifica de “caritativa” y “benéfica”, realice semejante clase de discriminaciones. El banco de alimentos, sin embargo, se permite ‘el lujo’ de prescindir de voluntarios que no sean moral e ideológicamente compatibles con la doctrina social de la Iglesia Aborigen de Belén.
A raíz de la denuncia realizada por la familia Friesen, sabemos que aquellas personas que apoyen el matrimonio entre personas del mismo sexo no son bienvenidas ni aceptadas para las tareas de distribución y reparto de alimentos en la ciudad canadiense de Winnipeg. Además de la prohibición de fumar, drogarse, beber alcohol o mostrar pornografía a otras personas cuando se actúe como voluntario (puntos estos que sí resultarían razonables), el banco de alimentos demanda que se actúe “de acuerdo con la moral de la Biblia” y tratando de crecer “en la madurez de Cristo”. Para esta organización, negarse a reconocer el matrimonio igualitario es un requisito excluyente.
Aunque al reclamar ante la Comisión de Derechos Humanos de Manitoba se eliminó la homófoba cláusula del formulario, a Richard Friesen todavía no se le permite ser voluntario o recibir cualquier tipo de asistencia. El padre de Richard, Tony Friesen, asegura que “hemos contactado con la Comisión de Derechos Humanos y dicen que lo que han hecho no es legal”.
Al parecer, otros voluntarios y patrocinadores del banco de alimentos consideran que la iglesia se estaría excediendo al imponer su agenda religiosa, incluso en labores como las desempeñadas en un banco de alimentos. Según Tanya Smith, usuaria del banco de alimentos, a las personas que buscan ayuda se les insiste en asistir a los servicios religiosos de la Iglesia Aborigen de Belén, con independencia de sus creencias o de su credo. Para Richard Friesen, imponer la concepción excluyente del matrimonio “es una forma muy, muy anticuada de pensar”.
Lo normal, las religiones solo ayudan si a cambio pueden adoctrinar.
La gente se piensa que la iglesia ayuda gratis, sin nada a cambio. Lo que quieren es ganar fieles y se aprovechan de la pobreza a cambio de extender su estilo de vida. Lo hacen en todo el mundo.
Completamente de acuerdo con los dos comentarios anteriores, incluso comentaré otro caso que tiene lo mismo en común con el de esta entrada: el antes y el después de que en Manos Unidas entrara la ICAR (Iglesia Católica Apostólica Romana).
Lo que voy a contar de Manos Unidas es un relato escuchado hace ya más de diez años a un conocido mío que muchos años atrás fue delegado provincial de Manos Unidas en una provincia del sur de España.
Recordando su testimonio, antes de que la ICAR metiera las narices en Manos Unidas, esta organización admitía en sus filas gente que no era siquiera cristiana, y se caracterizaba por una eficiencia aceptable en su labor.
A raíz del aterrizaje de la ICAR en Manos Unidas, empezaron a apartar a quienes no eran cristianos, y para colmo de males, y agarraos que esto es muy fuerte, parte de los donativos en dinero que recibían, empezaron a usarlo para reconstruir iglesias en el este de Europa, aprovechando la caída de los regímenes comunistas, caída que permitía a la ICAR volver con nuevos bríos en esos territorios, mientras que los que no estábamos en el ajo teníamos que soportar ver en los anuncios de televisión de Manos Unidas pidiendo ayuda las desgarradoras escenas de niños de raza negra, africanos, con unos cuerpos demacrados por tantísima miseria sufrida.
Evidentemente, este hombre plantó cara a las sotanas de la organización (broncas gordas incluidas con altos cargos de la jerarquía eclesiástica de entonces), llevaba las de perder, y asqueado, dio portazo y dejó la organización para no volver nunca más, mientras comentaba despechado, como final del relato, que si Jesucristo volviera por segunda vez al mundo, lo volverían a ejecutar, y precisamente por parte de quienes decían ser los continuadores de su obra (la ICAR, se entiende).
También comentaba con repulsa, que en las ocasiones en que tuvo que tratar con la jerarquía de la ICAR a raíz de su enfrentamiento, observó un exceso de opulencia económica que poco tenía que ver con lo que era el mensaje de Jesucristo. Vamos, que lo del ático de Rouco no es algo inédito en la ICAR.
No sé cómo estará la situación en Manos Unidas en 2015, pero hace bastantes años, no hacían las cosas como debieran.
La iglesia se va adaptando a la naturaleza humana, a lo que ha existido siempre, por ser natural. ¿Negar alimentos por apoyar el matrimonio igualitario? Espero que cada vez haya menos doctrina y más sentido común.