Construcciones y reconstrucciones

“Cuando era niña quería ser esto que soy”.

Con un título como Yo quería ser Elena Solís (Ediciones Turpial) que viene firmado por Elena Solís, uno no puede sentir más que curiosidad. Curiosidad que se ve saciada con creces a lo largo de estos Cuentos de amor, desamor y erotismo lésbico, como reza el subtítulo. Cuentos breves que sin embargo se acercan a la novela puesto que hay una trama, o al menos eso pensamos, que les une.

Desde Lo que sea que haya sido (en el que se narra la historia de un matrimonio heterosexual que ya está muerto) hasta La limpiadora (una empleada doméstica traidora) asistimos al recorrido vital de Elisa/Elena y su encuentro con la mujer que quiere ser, y con otras mujeres que le descubren el erotismo y el amor (¿para llegar finalmente a algún matrimonio homosexual también muerto? Eso se lo dejo a ustedes).

Por lo demás, nada que reprochar a la escritura de Solís, que es elegante y pausada, y, si tenemos que elegir alguno de los cuentos, nos quedamos con La gente (“es increíble qué lejos estamos de la gente”). El libro viene prologado por Laura Freixas, que recibió la proposición sin conocer a la autora y aceptó hacerlo: toda una garantía. Y nos quedamos con ganas de leer más de Solís.

“Quiero escribir un libro de cuentos de amor y eróticos, todos entre mujeres, porque para mí el amor es entre mujeres”.

Elena Solís (Montevideo, 1968) editó en 2004 su primer libro, Babosas y fósforos; en 2009 su hasta el momento única novela, Neuronina; en 2012 Entre las mantas, y a finales de 2014 Yo quería ser Elena Solís, su tercera recopilación de relatos y primera de sus obras que se publica en España. Muchos de sus cuentos han formado parte de libros colectivos, han sido publicados en prensa y han recibido premios y excelentes críticas. Divorciada en 2010 del padre de sus dos hijos, se casó en 2013 con Luciana Cella. Su condición de lesbiana casada y madre la ha llevado a un activismo creciente en un mundo todavía hostil.

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No hacemos spoiler (creo, porque se sabe muy pronto) si decimos que Mordiendo el paso a la distancia (Edítalo Contigo), la primera novela de David Sandó, trata sobre cómo afrontar la pérdida de un ser querido. Desde las primeras páginas, el protagonista se debate entre el dolor del recuerdo y la traición del olvido (como lo haríamos todos), entre el regusto amargo y victimista, pero complaciente, o el enfrentamiento al vacío de la vida sin él. ¿Pasar página? Sí, pero ¿cuándo? A través de conversaciones telefónicas y quedadas con amigos (restaurantes, bares, comidas y cenas en casas que nos resultan tan familiares), y, sobre todo, el viaje a Lanzarote para reencontrarse con un amigo de la infancia, Sandó (que dice que abandonó la carrera de psicología, pero desde luego no su aprendizaje ni su uso) nos introduce en la (compleja, pero eso es un placer) mente de Santi, reconocido autor de cómics, y crea un personaje absolutamente creíble lleno de matices y lejano a los estereotipos habituales de la novela mala.

David Sandó (Girona, 1972) lleva escribiendo desde los diecinueve, aunque hasta ahora sólo lo hacía para él. Mordiendo el paso a la distancia es su primera novela publicada, a la que pronto seguirán otras tres, centradas en varios de sus personajes secundarios.

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